Bodega Crego e Monaguillo

Entrevista a Ernesto Rodríguez Zarraquiños, Gerente de Bodega Crego e Monaguillo

Actualmente exportamos a catorce países, nuestro objetivo es consolidarnos como empresa y mantenernos

Ubicada en la comarca ourensana de Monterrei, “Crego e Monaguillo” se alza majestuosa en un entorno privilegiado. Dotada de los más modernos sistemas de producción, esta bodega es fruto de una larga amistad que se remonta a hace cincuenta años, momento en el que se conocieron los padres de los fundadores de la empresa. Medio siglo después, el crego y su monaguillo han hecho historia con una marca que ha conseguido que la Denominación de Origen Monterrei sea reconocida, no sólo en España, sino en buena parte del mundo. Las cifras avalan el vertiginoso crecimiento de esta bodega  que desde que en 2007 recibiera el premio al Mejor Vino Blanco de Galicia no ha parado.

Acaban de celebrar el décimo aniversario de la bodega, aunque llevan más de cincuenta años relacionados con el mundo del vino

Es cierto, la primera marca que comercializamos  fue en 2003 pero cuando hablamos de 50 años hablamos de la historia familiar. Es decir, la relación de mi socio y yo se remonta a hace 50 años, cuando nuestros padres se conocieron. La bodega es una realidad gracias a esa relación. Después,  inauguramos estas instalaciones en 2006 aunque la bodega en sí se construyó en 2002. La primera cosecha  de “Crego e Monaguillo” fue en 2003, de ahí los diez años que celebramos hace un mes con una fiesta.

¿Cómo ha sido echar la vista atrás?

Ha pasado todo tan deprisa y tan rápido que casi no te da tiempo a echar la vista atrás. Recuerdo todo el trabajo del principio, recuerdo cuando las viñas las trabajaban mis amigos, mis padres ,embotellar con ellos, tener sólo tres empleados (ahora creo que somos 14)…  Todo ha cambiado mucho pero muy deprisa, a mí no me ha dado tiempo a asimilarlo. Ten en cuenta que nosotros empezamos a hacer obras en 2003 y aún no hemos parado, y estamos en 2013. Eso es un desgaste tremendo, es mucho. Yo veo a mi hija, que prácticamente nació a la par que la bodega, tenía tres años,  y la veo y digo, ya es una mocita, pero cuando vives tan deprisa, las cosas pasan muy rápido. De hecho, la fiesta de aniversario fue hace un mes y a mí me parece que ya ha pasado un año. Es tanta la intensidad, tanto el desgaste, que todo pasa volando. Con la bodega pasa lo mismo, cuando pensábamos que algún día podíamos llegar a las 100.000 botellas alucinábamos y ahora me preguntas en qué año llegamos a esa cifra,  no soy capaz de recordarlo, tengo que pararme a echar cuentas. Pienso que nuestro crecimiento no  es normal y, sobre todo, porque, además, estamos hablando de vino de Monterrei. Curiosamente éramos proveedores de una parte muy importante del vino a granel que se consumía en Galicia  y, en cambio, como marca, no se nos conocía, costó Dios y ayuda darlo a conocer. Es verdad que en los últimos años han cambiado mucho las cosas, el Monterrei del 2003 al 2005 y del 2005 al 2013  no tiene nada que ver. El salto ha sido importantísimo.

2Crego e Monaguillo02El nombre de su vino, tiene una historia familiar que es bastante peculiar, cuéntenos

Yo venía de la hostelería y por una serie de circunstancias personales, decidí dar un cambio. Al cura y a mí siempre nos gustó el mundo del vino, de hecho él desde Londres estaba todo el año  comprando vino de distintas marcas y distintas zonas  y en verano, hacíamos una fiesta. Entonces se me ocurrió que podíamos montar una bodega, sobre todo para tener nuestro propio vino para las fiestas, en la familia no se opusieron, así que reestructuramos el viñedo. Lo que empezó un poco como una broma  llegó un momento que  tuvimos que  planteárnoslo seriamente  y profesionalmente. El capricho está muy bien pero si lo sustentas con otros ingresos, pero yo en ese momento no tenía otros ingresos… Intentamos comprar una bodega  pero la operación se frustró y ahí fue cuando empezamos con este proyecto.

¿Y el crego, del vino,  es cura de verdad?

Sí, claro, es Paúl, de la congregación de los Paúles, y, evidentemente, es  cura. Y como yo fui monaguillo,  a la hora de plantearnos una marca  lo tuve claro. De hecho, cuando inscribimos la sociedad te obligan a poner tres nombres, y ya le dije al asesor que estaba seguro de que el primero no iba a estar ocupado. Después, cuando sacamos la marca, le pusimos el mismo nombre de la sociedad. En aquel momento era un nombre muy complicado pero sorprendentemente pusimos otros menos complicados y muy comerciales como el de “Marova”, que lo puse en honor a mi hija Marta, y sin embargo éste no pegó. Otro de nuestros vinos, el “Father” lo conoce ahora  todo el mundo a pesar de ser en inglés. El éxito del nombre y del producto van muy relacionados, sí que es verdad que hay mucha gente que aún no le sale lo de “Crego e Monaguillo”, pero lo importante es que lo acabe relacionando de alguna forma. En un principio, te puedo asegurar que no era un nombre comercial y ya ves.

El año pasado presentaron el proyecto de ampliación de la bodega inaugurada en 2006. Este  proyecto en estos tiempos que corren no es algo habitual. ¿En qué fase se encuentran esas obras?

