Rosados, más que una moda pasajera

Vinos femeninos, subproducto del tinto, poco consistente… los prejuicios en torno a los rosados han sido muchos a lo largo de los años, pero lo cierto es que desde hace un tiempo las cosas están cambiando, y de qué modo. Según un estudio de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) y el Comité Interprofesional de los Vinos de Provenza, la producción de vinos rosados se ha desarrollado estos últimos años gracias al impulso de un aumento del consumo.

De esta forma, la producción de vinos rosados ha conocido un incremento de aproximadamente un 16 % desde 2002, lo que significa que la cuota de los vinos rosados en la producción total de vino, se ha mantenido casi estable desde 2002, oscilando entre un 8 % y un 10 % de la producción de vinos tranquilos.

Las tres cuartas partes de la producción proceden de cuatro países: Francia, con 7,6 millones de hectolitros en 2014, sigue siendo el primer productor mundial de vinos rosados. La producción francesa representa cerca de un 30 % de los vinos rosados producidos en el mundo. España, con más de 5,5 millones de hectolitros en 2014, es el segundo productor, representando más de una quinta parte de los vinos rosados producidos a nivel mundial. Esta producción se destina principalmente a la exportación, a diferencia de Francia donde la producción no satisface completamente la demanda interior. Por su parte, Estados Unidos alcanza los 3,5 millones de hectolitros y se posiciona en el tercer lugar mundial, con una recuperación en estos últimos años.

 

 El vino rosado desde la perspectiva gallega

En la Denominación de Origen Valdeorras hablamos con Joaquín Sánchez, propietario de la bodega Alán de Val quien nos cuenta que llevan dos años sin hacer su rosado «por culpa de la meteorología». Sánchez, aunque apostó muy pronto por elaborar este vino, reconoce que  «tiene un hándicap importante ya que al no estar acogido a la D.O., las ventas y la comercialización nos cuestan más. Se acaba vendiendo, pero podría venderse mejor».

En este sentido, y aunque se declara fiel defensor de las denominaciones de origen, «este tipo de cuestiones burocráticos son difíciles de asumir». Joaquín Sánchez cree que «si empezamos a elaborar rosado varias bodegas en diferentes denominaciones, porque sabemos que el mercado demanda este tipo de vinos, finalmente las denominaciones se darán cuenta y acabarán asumiéndolo».

En lo que respecta a si Valdeorras es una buena zona para hacer rosados, señala que «tenemos la peculiaridad que con nuestra climatología podemos hacer es tipo de vinos con una calidad tremenda, ya cada vez serán mejores debido al cambio climático». En Alán del Val elaboran un rosado con las variedades Brancellao, Sousón y Caíño y aunque reconoce que la producción ha sido muy pequeña, lo vendieron prácticamente todo en A Rúa, «hemos constatado que le gusta a hombres y mujeres por igual».

Sánchez, que recomienda tomar este tipo de vino bien fríos, considera que sustituyen perfectamente a una cerveza: «Creo que son elaboraciones que tienen su hueco porque se beben muy bien y tienen una graduación moderada, son perfectos para atraer a los jóvenes al consumo del vino, sería como una transición hacia otro tipo de vinos», añade.

Por su parte, ,  nos explica que su rosado forma parte «de pruebas que estamos haciendo» y por ello hasta el momento sólo se puede disfrutar en el restaurante de la bodega.  Pascual reconoce que es un vino que está de moda «y buena prueba de ello es que nos lo demandan cada vez más, es un vino atractivo, fácil de beber y perfecto para iniciarse en este mundo».

Sobre si el rosado es un vino femenino, asegura no ser la mejor persona para opinar sobre esto, «en todo caso, si esto fuera así, yo tendría gustos femeninos porque me gusta mucho». Y, además, considera que se trata de una creencia obsoleta, «no corresponde esa catalogación con lo que está pasando, desde mi punto de vista».

