Entrevista a Fina Cabaleiro, propietaria de la Bodega Pilares de Belesar
«El estrés de mi actividad diaria, de mi profesión, se me va con un día en Belesar»
Cuando un proyecto nace para responder a una ilusión se nota . Pilares de Belesar es una bodega familiar que Fina Cabaleiro adquirió en 2014 y donde se elaboran dos vinos de autor, un Godello y un Mencía. La bodega, que se encuentra en Belesar, en el Camino de Invierno a Santiago, es acogedora, con todo el encanto de un lugar que alberga pedazosde la historia en cada una de sus piedras. Y de un escenario tan intenso sólo podían salir unos vinos como «Asolagados», un lujo para el paladar y para la vista, con una botella diseñada por Rei Zentolo que guarda muchas sorpresas.
-¿La bodega Pilares de Belesar es herencia de familia o es un proyecto actual?
Pilares de Belesar nace a raíz de que Riberas del Morrazo no arrancaba y como tampoco había una denominación de origen, un día llegamos a Belesar nos gustó el sitio y también la bodega, que ya existía. Y hace ahora dos años que somos propietarios de Pilares de Belesar.
¿De dónde viene su interés por el mundo del vino?
Siempre vinificamos vino en casa, pero poco a poco me fue envolviendo más. Es algo qjue me encanta.
¿Y cómo es vinificar en Ribeira Sacra?
Nosotros somos de Marín y vinificar en Ribeira Sacra es mucho más complicado. Allí todo es en bancales, no llega un tractor, una máquina sulfatadora, todo es a mano. Mis viñedos son en ladera, así que imagínate la complicación.
-Sus dos vinos están elaborados con uva propia en hectárea y media de viñedos de cepas centenarias, pero también con otra que compran a productores de diversas zonas. ¿No es difícil controlar la calidad de la uva de otros?
Son viticultores de la zona, sabes perfectamente cómo trabajan y cómo tratan la viña porque los ves, así que es como si fuera mi propia uva.
La primera añada en Pilares de Belesar es la que se está vendiendo ahora, ¿consiguió el vino que quería a la primera?
Sí, pero gracias al enólogo, claro. Tenía muy claro qué tipo de vino quería, «Asolagados» había nacido en otro sitio, y el vino no me gustaba, no era lo que estaba buscando. En este añada conocimos al enólogo Pablo Estévez un poco antes de vinificar y hablando con él, aceptó el proyecto y aquí estamos. También para él era el primer proyecto en Ribeira Sacra, su primera experiencia seria en esta D.O.
-Su vino, además de por la calidad, también se caracteriza por su imagen ya que los diseños de sus botellas son de Rei Zentolo. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Conocí a Rei Zentolo en unas charlas, nos hicimos amigos y cuando surgió este proyecto, hablé con él y le transmití lo que quería. Él consiguió plasmar todo lo que buscaba en una imagen que rememoraba los cincuenta años de una historia del pueblo, con los embalses de Peares y Belesar. Buscando nombres, aprovechamos la conmemoración de ese episodio y un largometraje que estrenaron con gente del pueblo, así nació «Asolagados». Y la sorpresa final fue que también reflejó toda esa historia en la botella, así que cuando está llena no se ve nada, como cuando el río va lleno que no se ven las construcciones anegadas, y a medida que se vacía la botella, van apareciendo las construcciones que hay debajo del río.
¿Cuál es la producción actual de la bodega?
Muy pequeña, elaboramos 7.000 botellas. No me he marcado objetivos de producción, creo que eso es algo que lo va a marcar la venta del vino. Esta bodega es una ilusión, no es mi trabajo, no dependo económicamente de esta actividad, le dedico mucho tiempo porque me encanta. De todas formas, si las ventas nos indican que tenemos que crecer, lo haremos poco a poco.
-Empezó el proyecto de Belesar porque no había una Indicación Xeográfica Protexida do Morrazo para los vinos de esa zona, ahora que ya es una realidad, ¿abandonará el proyecto de Belesar?
Bueno, no voy a dejar atrás esa bodega de Ardán (Marín), que es donde yo vivo y donde comencé con este mundo, pero también es cierto que Belesar, si puedo, no lo quiero abandonar. El estrés de mi actividad diaria, de mi profesión, se me va con un día en Belesar.
¿Y ha logrado contagiar esa pasión que tiene por el vino a su familia?
A mi hija mayor, que también hizo vinificación en Ponteareas, le gusta. Mi marido está embarcado y este mundo no le tira tanto como a mí, no sé yo si cuando se retire, le atraerá. Y la otra niña tiene 12 años, aún es muy pequeña, no sé qué hará en un futuro.