Carlos Blanco, actor y monologuista

“Mi relación con el vino es maravillosa gracias a los amigos que tengo en A Illa, que me enseñaron a apreciarlo”

Un hombre que asegura disfrutar de cada momento de  la vida y en verdad parece ser así cuando habla con la misma intensidad y pasión de su trabajo con Almodóvar o de dónde podemos comprar “el mejor bocata del mundo de calamares” para disfrutarlo en un playa de su Arousa natal. O cuando asegura emocionado haber recibido un montón de mensajes felicitándole por su actuación en el Teatro Colón: “No se me ocurre nada más bonito que alguien te diga, oye, ayer contigo lloré de risa”. 

Llega a la entrevista, que tiene lugar  en un bar de A Illa, pedaleando en su bicicleta ‘vintage’. Es Carlos Blanco, monologuista, actor, activista y, quizás en breve, cantante.

En su encuentro con “Cepas y Vinos”, que discurre en gallego, Blanco promete novedades en un futuro, porque “mi cabeza no para”, y nos cuenta qué queda de aquel Ladislao de “Mareas Vivas”. En esencia, este Carlos Blanco es un buen tipo.

Sabía que tiene un blog de homenaje?

Lo sé y ya se lo he agradecido a Nuria, que es la persona  que lo hizo durante un montón de años. Yo desconocía esa ‘cosa’, ese  trabajo tan grande que ella estaba haciendo. Cuando me enteré y valoré el asunto, porque en realidad nunca me preocupé de estas cosas, de lo que se escribe sobre mí. Con decirte que no veo mis propias series… No me preocupaba demasiado porque creo que si estás a esas cosas, pierdes demasiado tiempo. Un día, esta persona me traspasó el blog y desde entonces soy yo el que se encarga de recopilar mis trabajos.

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Actor, presentador, guionista, monologuista, activista…  Es usted todo un hombre del Renacimiento

Activista, ya menos. Luché por muchas causas, a veces todavía lo hago, pero en este momento la cosa está tan complicada que tienes la sensación por momentos de ser la Madre Teresa de Calcuta. No das para tanto.

¿Queda alguna faceta de Carlos Blanco que todavía no conozcamos?

Hay una que todavía queda y que creo que la haré algún día, que es la de cantante. Cantaba de pequeño en el coro de la iglesia, era solista,  y lo hacía bien. Cantaba en un coro llamado Airiños y me gustaba. Pero con los años la voz se me puso más grave. No obstante, es cierto que tengo en mente un espectáculo porque, como diría Roberto Vilar, mi cabeza no para. Esta tarde  estaré  ensayando lo que será nuestro nuevo espectáculo, “Menú do día”, con Luis Davila,  el dibujante del Faro, maravilloso, que se estrenará en primavera, calculo que sobre el mes de marzo. Creo que va a ser algo que no se ha hecho nunca, con dos humoristas, uno de ellos gráfico, trabajando simultáneamente. Luis va a crear viñetas sobre lo que voy a contar, el público podrá ver a dos creadores trabajando al mismo tiempo. En una pantalla gigante Luis irá dibujando lo que yo esté contando en ese momento. Va a ser precioso, o eso es lo que creo, y es en este espectáculo en el que estoy trabajando, pero mi cabeza sigue dando vueltas y cuando éste se estrene, y si el público sigue respondiendo, tengo un espectáculo pensado ya para el 2015, en el que cantaré.

“No diré que entiendo de vinos, pero sí sé lo que me gusta”

Del Carlos Blanco de Mareas Vivas al que protagoniza su espectáculo actual, qué queda?

Creo que queda la esencia, este soy yo, para bien y para mal, con mis defectos y mis virtudes, soy yo. Entiendo que a mucha gente no le caiga bien, entiendo eso perfectamente y lo respeto profundamente, es lógico. Si caes bien a todo el mundo, malo. Si empiezas a ser una Beyonce o un Enrique Iglesias, eso para mí no tiene interés, es un producto. Y oye, que les vaya muy bien y ganen mucho dinero, pero no soy yo. Sobre lo que me preguntabas, ahí está ese mismo individuo, salvo que 20 años más viejo, con 20 años de cosas y de experiencias de todo tipo encima. Pienso que soy un ‘cachiño’ más sabio e intento hacer las cosas cada vez más sencillas, más fáciles…

En 2006 rodó “Volver” con Pedro Almodóvar, que es el sueño de todo actor nacional e internacional. ¿Cómo recibió la noticia?