El rosado de Adega Algueira nació en 2016, «aunque es una idea que siempre tuve rondándome». La variedad elegida para esta elaboración fue al garnacha tintorera, «que quizás a priori no parecía la idónea para un rosado, pero es una variedad muy interesante». En cuanto al color, muy importante en los vinos rosados, nos explica que «el inicio es de un vino de mucho color, que poco a poco  va perdiendo. Es cierto que ahora están de moda los de colores pálidos, tipo piel de cebolla, pero a mí me gustan con un poco más de color. Así que vamos a la inversa, nuestro rosado en vez de ir cogiendo color con el tiempo, lo va a ir perdiendo».

Katia Alvarez

En lo que respecta al papel de las denominaciones de origen a la hora de incluir o no los rosados, Pascual se muestra crítico: «Creo que las D.O. no sólo no están abiertas a la incorporación de los rosados, sino  a un montón de elaboraciones y a experimentar. Hablo también de trabas a nivel varietal, a veces no se entienden muy bien sus criterios, y no sólo me refiero a  Ribeira Sacra sino que es algo común  en todas las denominaciones», subraya.

A pesar de ello, se muestra optimista y asegura que en esta ocasión «pasará los mismo que con los espumosos, acabarán entrando y también acabarán incluyendo a los vinos dulces como se hacían antes. Entra dentro de la lógica, no es un todo vale, pero sí deberían abrir un poco el brazo».

También en Ribeira Sacra se encuentra Adega Malcavada. Su propietaria,Araceli Vázquez, nos cuenta por qué comenzaron a elaborar un vino rosado y cómo ha sido la experiencia. En su caso, la idea surgió porque la bodega está muy involucrada en temas de enoturismo  y necesitaban un vino fresco para ofrecerle a los visitantes en verano, que es cuando tienen mayor afluencia de público.

Su vino Malcavada Rosado está elaborado con un 95% de  Mencía y un poco de Tempranillo y se puede comprar en el Centro del Vino de Ribeira Sacra, en la web del distribuidor y también en la bodega. Con la producción que tenemos actualmente, señala Araceli, «es imposible abarcar más». Que la Denominación  incluya estas elaboraciones es, según la propietaria de Malcavada, «inminente, creo que sólo faltan trámites puramente administrativos»

Araceli Vázquez defiende la atracción de los jóvenes por el mundo del vino, no sólo por este tipo de elaboraciones, sino también por las tradicionales de tinto y blanco: «Creo que a los jóvenes les gusta el vino, no hablo de gente de 18, pero sí de treinta en adelante y eso se ve perfectamente en las visitas que hace la gente de esta edad a las bodegas, que han aumentado en los últimos años» .

Un proyecto que surgió en Italia

Joaquín Sánchez

Rogelio Moral, propietario de la bodega Roandi,ubicada en la Denominación de Origen Valdeorras, se decidió a hacer un vino rosado tras comprobar en sus numerosos viajes a Italia que allí la demanda y el mercado de este producto eran muy fuertes. «Cuando volví de uno de estos viajes hablé con el enólogo de la bodega y le dije que quería intentar hacer un rosado, creo que fue por el año 2011, si no recuerdo mal».

Moral afirma que cada año aumentan las ventas de rosado en todo el mundo y, en su caso particular, asegura que «nuestros clientes nos lo demandan constantemente y no sólo en Valdeorras, también en Vigo, A Coruña… Prácticamente se está vendiendo muy bien en toda Galicia y también en Barcelona».

El propietario de Roandi espera que los rosados entren pronto en la D.O. «porque también tengo un espumoso rosado, que tiene mucha fama y es muy apreciado por los catadores, pero que por el momento lo estamos vendiendo prácticamente como vino de mesa».

El Dona Delfina de Roandi, elaborado con Mencía y Brancellao, tiene un color asalmonado brillante, «que era el que buscábamos» y en boca es fresco y afrutado. A diferencia de la mayoría de los entrevistados, Rogelio Moral considera que es un vino que aprecian más las mujeres, «y también es estupendo para los jóvenes».

