Casal de Armán

Ustedes participan con sus vinos en ferias y muestras por todo el mundo, cómo articulan estos viajes?

Para asistir a ferias y catas, lo que hemos hecho es crear una asociación, Ribeiros del Avia,  con la que vamos a las ferias en las que entendemos que podemos captar un importador para unos determinados mercados como Londres, Alemania, Estados Unidos… Lo que estamos viendo es que lo que realmente valora la gente  en estas ferias es que haya una continuidad. El primer año prueban  y se van, pero en las ediciones siguientes, te ven, se acuerdan de tí, de que han probado tu vino, cómo es. Quieren catar añadas anteriores, además de la actual, porque quieren ver la evolución de la bodega. La internacionalización no es una cosa de un día, es una carrera de fondo.

¿En qué países se encuentra su vino, además de España?

Si hablamos de  Europa, te puedes encontrar nuestros vinos en Holanda, Bélgica, Francia, Suiza, Inglaterra… Ahora estamos intentando meternos en Rusia pero es un mercado muy complicado, aún asocian los vinos europeos a vinos muy exclusivos, muy caros  y si no le llegas con un vino que tenga un precio desorbitado, desconfían de la calidad. También estamos en Estados Unidos, casi estamos en Panamá  y, como curiosidad,  hemos vendido mucho vino en Australia. En Casal de Armán entendemos que la internacionalización es algo que lleva su tiempo pero  para nosotros es una apuesta clara de futuro  necesaria para seguir creciendo como bodega.

¿Dónde pretenden introducirse en un futuro?

El mercado apetecible para todos nosotros es Estados Unidos, porque no estamos hablando de  un país, son 52. Nuestra política de exportación es esa, la de no tratarlo como un único país, es algo que nos obliga a ir más lentos pero también es más interesante y pensamos que, a la larga, más productivo. California es, por ahora, el estado en el que estamos vendiendo más vino. También estamos vendiendo mucho  en Nueva York y en Iowa, donde, curiosamente, nos compran sobre todo vino tinto en un porcentaje mucho más elevado  que el blanco (80% de tinto, 20% de blanco).

La necesidad de unas instalaciones apropiadas para llevar a cabo esta aventura desembocaron en la restauración de un viejo casal del siglo XVIII que estaba en ruinas. La familia González Vázquez compró la propiedad y, después de ocho años de duros trabajos, hoy acoge con esplendor un hotel rural, un restaurante de cocina gallega y su bodega

¿Cómo definiría sus vinos, tiene alguno preferido?

Yo me decanto personalmente por los vinos dulces, que es algo minoritario que estamos haciendo en la bodega pero que me apasiona.  Casal de Armán es un vino que te va a sorprender porque tiene una untuosidad que no la relacionas con un vino del año, es muy goloso, es una explosión en boca. Hemos buscado una forma de elaboración en la que siempre prima que el vino sea muy denso en boca, aunque por ello pierda un poquito de aroma. Después, tiene tonos de manzana, sandía,  heno. Son vinos de una acidez muy equilibrada lo que significa que una copa va a incitar a seguir bebiendo. Tenemos otras elaboraciones que son Armán Finca Mi Señora, que es una crianza sobre  lías en depósito de acero inoxidable. Hacemos crianzas en depósitos muy pequeños porque jugamos con una proporción muy grande de lías, lo que nos da vinos muy untuosos, muy complejos, que al embotellarlos van a estar totalmente desestructurados. Por eso, antes de ponerlos en el mercado van a estar con nosotros en la bodega, como mínimo un año en botella. Y después, según las catas que hagamos, lo ponemos o no lo ponemos en el mercado. Estamos haciendo sobre 2.500 botellas anuales de esta marca. Y lo que estamos buscando son vinos que nos aguanten varios años, sin límites. Hemos hecho catas desde el 2005, estamos en el 2012 y la verdad es que es una forma de elaborar con la que estamos consiguiendo lo que buscábamos, vinos mucho más untuosos que un vino del año, pero que al criarlo sobre lías, los aromas primarios no van a ser los primeros que te aparezcan. El primer aroma que te va a surgir es a confitería y a medida que va pasando la comida es cuando nos vamos a encontrar con los aromas reales de la treixadura. Son vinos para degustar con tiempo, vinos blancos que a lo mejor habría que decantarlos igual que hacemos con algunos tintos. Es una línea totalmente distinta de elaboración, con la cual tú vas a disfrutar porque es un vino que a lo largo de la comida va a cambiar su sabor para  sorprenderte. La treixadura es una variedad que se adapta perfectamente a los vinos de guarda, tanto sobre lías en acero inoxidable (Finca Misenhora), como en crianza en barricas (Armán Os Loureiros). Estas dos marcas que tenemos en el mercado son 100% treixadura y hemos escogido una finca concreta dentro de todos los viñedos que tenemos, sobre todo por el suelo que tiene esa parcela concretamente.

