Busco vinos que tengan identidad, que sean un reflejo de su zona
Álvaro Ribalta es uno de los siete españoles que ostentan el título de Master of Wine, el mayor reconocimiento en el sector del vino. Tras media vida desarrollando su carrera en Reino Unido, ha vuelto para lanzar en España Massal Selection, su propia importadora, distribuidora y tienda online con la que pretende aportar su grano de arena para internacionalizar un poco más el sector. Además, está desarrollando su peculiar club del vino, una iniciativa para descubrir botellas singulares cada dos meses directamente a domicilio. Hablamos con uno de los máximos expertos de nuestro país, y el único MW que se dedica a la distribución en España.
De ingeniero mecánico a Master of Wine, ¿cómo se pasa de un extremo al otro?
Me gradué, pero realmente nunca ejercí. Al acabar la carrera, en 2006, me fui a Londres a mejorar mi inglés y comencé a trabajar en restauración. Me fui aficionando al vino cada vez más, y tuve varios trabajos que me acercaron mucho a ese mundillo. Durante los primeros años aún tenía la intención de buscar trabajo de ingeniero, por lo que decidí hacer un Máster en Quality Engineering Management por la London South University. Precisamente durante ese Máster me di cuenta que me gustaba el mundo de la gastronomía, en concreto del vino muchísimo más. Y hasta ahora. Me replanteé mi carrera, cursé el diploma WSET y empecé a trabajar en el sector de la distribución de vinos en Londres, hasta que volví a España.
¿Cuándo decides preparar el título de Master of Wine? ¿también casualidad o era una idea que ya estaba encima de la mesa?
No me lo había planteado nunca, pero nuevamente, el destino es caprichoso. Al acabar el Diploma, que es el nivel 4 WSET, se me presentó la oportunidad. Me fue estupendamente bien y como premio me concedieron una beca para costearme el primer año del Master of Wine. Y decidí intentarlo.
¿Prepararlo es tan duro como dicen? ¿cómo compaginaste su estudio con el trabajo?
Sí, es duro por muchas razones: se necesita tener un bagaje profesional amplio, experiencia, diplomas… empiezas como pronto alrededor de los 30 años, una edad más madura que cuando empiezas una carrera universitaria, por ejemplo. Precisamente por eso, lo tienes que combinar con tu trabajo que a su vez si estás ahí es porque ya has adquirido ciertas responsabilidades. No se presenta al MW un ‘friegaplatos’, tienes que saber mucho. Y luego, está la familia. Si fuese dedicación única, como cuando entras en la universidad, preparar el Master of Wine sería más asequible. Es una titulación mínima 3 años, pero lo que realmente la hace complicada es la convivencia del estudio con la vida familiar, las obligaciones laborales y lograr que todo se mantenga en un buen equilibrio, hay que ser muy estricto con la disciplina de trabajo.
En España sois 7, ¿tenéis un grupo de whatsapp? ¿quedáis alguna vez todos?
Pues, no hablamos lo que nos gustaría, la verdad. Sí hay un grupo, pero no tenemos tiempo –ríe–. Siempre que intentamos hacer una quedada nunca sale adelante porque todos tenemos mucha faena, y no podemos encontrar un hueco. Somos pocos y espero que se vayan uniendo más al club aquí en España.
¿Y ese esfuerzo ahora lo trasladas a la enseñanza para que haya más MW?
Estoy justo ahora impartiendo una Boot camp, una prueba simulacro de un examen de MW de cata a los alumnos españoles. Hacemos 3 exámenes en 3 días. Hay inscritos sobre 350 personas en todo el mundo, en España se presentan como 25 alumnos. Solemos echarle una mano entre todos, para que les sea un poquito más sencillo, o por lo menos cuenten con nuestra experiencia como referencia. Y para nosotros también es muy divertido seleccionar los vinos, preparar las catas… es una buena experiencia.
Eres el único Master of Wine que se dedica a la distribución en España, ¿por qué?
Porque es mi trayectoria, es lo que llevo haciendo toda mi vida se podría decir. Primero en Reino Unido y ahora en España. Los demás son enólogos, tienen otros proyectos claro; Jonas Tofterupahce hace vino y es formador en su escuela de vino en Málaga. A la formación nos dedicamos un poco todos, aunque sea esporádicamente en estos Boot camps, catas, seminarios… Actividades complementarias a Massal Selection, la compañía que fundé hace dos años, donde vendemos vino artesanal a clientes particulares y distribuimos a restaurantes, bares de vinos y tiendas especializadas.
¿Qué te llevó a abrir Massal Selection?
Al volver a España me di cuenta de que, a diferencia de Reino Unido – donde hay muchas empresas– aquí hay menos. El mundo laboral no se mueve tanto, los altos cargos no rotan. Cuando la gente llega a una posición de responsabilidad no se suele mover. No iba a tener las mismas oportunidades, así que decidí montármelo por mi cuenta.
