Bodegas Vilerma

Entrevista a Arsenio Paz Carballo, Propietario Bodegas Vilerma

“Pensamos que trasplantando cepas antiguas podíamos recuperar lo que había sido el vino del Ribeiro”

La finca y bodega A Vilerma, que mira hacia el sur y el poniente desde las laderas de Gomariz y sobre el valle del río Avia, comienza su andadura en 1977, con la clara vocación de sus propietarios, Arsenio Paz y Asunción Labrador, de recuperar la calidad y el prestigio de los vinos del Ribeiro y de modernizar los procesos de producción y elaboración tradicionales. Tras la búsqueda y reimplantación de las variedades propias de la Denominación, investigación y ensayos en la Bodega Experimental del Ribeiro y en la propiedad, en 1987 se incorpora formalmente al mercado la marca Vilerma, blanco y tinto, vinificando exclusivamente las uvas que se cosechan en la propiedad.

En el año 1977 crearon esta bodega, ¿cómo surgió la idea?

Yo soy de San Clodio y aquí todas las casas tenían en su parte baja una bodega y la de arriba destinada a vivienda. Realmente esto surgió casi por casualidad. Mi mujer quería rehabilitar una casa vieja y estuvimos buscando varias. En aquel momento yo era secretario de la Cooperativa del Ribeiro, además de ejercer como abogado en Vigo. Venía a la cooperativa regularmente y en esos viajes también aprovechábamos para ver alguna casa, así  nos apareció una finca que casualmente estaba al lado de una que teníamos nosotros y nos decidimos.

¿En qué punto se encontraba el Ribeiro?

El Ribeiro, que había tenido un gran prestigio internacional por la calidad de sus vinos, había caído en picado. Cuando llegamos a la cooperativa lo primer que hicimos fue retirar todo el vino que había fuera, porque era terrible.  De hecho, cuando nos hicimos con esta casa, pensamos que a lo mejor trasplantando las cepas antiguas podíamos recuperar lo que había sido el vino del Ribeiro, con sus variedades. Y mira que nos costó incluso encontrar esas variedades, las de blanco y las  del tinto, ya casi se habían perdido. Al final, lo conseguimos y la viña fue creciendo hasta llegar a lo que es hoy en día. Realmente  nunca fue un proyecto determinado y claro  sino que fue una cosa muy lenta, desde 1977 hasta el año ochenta y pico que sacamos el vino, fíjese usted.

2Vilerma02¿Qué tal era su relación con el Consello Regulador?

Buena. En el  año 85 el Consello Regulador nos pidió nuestras uvas para clasificarlas por separado  (treixadura, loureira, godello, torrontés, albariño…)  porque apenas quedaban. Se las dimos, nos devolvieron el 85% y se mostraron asombrados de la calidad de nuestras viñas, sobre todo la treixadura. Sorprendidos hasta el punto de que vendieron nuestras botellas en subasta, en el año 85,  ¡y las pagaron a 1.000 pesetas! Yo creo que ese fue un poco el inicio de la recuperación del Ribeiro.

¿Las uvas de su viñedo fue con las que trabajaron en la bodega experimental de la Denominación de Origen?

Efectivamente, con las nuestras y con otras. Aislaron todas las variedades y muchas de ellas, las separaban según la zona, para  comprobar cuáles eran las uvas con mayor calidad. Ahí descubrieron, por ejemplo, que las que más calidad tenían era la treixadura de la ladera, aunque hay que recordar que el ribeiro, tanto el blanco como el tinto, es plurivarietal. Nosotros aquí tenemos  treixadura, loureiro, godello, torrontés, albariño…

¿Y cuándo se ha empezado a recuperar y a ser reconocido de nuevo el Ribeiro como vino de calidad?

Yo creo que empieza en los años 80, con tres o cuatro bodegueros entre los que me incluyo. Cuando nos decidimos a replantar cepas autóctonas muchos nos decían que nos íbamos a arruinar. La treixadura, por ejemplo, es muy delicada y la gente lo que quería en ese momento era cantidad, sin preocuparse mucho de la calidad.  Apostar hoy en día por el Ribeiro es fácil, ya está el camino hecho, tardó un poco pero se consiguió. Pero en la época en la que empezamos nosotros era más difícil, el vino estaba despertando y tardó unos diez años más. Hoy las cosas se están haciendo bien.

2Vilerma03¿Qué producción tiene Vilerma?

Eso depende del año, tenemos siete hectáreas aproximadamente de viñedos. Concretamente en 2011 dieron cincuenta y tanto  mi litros y en el 2012, 28.000, de blanco.  Fundamentalmente todo nuestro vino se queda en Galicia. También hemos vendido en Estados Unidos y ahora mismo estamos negociando con un representante alemán que se quiere llevar nuestro vino allí. Esto me recuerda nuestra participación, hace unos tres años, en una feria internacional en Londres. Allí hubo quien le encantó el vino  y me pidió 18.000 botellas, algo inviable para nosotros porque no hay que olvidar que tenemos la calificación de “vino colleiteiro”, no podemos  ir a esas cantidades. El año que más embotellamos fue en  2001 73.000 botellas, y el año siguiente embotellamos 29.000 porque vino una lluvia en un momento que no tenía que venir. Ya sabe, cosas del oficio.

¿Y con todas esas cosas, Vilerma le compensa?

No, la verdad es que no, aunque también es cierto que lo hacemos  por una cuestión lúdica. Vilerma no es autosuficiente y se mantiene más por el amor que tenemos al mundo  del vino que por negocio. La bodega ya está hecha, hay cinco personas que trabajan aquí, y lo vamos manteniendo. Nos gusta el campo, la zona, el vino, crear algo… Nos encantaría que se sostuviera por sí misma, y de hecho, estamos seguros de que se puede sostener pero tenemos claro que no queremos hacer una industria del vino.

¿Cómo definiría sus vinos?

Siempre me he negado a definirlos, prefiero  que la gente los pruebe y juzgue por sí misma.