Adega Dona Paca

‘Nos alejamos de los vinos fotocopia: son todos iguales’

Contaban con 29 y 26 años cuando decidieron montar una bodega, pero también con una idea clara y una gran experiencia a sus espaldas a pesar de su juventud. Es la historia de Álex Pardo y Manu Casal, amigos y socios que se lanzaron de cabeza a por su sueño y recuperaron una bodega tradicional en la parroquia de Líncora, en Chantada, para elaborar un vino diferente, con la mínima intervención y no apto para cualquier paladar. Dona Paca es el resultado de la casualidad, el trabajo duro, un gran conocimiento del sector y un sueño común. En su primer año, ya cuenta con tres marcas en el mercado: 2.000 botellas de Nosa, un blanco godello y treixadura; otras 2.000 de Noso, un tinto mencía y Abella, un blanco de la variedad dona branca que ha estado seis meses en barrica y del que se lanzaron 500 botellas. Entrevistamos a Álex Pardo, que acaba de cumplir 30 años y ya ve cómo su sueño comienza a materializarse.

Con la bodega Dona Paca ya habéis sacado la primera añada, de 4.500 botellas, con dos tipos de blanco y un tinto. ¿Cómo comienza este primer capítulo de historia?

El proyecto comenzó porque estaba buscando una bodega en la zona de Chantada, que me gustaba bastante para establecerme. Tenía el contacto del bodeguero que finalmente nos la alquiló desde 2020, pero las circunstancias no se dieron en aquel momento. Entonces, conocí a Manu. Estuvimos trabajando en Regina Viarum, y durante los descansos empezamos a hablar. Él era de Chantada, yo tenía en mente iniciar allí mi proyecto… todo encajaba. Así empezó Dona Paca.

¿Por qué Dona Paca? ¿de dónde viene?

Nosotros entendemos el mundo del vino de una manera rural. El vino es campo, es la Galicia más auténtica, más profunda. Queríamos reflejar un poco esa cultura gallega, matriarcal, donde las mujeres tienen un gran poder dentro de las familias: sobre todo entre las familias campesinas, agricultoras, etc. Dona Paca es nuestro pequeño homenaje. Realmente, Paca podría ser cualquier otro nombre, pero es una amalgama de nuestros apellidos: Pardo, el mío; y Casal, el de Manu. Paca es un juego de palabras de ambos conceptos.  Además, nuestro logo, es un símbolo formado por la D y la P, la D da la vuelta y la P formando una figura de la señora mayor.

Dona Paca parte entonces de una bodega que estaba en desuso, ¿por qué la elegís?

Era una bodega…idílica, digamos. Era toda de piedra, enterrada dentro de la tierra, en un pueblito así bastante pintoresco, cerca de los viñedos. El lugar perfecto para este proyecto. En Ribeira sacra no hace mucha gente vino blanco, entiendo que igual por eso seguía libre. Nosotros nos metimos de lleno, vamos. Fue casualidad, o que estaba para nosotros.

¿Cuál fue el mayor desafío que al que os enfrentasteis al revivir una bodega que llevaba tanto tiempo en desuso?

Tenía los depósitos de acero inoxidable, alguna bomba, alguna cosilla más… y nosotros sólo la habilitamos un poco. También compramos algunas cosas: maquinaria, algunos depósitos, barricas… la pusimos a punto simplemente.

¿Cuál es la filosofía de Dona Paca?

Nosotros nos centramos en la elaboración de viñedos blancos, porque hay un nicho de mercado, digamos. No existen muchos viñedos blancos en Ribeira Sacra. Conocimos a un viticultor mayor, que trataba el viñedo de la manera que nosotros queríamos, o por lo menos más cerca de lo que nosotros queríamos: sin uso de herbicidas, sin uso de ciertos productos químicos… somos muy artesanales. Buscamos marcar mucho las variedades autóctonas, bajar las dosis de sulfuroso y darle mucho carácter al vino. En resumen, queremos reflejar básicamente son vinos naturales, de poca intervención, mejor dicho. De la mínima intervención posible, para representar la autenticidad de las variedades.

Has trabajado como enólogo en cinco países y elaborado vino en diversas regiones de España. ¿Qué te ha aportado esa experiencia internacional a la hora de crear un vino tan único como los de Dona Paca?