Fue una experiencia muy curiosa, porque era un papel tan pequeño que un actor como Javier Cámara no lo aceptaría -un gran tipo Javier-. Y bueno, se lo daban a uno un poco de segunda y recuerdo perfectamente el casting, lo que vi. Yo hice el casting con Almodóvar y con Penélope Cruz sentada a mi lado. Estábamos haciendo escenas en el despacho de Almodóvar, un sitio maravilloso, y era un día de mucho calor. Recuerdo perfectamente que llevaba una camisa azul y creo que gané el papel porque a Almodóvar le gustó mucho el azul de la camisa, porque es un director que piensa en colores. Y yo era consciente, me vestí a propósito de azul, no  fue algo casual. Y recuerdo perfectamente que vi a una actriz y a un director enamorados, y yo allí, en el medio, porque alguien tenía que decir esa frase. Recuerdo también a Penélope, guapísima, con una piel como nunca antes había visto, preciosa, que le decía a un director “haz de mí lo que quieras” y que ese director le decía “te voy a  dar un Oscar”. Eso fue lo que vi, yo fui testigo de esto. Y yo ahí, diciendo mis cuatro frases. Con “Volver” tengo también una anécdota muy divertida que de repente un día recibes un mensaje de una amiga que te dice: “estoy en Tokio y acabo de verte”. Para mí rodar unos minutos de esa película es como poder decir: “oye que fui suplente en la Final de la Copa de Europa, estuve allí y qué caray, también jugué ese partido”. Y para que se entienda el perfeccionismo de Almodóvar, que nada es casual, poca gente sabe que en una escena yo llevé su cazadora porque no le convencía ninguna de las que me ponían en las pruebas de vestuario. O que viajé dos días a Madrid exclusivamente para darle la réplica a Penélope Cruz  por teléfono, en una escena en la que yo no estaba en cámara  por lo que mis frases las podría haber dicho cualquiera. Pero no, Pedro llevó al actor. Por eso Almodóvar es quien es,  por eso se ve en Tokio, le hacen homenajes en San Francisco y por eso las actrices se pelean por trabajar con él.

Uno de sus últimos proyectos ha sido “O Apóstolo”. ¿Cómo ha sido la experiencia de un largometraje tan ‘sui generis’ que le ha llevado incluso a Moscú para promocionarlo?

“O Apóstolo” creo que es una peli que merecía mejor distribución de la que tuvo, que  fue mucho más apreciada fuera que aquí. Un poco, salvando las distancias, como lo que sucede con Almodóvar. Fue la primera película de animación que entró a concurso en el Festival de Moscú, la primera también que entró a concurso en Málaga. La factura de “O Apóstolo” es impresionante, deslumbrante, de verdad. Pero, bueno, fue una pena. Por lo demás, orgulloso de haberla hecho. La sensación de verte en un muñeco como tú, con tus mismos gestos… Es un gran trabajo, hice un trabajo de actor con toda la seriedad del mundo.

También estrenó en este 2013 la película “La Estrella”, con Ingrid Rubio y Carmen Machi, dos grandes actrices. ¿Qué recuerdos tiene de esta película?

Son curiosos porque cuando me llamaron para hacerla -que fue, además, Carmen quien me lo pidió, porque nos conocemos y apreciamos-, me lo pensé. Hacer de maltratador, qué duro. Porque yo soy de los que se implica, de los que cuando se mete en un personaje me lo curro. Y al final dije sí, vamos a hacer un maltratador de esos que nunca se ven en el cine, un maltratador manso, el más común, ése que no ves venir, el calladito, el mosquita muerta. Y no estoy descontento de lo que hice pero por esa peli tuve que decir no a un personaje fijo en “Matalobos”. Y lo siento mucho porque me hubiera encantado estar, me parece  una buena serie. A veces, con estas apuestas nunca sabes si vas a acertar o no, porque finalmente “La Estrella” no fue muy bien en taquilla. Yo aún no me atreví a verla, porque fue duro meterte en la cabeza de un tipo de éstos, que, por otro lado, conoces. Por otra parte, trabajar con Carmen fue una pasada, es una actriz soberbia. Si hay alguien que aún no vio a Carmen Machi en teatro, que corra a verla, que vaya  a ver lo que haga. En “La Estrella” tenía que meterle miedo, mirarme con miedo y yo sentí que era así.

De entre los premios que ha recibido a lo largo de su carrera, ¿cuál le ha hecho mayor ilusión?

La medalla que me dio Vilagarcía tuvo para mí un sabor especial. El poder dar el pregón en mi pueblo, llegar en bicicleta… Porque yo soy el hijo de Manolo el de las bicicletas, mi sobrina tiene una tienda donde las vende y yo me paseo por A Illa, que es donde vivo, en una de ellas. Así que llegar al pregón montado en bicicleta, rodeado de mis sobrinos, me encantó. Fue un día muy feliz, en el que homenajeé a mi madre, una persona muy importante que perdí con 21 años. La verdad es que fue especial.

“El vino es mi vicio favorito, un placer”

Hábleme de las “Noites de Retranca”, que es lo que le ocupa, entre otras cosas, en la actualidad. ¿Qué se puede encontrar el  público?

En la última que hicimos hasta ahora, que fue en A Coruña, el público se encontró con una gran noche de humor. Fue hace dos semanas y aún me están llegando mensajes que dicen cosas maravillosas. Porque qué mejor que alguien te diga que lloró de risa. Una buena parte del público lloró de risa esa noche, qué mejor eslogan que ése.