Paula Carballada

Por su parte, César Enríquez, de Adega Cachín, nos explica que decidió hacer un rosado en la cosecha del año pasado, «aunque en 2015 ya habíamos empezado a darle vueltas a la idea». Entre otras cosas, subraya, «porque vemos que es un vino que hoy en día tiene mucha aceptación, gusta mucho, sobre todo en verano porque fresquito entra muy bien». Enríquez considera que se trata del vino perfecto «para la gente a la que, básicamente por temas de acidez, no le gusta mucho el blanco, lo que lo convierte en una alternativa muy interesante para cierto sector».

De su Peza do Rei rosado, que es Mencía 100%, elaboraron en el primer año unas 2.000 botellas: «La idea es seguir aumentando la producción y este año repetiremos otras 2.000 porque mientras no esté amparado por el Consello Regulador lo hacemos casi de forma experimental».

Al igual que otros elaboradores, César Enríquez confían en que el año que viene «el Consello incluya los rosados, así nos lo han dicho, y es que al no estar dentro de la D.O. parece que no tiene la misma credibilidad».

La idea original para su vino fue que tuviera un poquito más de color del que finalmente consiguieron, «aunque también es cierto que el mercado demanda unos rosados muy pálidos, así que debimos tener la suerte del principiante porque nos salió un vino goloso, muy fácil de beber y con poca intensidad en el color».

Cesar «Cachín»

«Cachín» no está de acuerdo en la afirmación de que el rosado es un vino femenino, «es algo que no comparto, lo que sí creo es que para la gente que se inicia en el mundo del vino es muy fácil de beber». Y lo explica por su baja graduación alcohólica, que anda sobre los 13 grados, y tiene muy poca acidez. Enríquez cree que al público femenino le gusta mucho, «pero al masculino tampoco le deja indiferente»

Una alternativa muy buena a los blancos

Aunque el rosado de Cachín ha sido un éxito y reconoce con satisfacción que ha sido una sorpresa la aceptación que ha tenido  su mencía rosado, confiesa que su idea es quedarse sólo con este vino. En lo que se refiere a la elección de la variedad, considera que ha sido acertada «porque la Mencía es una variedad muy buena para este tipo de elaboraciones, le aporta mucha personalidad y frescura. Yo defino mi rosado como un tinto con alma de blanco».

Otra de las empresas  que ha decidido apostar por este tipo de elaboraciones en Galicia esVía Romana. Su enóloga,Paula Carballada, nos cuenta que llevan tres años preparando su rosado,  realizando microvinificaciones en las anteriores vendimias, pero sin sacarlas al mercado.El planteamiento nació de la creencia de quela variedad Mencía puede dar grandes rosados, «por su características y también porque pensamos que puede haber una demanda en el mercado».

El rosado de Vía Romana es decolor rosado pálido y con aromas muy frutales, tanto a frutos rojos como cítricos, «la boca es suave con un paso ligero con una acidez equilibrada». Para Carballada se trata de una baza más para intentar que los jóvenes se acerquen al vino «al ser el rosado más fácil de beber y, quizás, diferente a lo que están acostumbrados».

Por último, la enóloga cree que las  Denominaciones de Origen acabarán incluyendo los rosados porquecada vez hay más demanda de este tipo de vino.

 

«Un vino polémico»

Resulta muy interesante conocer las diferencias en la elaboración entre un vino digamos que tradicional y un rosado. Katia Álvarez Bugarín, de Martín Codax, considera que los rosados son vinos muy desagradecidos, «porque es una de las elaboraciones  donde más enología hay, debemos hilar muy fino en función del estilo de rosado que quieras». Asimismo, reconoce que es el vino sobre el que más opiniones cruzadas hay: «Todo el mundo tiene algo que decir: a mí me gustan más pálidos, a mí me gustan con más color, me gustan con un perfil de frutos rojos o con un perfil más de fruta blanca… Es un vino muy polémico».