En Casal de Armán tenéis un proyecto muy interesante con el vino dulce en el que está involucrado el restaurador Pepe Solla. ¿En qué consiste?

Pepe Solla nos llamó un día porque estaba muy interesado en un vino dulce gallego y sabía que nosotros estábamos experimentando en este sentido, se lo presentamos y le está encajando en muchas comidas y en muchas presentaciones. En vinos dulces hacemos experimentos todos los años y un día se nos ocurrió congelar la uva. Por la forma que tenemos de elaborar el vino en Casal de Armán, tenemos la facilidad de tener una cámara que en un momento dado la podemos poner a -20 grados. El primer experimento consistió en prensar la uva, y meter el mosto en la cámara a menos veinte grados. El resultado final fue bueno pero no nos acabó de convencer, así que al año siguiente lo que hicimos fue prensar la uva congelada y nos salió mejor, nos gustó más. Hemos estado varios años probando variedades y formas de elaborar hasta que hemos conseguido lo que tenemos ahora, un moscatel de grado miudo, que no es una cepa autóctona pero que lleva toda la vida en el Ribeiro, y un vino de unos 13 grados y medio. Encaja bien para un aperitivo y para un postre. Empezamos este año a comercializarlo, es el Armán Doce.

El edificio que alberga la bodega se halla situado en un anexo al viejo casal. Construidas siguiendo la tradición arquitectónica gallega, las instalaciones de la bodega combinan con sencillez piedra y maderas nobles con la más moderna tecnología en maquinaria para la elaboración de vino: depósitos de acero inoxidable, prensas neumáticas, mesa de selección, bomba de trasiego peristáltica, equipo de control de temperatura…

¿Cómo ha sido el año  2012?

La cosecha 2012, para mí personalmente, ha sido excepcional, posiblemente tengamos unos vinazos pero de aquí a que lleguen a la botella pueden pasar demasiadas cosas. No obstante, la sensación es que van a ser vinos muy buenos. No ha sido una producción tan excesiva como el año pasado, ni una producción mínima como en otras ocasiones. El verano fue cálido, con alteraciones, pero si has salvado la cosecha, creo que va a ser un muy buen vino. En cuanto a las ventas, creo que a día de hoy hay que ser muy creativos para vender vino, estamos inmersos en una crisis muy grande que está afectando a todos los sectores. Lo que está claro es que los hábitos en el consumidor final están cambiando y si antes salías varias veces a cenar todos los sábados, ahora sales uno y el resto cenas con amigos en casa. Y ahí sí te permites poner en mesa prácticamente cualquier vino, porque lo que te ibas a gastar en un restaurante, me voy a una tienda especializada y tengo ese vino que quería por un precio más módico. Como bodega tienes que reaccionar y ver dónde te interesa estar, que a lo mejor no es dónde querías estar hace cinco o seis años, por ejemplo en un lineal de determinados supermercados. Hay supermercado que tienen referencias de vinos que no las tienen en una vinoteca. A nosotros lo que realmente nos preocupa como bodega es cómo va a tratar ese supermercado el vino desde que yo lo vendo hasta que llegue al consumidor. Prefiero que nos pidan sobre consumo, aunque para nosotros es bastante más complicado, porque de esta forma podemos asegurar la calidad. Estamos en una época en la que hay que ser ágiles, tener muchas ideas, conseguir ponerlas en marcha  y  salir fuera. Desde Ribeiros del Avia nos ha cogido la crisis con un camino ya hecho en el exterior de más de cuatro años, con lo cual, yo salgo fuera y no tengo la urgencia de vender ya. Esas prisas  en el mundo del vino son  muy malas porque te obliga a bajar los precios, hacer promociones y todos los que estamos aquí, sabemos lo que nos cuesta hacer el vino.

¿Y con tanta tecnología y tantos adelantos,  al final todo depende del clima?

El tiempo lo es todo. Habrá alguna marca que hace millones de botellas, y que en Galicia hay alguna, que ha acostumbrado a su cliente a que el vino siempre sea el mismo. Eso, de bodega para adentro, se puede conseguir. Pero hay otras bodegas que queremos expresar lo máximo posible la variedad y la tierra, y para hacerlo necesitas unos parámetros que identifiquen tu vino. Eso es lo que va a definir una vendimia en esta bodega, a partir de ahí, si yo tengo un verano muy seco como el de hace dos años, vamos a tener aromas a frutas muy maduras, dentro de lo que es la característica de la variedad. Si tenemos un verano como éste, te va a dar unos aromas totalmente distintos a los del año pasado. La misma variedad cambia según el tiempo que tengas. Nosotros hemos llevado una política dentro de bodega de influir lo menos posible en todo el proceso de elaboración y creo que ese es el camino.