Gracias a este bagaje tengo una visión mundo del vino de una manera global, ¿no? Con diferentes tipos de variedades, diferentes tipos de vinificaciones, maquinarias, etc. Esto me lo permitió, aparte de conocer otros países, otras culturas, otras formas de vivir también… Todo ello, a la hora de trabajar aporta muchas cosas. Por ejemplo, trabajo con guías, ciertas vinificaciones… tengo muy claro lo que quiero y lo que busco en cada vino. Me centro en la vinificación que quiero hacer. Vinificaciones que representen las variedades, alejándose de los vinos comerciales y de los vinos fotocopia, que son todos iguales. Estamos muy acostumbrados a ver, por ejemplo, godellos que son todos iguales. Nosotros intentamos reflejar la realidad de Chantada, de ese granito, de esa lluvia, de ese clima más fresco, y llevarlo al godello con esos aromas a manzanas… aromas que son terapéuticos.

Habéis lanzado tres marcas con la primera añada. Nosa, Noso y Abella. ¿Qué hay detrás de cada uno?

En Nosa, intentamos salir un poco de los vinos clásicos de Ribeira Sacra, que son casi un 70% godello y 30% treixadura. La idea es que fuera un vino con la acidez muy bajita, que no te diera ese punch, ese golpe de acidez al entrar, y que fuera muy de trago largo, ¿no? A la vez que fuera muy ligerito de aromas y de sabor. Pero que fuera fácil de beber, no sé cómo explicarlo bien. Era un vino que queríamos que fuera apto para todo el público, para todos los consumidores. Muy fácil de beber, con esa acidez que cuando te das cuenta, ya te has bajado la botella, porque está muy bien equilibrado en todos los aspectos, ni acidez alta, ni alcohol alto… es un vino muy equilibrado.

Noso, es nuestro manaje a los tintos que se hacen en las casas de Ribeira Sacra. Esos vinos se elaboran con todas las variedades que hay por allí plantadas, sin que la gente sepa ni lo que es, porque muchas no saben ni qué tienen.

Y Abella quizá es nuestro vino más gastronómico. Es un vino potente, se pasó 6 veces en barrica de roble francés de sexto uso quizás, que comprobamos que llevaba vino tinto, probablemente. Decimos más gastronómico porque tiene la acidez un poquito más marcada, es muy graso, casi un tinto. Tienes enes esa sensación de vino tinto, usando la variedad de Dona branca, que se utiliza más bien para hacer copas, para rellenar.

Aunque no estáis dentro de la denominación de origen Ribeira Sacra, ¿tenéis planes a futuro para integrar vuestro proyecto en alguna denominación, o preferís manteneros independientes?

Preferimos mantenernos independientes. Al final, es la forma que tenemos de conservar nuestra esencia. Queremos hacer un producto más de la tierra, de carácter, artesanal, con uvas cultivadas por nosotros mismos y por viticultores locales para conseguir un producto de la mejor calidad y con la mínima intervención.

A futuro, si decidís aumentar la producción, ¿cómo garantizaréis que no se pierda la esencia artesanal que habéis mantenido hasta ahora?

Tenemos claro que en el futuro la bodega puede crecer, pero desde el principio nos pusimos un limite precisamente por este motivo, para no perder esa esencia que no se nos vaya la producción a mucho para poder mantener la esencia y el cuidado que ofrecemos con nuestros vinos.

Tenéis experiencia en turismo, ¿influye en la forma en que estás posicionando los vinos de Dona Paca en el mercado?

Acabamos de empezar a dar los primeros pasos en turismo, con pequeñas visitas a la bodega y a los viñedos. A día de hoy no es uno de los pilares de nuestra estrategia de ventas, pero somos conscientes de sus beneficios, ya que ayuda al conocimiento al de la marca y a la difusión de nuestra filosofía.

Estamos alineados en cuanto a eso, y seguro que en un futuro cercano será una parte más importante de la bodega y de la estrategia de mercado.

¿Qué tal está yendo la vendimia este año?

El año pasado elaboramos 4.500 botellas, este año vamos por las 6.000 unidades. Así que estamos contentos, a pesar de que fue un año duro, porque sufrimos varias plagas. Pero mantenemos la ilusión y creemos que vamos a tener un vino de mucha calidad. Además, seguimos trabajando en nuevos proyectos, ya que estamos enfocados en crear una gama de entrada, es decir, un vino más de copeo para darnos a conocer, menos técnico. Es una nueva marca que saldrá a principios de 2025 y creemos que va a abrirnos muchas puertas.