Desde el punto de vista de la elaboración, Álvarez Bugarín señala que «es muy difícil de elaborar porque son vinos muy frágiles y cualquier fallo que se cometa en el proceso de elaboración, se va a notar». Su recomendación es trabajar «muy en preventivo porque tienes que anticiparte siempre». También destaca que hay que tener muy claro el estilo de rosado que quieres, «porque hay dos tendencias en el mercado muy claras: el estilo más del Nuevo Mundo, que son unos rosados con una capa de color más alta, con una gama aromática más madura, donde predomina la fruta roja, con un resultado de vinos muy golosos y más opulentos. Y luego está la gama del Viejo Mundo cuyo ejemplo más claro son los rosados de La Provenza, mucho más pálidos en el color y aromáticamente están más próximos a los vinos blancos, son vinos que hablan de notas flores blancas, de cerezas amargas, bocas mucho más frescas».

La enóloga de Martín Códax advierte que una elaboración no tiene nada que ver con la otra, y aunque en ambos casos hablemos de rosados, hay que enfocar el trabajo de forma totalmente diferente, explica.

Álvarez Bugarín afirma que a la hora de hacer un rosado es fundamental elegir muy bien el punto de maduración de la uva, «es fundamental porque si quieres hacer un rosado más clásico necesitas una uva con una maduración justa, no te puedes pasar e ir a una sobremaduración porque pierdes frescura y no vas a tener el perfil aromático que necesitas para ese vino». Para la enóloga, esto pasa mucho cuando se elaboran rosados como si fueran un «subproducto», muchas veces son rosados planos, con poca acidez porque han vendimiado la uva pensando en un vino tinto, no en un rosado. De esta forma, añade, si pensamos en una bodega de tintos se debe adelantar la vendimia para conseguir un rosado que mantenga la frescura, «y hay que estar muy atentos a las reducciones ya que estos vinos tienden a reducirse en la elaboración».

 

Consumidores neófitos

Lo de catalogar los vinos como masculinos o femeninos es algo que no le gusta: «Creo que responde más a la realidad el hablar de un perfil de consumidor con experiencia en el mundo del vino o consumidores neófitos. Para estos últimos es más fácil entrar en este mundo a través de un blanco, de un espumoso o de un rosado, porque en los tres casos son vinos muy agradecidos, fáciles de entender, refrescantes, muy placenteros».

En ese punto, sostiene, «el rosado es una herramienta buenísima y es algo que explica por qué a día de hoy es tendencia, y donde más claro lo vemos es en Estados Unidos, donde el consumo de mercado está  creciendo a ritmos espectaculares».

Según, Katia Álvarez otra característica positiva de los rosados es que «nos permiten disfrutar del vino en momentos a los que no estamos acostumbrados, deslocalizando su consumo de las comidas. Esto, para gente que se está introduciendo en el mundo del vino, me parece una opción perfecta».

Sobre el papel de las denominaciones de origen, espera Espero que incluyan pronto a estos vinos, «y lo digo desde el punto de vista de enóloga y de consumidora». Critica en este sentido que las denominaciones de origen «son muy inmovilistas, aunque hay algunas que están más abiertas a cambios que otras como la de Rías Baixas que en su momento se dio cuenta de que la tendencia de los vinos espumosos no era una moda sino que había llegado para quedarse, pero hay otras que son más reacias a la hora de cambiar».

A este respecto, espera que poco a poco se vayan tomando decisiones que abran las puertas a la elaboración de nuevos productos, «porque es una oportunidad que si nosotros no aprovechamos, lo harán otros, y es una pena cuando tenemos lo más importante que es una materia prima extraordinaria».

