El viñedo en La Mancha, factor clave de sostenibilidad en la conservación del territorio y el Medio Ambiente

Ante la amenaza del cambio climático, la vid es uno de los cultivos determinantes para la supervivencia ambiental para el hábitat manchego.

 

Castilla-La Mancha  dispone de algo menos de la mitad del viñedo de España (aproximadamente 444.000 hectáreas en 2018 de un total de unas 960.000 en toda España), concentrándose en la Zona de Producción La Mancha casi 300.000 hectáreas (unas 155.000 inscritas en la Denominación de Origen). Viñedos que colorean los campos en diferentes tonalidades cromáticas por estaciones del año, conformando un mar verde que es el verdadero pulmón manchego, una tierra árida cuyo nombre parece provenir del árabe “Manxa o Al-Mansha”, que significa “tierra sin agua”.

El viñedo es el sostén básico para el medio ambiente en La Mancha con un papel fundamental en la custodia y protección del territorio. De un lado, ejerce a nivel edafológico una misión vital sobre los suelos, evitando la desertización de los mismos. Su cubierta vegetal y su asentamiento con sustento en las raíces impiden los efectos devastadores de la escorrentía provocados por las lluvias torrenciales.

Por el otro, contribuye en parte a enriquecer la materia orgánica de los suelos (picado de sarmientos y caída de pámpanas), además de otros factores de conservación en el paraguas de protección que fomentan como eslabón del hábitat para otras especies botánicas y animales.

En zonas como La Mancha que presentan un clima estepario en un régimen pluviométrico que oscila entre los 300 y los 400 mm, la vid se presenta como una de las pocas opciones sostenibles a niveles hídricos. Se trata además de una planta capaz de soportar los rigores térmicos del invierno y las altas temperaturas del verano en el interior de la submeseta peninsular, de naturaleza mediterránea pero fuertemente continentalizado por su lejanía del mar.

 

Aprovechamiento total de la materia prima y hasta de la planta

Obtenido en un proceso de elaboración natural, la industria vitivinícola acude a la vid y su fruto con diferentes modelos de optimización para la rentabilización de la uva. En primer lugar, en la propia industria vínica, donde la oferta y capacidad productiva de La Mancha permite satisfacer diferentes clientes y consumidores por demandas de mercado según la gama de los vinos.

Con rendimientos controlados, producciones medias bajas, y una orientación hacia la calidad, la pertenencia a la Denominación de Origen y la producción de vinos al amparo de este sello aporta un plus que abandera la calidad diferenciada como sello de garantía para el consumidor. Pero además, de la uva se pueden obtener otros subproductos con interés económico (alcoholes vínicos), que contribuyen a minimizar los residuos generados, que son mínimos y se tratan en depuradoras (productos de limpieza utilizados en bodega para mantener la higiene).

De la uva se aprovecha todo sea cual sea su destino (vinos de calidad, vinos básicos, mostos o zumos de uva o destilados, obtenidos también a partir de hollejos y orujos). Además, la parte sobrante se utiliza para abonos y, a veces, el aceite de las pepitas también para realización de cremas y productos de la industria de la estética, e incluso derivados de la uva también están presentes en la industria farmacéutica por sus beneficios para la salud (resveratrol).

Pero la uva no es lo único susceptible de ser aprovechado. Como cultivo leñoso, en temporadas invernales, resultantes de las labores de poda, resultan también interesantes los diferentes recursos energéticos que ofrece la vid como alternativa posible a los combustibles fósiles. La respuesta está en las cepas y en los sarmientos, con los que a lo largo de siglos se han realizado gavillas para calentarse en fuegos y hasta sistemas de calefacción con origen romano (glorias), Ahora es más frecuente que se transformen en virutas que sirve como combustible para las calderas de pelets, cuya combustión emite  menores cantidades de CO2 y por tanto son menos contaminantes. A veces, también se pica en la propia tierra y en este caso ni siquiera es necesario quemarlos.

Identidad histórica y cultural

Junto a otros cultivos de esencia mediterránea como el olivo o el cereal, la presencia del viñedo, no solo otorga una personalidad cultural en los agrosistemas que configura sino que añade un valor patrimonial e histórico como seña de identidad histórica para el paisaje rural que lo ha definido a  lo largo de siglos y generaciones.

De esta manera, se puede entender la importancia social y demográfica del viñedo en las zonas de mayor tradición vinícola, como lo es en esencia, La Mancha. Aquí, La vid ha contribuido a fijar población en sus municipios frente a la amenaza constante y real de la despoblación en las zonas de interior de España.

La viticultura es una gran generadora de empleo en regiones como Castilla-La Mancha, ya que la vid requiere una demanda laboral continuada (con labores de poda en invierno, por ejemplo) durante todo el año a diferencia de otros cultivos marcados por una fuerte estacionalidad en campaña.

Solo así se entiende como los municipios de las cuatro provincias que conforman la Denominación de Origen La Mancha con mayor superficie de viñedo presentan paralelamente una población por encima de los 10.000 habitantes en todos ellos. Es el caso de Villarrobledo, Socuéllamos, Tomelloso o Alcázar de San Juan, seguidos de otros muchos pueblos que también cuentan con miles de hectáreas de viñedo en sus términos municipales

Si a todo ello le sumamos el creciente desarrollo de la industria agroalimentaria, vemos como el futuro de La Mancha está indisolublemente ligado a la vid, una histórica apuesta por la sostenibilidad de los manchegos desde antes incluso de que supiésemos de la existencia de este concepto. Pero para redoblar esta apuesta, también es necesario adquirir una mayor conciencia, primando las producciones limitadas y sostenibles, con límites como los marcados por las denominaciones de origen, y apostando por la calidad, para lo que es necesario fundamentalmente que el viticultor perciba que obtiene por ello una rentabilidad digna que no le incite a apostar por producciones más altas y con un mayor consumo hídrico, lo que en ningún caso se debe entender como una renuncia al agua, ya que un uso racional de ésta es esencial para el desarrollo futuro de esta comarca, donde a veces las sequías son insoportables para los cultivos y para que sus pobladores tengan una calidad de vida digna, por lo que las administraciones deben hacer posible para que, en su justa medida, llegue a los agricultores manchegos, generalmente los que mayor conciencia medioambiental tienen, precisamente porque su futuro depende de ello.

Inversión sostenible en el medio rural

Ante los retos inminentes del cambio climático, que exigen un viraje hacia nuevos modelos económicos de inversión, la industria vitivinícola también debe adaptarse. Por ejemplo, el reciclaje irá a más (las botellas de vidrio los son plenamente) y los modelos productivos estarán mucho más concienciados con la protección del medio. Por ejemplo, la DO La Mancha tiene autorizado el formato Bag in Box, más consumido actualmente en los mercados del norte de Europa.

Por otro lado, el papel de los entornos rurales como alternativas de a los núcleos y grandes ciudades pueden ser la llave en un futuro a medio y largo plazo. Invertir la creciente despoblación interior y volver a llenar la España vaciada debería ser un objetivo prioritario y, para ello, la viticultura también seguirá jugando un papel importante.

No en vano, el vino se vislumbra ya en algunos entornos como vértice de desarrollo fundamental en sinergias de crecimiento junto al enoturismo y el turismo cultural de interior. Se abre pues un nuevo nicho para el sector del turismo tan importante en la economía española y que en La Mancha puede ser un importante generador de empleo, además de contribuir a la puesta en valor de la calidad objetiva de nuestros vinos. Por ello, desde la Denominación de Origen se ha apostado por impulsar la Ruta del Vino de La Mancha integrada dentro del producto turístico de las Rutas del Vino de España.