Soy especialista en la distribución a restauración, que es el 90% de la facturación a día de hoy, pero no quería dejar pasar la oportunidad de vender al cliente final, por lo que además abrimos el club de vinos.
¿Cómo funciona ese club?
En el club de vinos se ofrece una selección exclusiva de tres botellas cada dos meses a los suscriptores. Con una cuota de 65 euros, que incluye ya el envío, puedes disfrutar en tu casa de vinos dedicados a restauración, desconocidos en España, o etiquetas más especiales que selecciono yo personalmente. No pienses que es un canal que uso para sacarme vinos de encima, todo lo contrario: me encanta poder ofrecer algo diferente para aquellos que les gusta explorar nuevos sabores y sorprenderse. Me gustaría seguir desarrollando esta idea, y todo en general: la empresa va bien, crecemos, en dos años hemos conseguido ya tener a un comercial en Barcelona. Mi objetivo e ilusión ahora es establecernos como una empresa de referencia en el panorama nacional.
¿Cómo haces esa selección de vinos exclusivos en Massal?
Tengo un portfolio bastante amplio, pero siempre estoy buscando cosas nuevas para intentar diferenciarme de la competencia. Es lo que más me gusta hacer: buscar nuevos vinos para mis clientes. Es lo que más me motiva sin duda
¿Eres muy purista o te permites explorar?
Para nada. Todos los vinos que me suelen gustar tienen las mismas características comunes: están hechos por gente que trabaja su propio viñedo, busca una identidad clara de su territorio y trata su materia prima con total respeto. Busco vinos que tengan identidad, que sean un reflejo de su zona, elaborados con variedades autóctonas. Me gusta que sean vinos elegantes, bien hechos, que no tengan defectos… Me gusta trabajar con productores que no añaden muchos aditivos al vino, que trabajan con la mínima intervención, pero suficiente. Quiero decir: el vino tiene que estar bueno y bien hecho. Y también me gustan los vinos muy bebibles, que no sean pesados, busco ese término medio entre elegancia y mínima intervención, pero suficiente.
¿En tu portfolio hay sitio para los vinos gallegos?
Sí claro. Trabajo con Bodegas Fulcro en Rías Baixas y con Pablo Soldavini de Ribeira Sacra.
¿Qué opinas sobre ellos?
Evidentemente, me gustan mucho–ríe–. Son viticultores pequeños, elaboran su propio vino, son respetuosos con el producto. Son un fiel reflejo de la zona donde están, las variedades que cultivan y por eso son vinos que tienen cabida en mi selección.
Desarrollaste tu carrera profesional en Londres, ahora que has vuelto, ¿cómo valoras el sector en España respecto a lo que conocías de primera mano?
Reino Unido – Londres especialmente –es la capital del mundo del vino a nivel global. Si no está en Londres, no merece la pena dicen. Es un mercado muy diferente al español. Aquí hasta hace muy poco a penas se bebía vino de fuera, ahora empieza a introducirse el vino francés, pero no se suelen ver muchos vinos extranjeros…algo de italiano y alemán, en Galicia quizás vino portugués por cercanía… A penas se encuentran, ni se conocen. En Londres te encuentras vinos de todo el mundo. Es muy común ver vinos de Chile, Australia, Argentina, Nueva Zelanda… yo con mi distribuidora, pretendo aportar mi granito de arena para que estos vinos comiencen a conocerse.
¿Qué hacemos mejor en España, sabrías decir?
Lo que tenemos de positivo en España es que en restauración el vino es muy barato, comprado con Reino Unido, por ejemplo, u otros países. Para empezar, el IVA aquí es de un 10%, que ya rebaja mucho el precio. Entre IVA y margen del restaurador o distribuidor en otros países nos ponemos en 10 -15 euros, y eso se nota. Los márgenes de restauración de ciudades como Londres son muchísimo más altos, una botella España que en España cuesta 25 euros en Londres llega a las 70 libras. El hecho de que los vinos sean más baratos, posibilita que al ir a un restaurante podamos disfrutar de un muy buen vino, en una buena copa, bien servido… en toda España. Hasta en el pueblo más recóndito, no sólo relegado a las grandes ciudades, como sucede en otros países europeos. Aquí existe una cultura de vino y no hace falta gastarse mucho para conocerla si te interesa. Tenemos acceso a muy buenos vinos por muy poco dinero, pero el 95% será vino español, que es el pero.
¿Nos recomiendas un par de vinos que vayan a despuntar este 2024?
Mestres Elena de 2018, de la región del Penedès; un albariño, el Sal da Terra 2022; y por último un rioja: José Gil Labastida 2022.