Katia insiste en que no todo en el mundo del vino es vino tinto, que es a lo que se había dedicado España de forma tradicional. «Hace unos años nos dimos cuenta de que el blanco también es importante y resulta que Rioja ya está haciendo publicidad de vino blanco, que si nos lo dicen hace diez años no nos lo creemos. Por eso creo que poco a poco las D.O. tienen que ir dando cuenta de las tendencias y las que estén atentas, harán cambios», señala.

Con respecto al rosado reconoce que siempre fue un vino que tuvo muy mala prensa porque realmente se trató como un subproducto, «las bodegas no hacían una vendimia especial para hacer un rosado y eso hizo que hubiera productos en el mercado muy mediocres y por eso no despuntó». Todo cambió en el momento en que la gente empezó a trabajar el rosado como un producto, «ahí nos dimos cuenta de las enormes posibilidades que tiene y de las cosas tan divertidas y elegantes que se pueden llegar a hacer».

En Martín Códax elaboran un rosado con Mencía y otro con Merenzao y son muy diferentes entre sí. En palabras de la enóloga de la bodega, «la Mencía tiene la complicación de su carácter reductivo y con la Merenzao tienes que trabajar más el punto de madurez. Cada variedad es diferente, ya no tanto por los perfiles aromáticos,  sino por la estabilidad del color, que es una de las luchas  que tenemos con el rosado. Elaboras un vino en octubre y noviembre con una tonalidad que, a lo largo del tiempo va a haberse modificada.  En el vino tinto lo aceptamos, pero en un rosado el color es muy importante. En el momento que pierdes los tonos rosas y te vas hacia los anaranjados puede llegar a ser un problema».

Para concluir, Katia Álvarez cree que España tiene la obligación de ser punta de lanza a la hora de elaborar vinos, «es algo que tenemos trabajar  y creernos de verdad que tenemos una de las mejores materias primas, además, tenemos que diversificar nuestro producto porque el consumidor es lo que está pidiendo».

Desde Adega Don Olegario,  la enólogaCristina Yagüe,nos explica que el proyecto de «Os Dunares», su vino rosado, empezó en el año 2016, después de varias experiencias previas elaborando vino con  la Caíño tinto. «Quisimos seguir explorando y nos pareció interesante este tipo de elaboración, un poco por esa inquietud de investigar en elaboraciones digamos que novedosas y por seguir apostando por las variedades gallegas», subraya. En concreto, considera que  la uva Caíño era a priori  perfecta para adaptarse a este tipo de elaboración  debido a sus características.

Yagüe señala que el resultado final «fue lo que esperábamos ya que el potencial estaba ahí». En esta línea destaca lo bien que se adapta el Caíño al rosado «por su extraordinaria acidez natural, que le da ese carácter atlántico y esa frescura a los vinos». La  enóloga de Don Olegario se muestra convencida de que la riqueza de matices que tiene esta uva es muy buena para los rosados: «Toda esta riqueza y este abanico aromático se ha expresado bastante bien en la elaboración del rosado y el frescor que acompaña a este tipo de vinos, está ahí». Sobre el color, destaca que buscaban un matiz más pálido, elegante, que es el que refleja «Os Dunares».

En cuanto al papel de  las D.O. dice que la de  Ribeira Sacra que está valorando introducir  los rosados como tipo de elaboración permitido en el pliego de condiciones, » y parece que también hay alguna iniciativa  con respecto a varios elaboradores aquí, en Rías Baixas». Con los resultados en la mano, Cristina Yagüe considera que las denominaciones de origen deben poner en valor «nuestras variedades tintas y este tipo de elaboración».

El rosado de Don Olegario ha sido muy bien recibido por el público que lo ha probado: «Estamos muy contentas con la percepción de la gente, ha gustado y muchos se han dado cuenta de que es un vino que tiene mucha versatilidad a la hora de maridar, que es un vino que puede funcionar en muchos momentos del día y no sólo para disfrutar de una copa, que también».