Muy avanzadas. Exceptuando el salón de arriba, de la tercera planta, todo lo demás está prácticamente hecho. Queríamos integrar los edificios en uno solo. El salón, que es lo que queda por terminar, será para catas, cosas privadas de la bodega, comidas, en principio será un espacio privado.

Una inversión en estos tiempos que corren es casi un milagro. Nosotros fuimos atrevidos desde el principio y, la verdad, es que tanto la marca como la bodega no se podían permitir elaborar 400.000 botellas de vino en unas instalaciones que habían sido concebidas para 100.000,  no había espacio físico. Era el momento, la bodega lo pedía y nos pusimos manos a la obra. Nunca sabremos si acertamos o no, si esto va bien, genial, aunque  todos sabemos que las inversiones también se pueden volver contra uno. Es difícil pero las decisiones hay que tomarlas.

Uno de los objetivos era ampliar la capacidad productiva de la bodega. ¿Tanto ha aumentado la demanda?

La demanda de nuestro vino ha aumentado muchísimo. En 2003 elaboramos  8.000 botellas y el año pasado vendimos 387.000 botellas, y a mes de agosto ya habíamos agotado el vino.  La ampliación que hemos hecho no ha sido para aumentar la producción sino porque no había espacio físico, embotellabas hoy los palés de vino, y para el siguiente embotellado había que sacarlos de aquí, o llamar al distribuidor para que los recepcionase, o había que buscarle otro sitio. No era funcional. Es como todo, empezamos con una embotelladora de 900 botellas la hora  y acabamos de adquirir una de 3.000. En aquel momento, cuando nosotros empezamos, en diez días embotellabas la cosecha, y ahora, hasta la semana pasada, estábamos  embotellando una media de tres días a la semana. Eso no es lo más indicado, es todo muy apresurado. Ahora, el edificio tiene los metros cuadrados  que necesita una bodega de 400.000 botellas, nada más.

¿En qué países, además de España, tiene más éxito “Crego e Monaguillo”?

Entre el 25 y el 30% de lo que embotellamos se va para fuera. Nosotros, curiosamente, llegamos a vender el 80% de nuestra producción en el exterior, cuando hacíamos 8.000 botellas, claro, porque casi todas se vendían en el Reino Unido. Nuestro vino está en cerca de 300 locales en Londres, que es una barbaridad. Esto se debe a que mi socio lleva allí más de 40 años, conoce perfectamente a casi cuatro generaciones de gallegos y eso ayuda. Las primeras veces que fui a Londres, tenía la sensación de no haber salido de Galicia, no escuchaba hablar inglés a nadie… Actualmente exportamos a 14 países (Irlanda, Holanda, Suiza, Alemania, Bélgica, Shangai, Estados Unidos…) y nuestro objetivo es mantenernos, consolidarnos como   empresa. Lo cierto es que a los sitios te llevan, no vas tú, y a nosotros nos llevó el mercado. Me explico, conozco varias bodegas que fueron concebidas para un millón de litros  y están en 40.000 botellas, nosotros fuimos al revés, crecimos a medida  que nos lo iba pidiendo el mercado. Yo creo que el número que embotellamos actualmente es muy respetable y lo que queremos es consolidar la marca y seguir haciendo las cosas bien.

También tienen en mente desarrollar nuevos productos. ¿Nos puede adelantar algo a este respecto?

Sí, es cierto que  hemos probado con otros  productos, por ejemplo llegamos a embotellar aceite con nuestra marca, pero la realidad es que nos encontramos con un montón de trabas administrativas. Al final decidimos dedicarnos a lo nuestro, el vino. En este sentido, estamos apostando mucho desde hace tres años por los vinos de barrica.  Al final, tienes que hacer un producto que le guste al consumidor, y  normalmente, por lo menos en nuestro caso es así,  va relacionada la opinión del público con  la de los especialistas. Es difícil que gustes en el mercado, si los críticos no dicen que haces algo bien. Yo creo que el mercado te pone donde mereces estar y yo siempre digo que nosotros hemos tenido nuestra dosis de suerte. En el caso nuestro  ha habido un poco de todo: rezos, suerte, hacer las cosas con cariño y saber transmitirlo…

¿La Denominación de Origen  Monterrei ha pegado un salto en los últimos años?

Sí, por supuesto. En  2005 ibas  por ahí  y Monterrei no sonaba, la gente no lo demandaba. Yo te digo que nosotros como marca hemos abierto algunas puertas. Lo cierto es que hubo gente que en mi humilde opinión tenía que haber tirado de esta marca, pero por las causas que fuera, no lo hicieron o no lo supieron hacer.

Dos blancos (Crego e Monaguillo Godello y Marova) y tres tintos (Crego e Monaguillo, Father 1943 y  Mandamientos) ¿Alguna preferencia personal?

Es una pregunta muy complicada porque cada uno tiene una parte de mí. El “Crego e Monaguillo” es el nombre, son los inicios; “Marova” es un vino dedicado a mi hija, el amor de mi vida; y  el “Father” es un vino en homenaje a mi socio, una persona influyente en mi vida, hasta límites incalculables…  Estos tres ocupan mi corazón, no podría quedarme sólo con uno.

¿De todos los premios que ha recibido, con cuál se queda?

El primero, sin duda,  fue el más especial, tuve una sensación que sólo la supera el día que vi por primera vez a mi hija. El día que fuimos elegidos el Mejor Blanco de Galicia en 2007 fue tremendo, en ese momento no nos conocía nadie. Hubo un antes y un después de ese galardón, fue totalmente determinante para la marca.