¿Y cuándo uno no está de humor, cómo provoca la risa?

El escenario es completamente terapéutico. Tengo una anécdota con mi hijo el día de la actuación en el Teatro Colón, donde hicimos seis horas de directo para grabar los DVDs, y entre una función y otra teníamos muy poco tiempo. Estábamos en el ascensor del Colón, que es de tres pisos, para bajar al escenario y de repente miré para él y le pregunté si estaba bien. Él me dijo que sí y yo le decía que me parecía preocupado. Y él, después, me decía: “cómo cuando vas a entrar en un escenario donde te esperan 800 personas, que han pagado por verte, lo que te preocupa es la cara de tu hijo…”. Y yo le decía que mi hijo estaba por delante de todas esas personas, si no, no tendrían sentido. La foto y las risas están muy bien pero lo importante, a mí lo que realmente me importa es ver a mi hijo feliz.

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Transmite usted una imagen cercana, de tío enrollado, campechano,  sincero. ¿Eso le ha ayudado en su faceta de monologuista?

Sí, aunque después también te perjudica cuando la gente te echa la mano al cuello con relativa facilidad. Todo tiene pros y contras. Podría tener una imagen más distante pero… Por ejemplo, Carmen Machi es mucho más dura que yo en estos temas pero es que si no, no viviría. Un día estaba comiendo con ella y nos interrumpieron seis veces para pedirle una foto. Entonces, o pones una barrera y les dices amablemente que no, aunque la persona se marche pensando qué tía más desagradable, o no vives. Esa gente debería ponerse en su piel, a ver cuándo come caliente. Carmen  no puede viajar en metro, ella es una estrella.

La catástrofe del Prestige, la política minera de la actual Xunta, el cese de dos compañeros de la TVG. ¿Un personaje público está obligado a dar la cara, sobre todo en estos momentos?

No, y además tampoco me apetece ser un activista profesional. Soy un actor y soy una persona. Tengo mis ideas, tan respetables como las de cualquier otro, pero de repente hay algo que te toca o que te implica y por la misma razón que actúo este viernes para los  del Alzheimer. Quien me critica por decir públicamente lo que pienso sobre las cosas espero que también me agradezca  lo que llevo dado, porque con el dinero que he entregado podría haber dado un par de veces la vuelta al mundo. En Inglaterra o en Francia, los actores son condecorados y aquí… Un actor destacado en Inglaterra es Sir y aquí es el mona ése de la ceja. Yo no pido medallas, pero que no insulten. El Concello de Santiago tiene un ciclo de cómicos llamado “Os falabaratos”. Falabarato es un insulto. A mí me invitaron a participar  y dije que no, que muchas gracias, pero que fueran a insultar a su prima. Por qué no hacen un concurso de cantantes y lo llaman los cantamañanas. Falabarato es alguien que no cumple sus promesas. Falabarato es Rajoy, no yo. Un respeto.

Recientemente ha firmado la Carta de Consumo Responsable y Solidario, una iniciativa de la Irmandade Galega de Agroalimentarios e Adegueiros, y en alguna otra ocasión ha sido pregonero de celebraciones como la Festa do Viño do Ribeiro (2007). ¿Cuál es su relación con el vino?

Uf, mi relación con el vino es maravillosa gracias a la Illa de Arousa, gracias a los amigos que tengo aquí, que me hicieron apreciar el vino hace más de diez años. Y hoy en día, diría que es mi vicio favorito, un placer. Gasto mucho dinero en vino, procuro beber buenos vinos. No bebo vino a diario pero cuando bebo, bebo bien. No diré que entiendo de vinos, pero sí sé lo que me gusta y lo que no, confío en Parker pero no soy devoto. Conozco no sólo Rioja o Ribera del Duero. Conozco los vinos de Alicante, los Trasmontanos, he tomado vinos en Toro, disfruto con el Cabernet, he probado vinos chilenos, californianos, argentinos y australianos. Y algo sé. Disfruto tanto del vino que con mi amigo portugués António Zambujo, que es disco de platino en este momento en Portugal, hacemos un intercambio maravilloso. Yo le paso el vino que más me gusta y él hace lo mismo. Y nos gustaron tanto los respectivos vinos que los dos encargamos más. En verdad, tengo una relación muy placentera con el vino, disfruto muchísimo.

¿El vino daría para un monólogo?

Por supuesto, y para un disco también. De hecho, hay un cantante portugués, Vitorino, que tiene un disco dedicado exclusivamente al vino.

¿Cuáles son sus proyectos de futuro?

Vivir todo lo mejor que pueda, disfrutar de la vida… Cuando cumplí 50 años hice una fiesta y tomé la firme decisión de que lo que me quedase de vida, mucho o poco, fuera para disfrutar lo más que pudiese. Y en ésas estoy.