Seguramente si preguntamos a cualquier español más o menos aficionado al mundo del vino sabrá decirnos varias marcas de vinos blancos gallegos y le costará mucho más recordar alguna de tintos. Lo mismo podría pasarnos si le preguntamos por variedades de uva, donde con seguridad nos dirá tres blancas mientras que en tintas difícilmente habrá quien sepa pasar de la Mencía.
Esta primera reflexión tiene su lógica, Galicia es tierra de blancos, a excepción seguramente de Ribeira Sacra, donde la Mencía es la reina absoluta, aunque poco desarrollada por el momento fuera de Galicia y “monopolizando” casi en exclusiva la mayor parte del consumo de tintos gallegos dentro de nuestra comunidad. Pero, ¿eso fue así históricamente?, bueno, hay expertos que sostienen que sí, siempre fuimos elaboradores principalmente de blancos, pero hay datos que no nos dejan ver lo mismo.
Si nos centramos en lo que tenemos documentado, según datos históricos aportados por la “Enquisa do Marques de la Ensenada” recogidos en el libro “Viñedos e Viños de Galicia” escrito por Alain Huetz de Lemps podemos saber que:
En Valdeorras A mediados del siglo XVII se producían alrededor de 190.000hl. de vino, del cual “Las cepas más comunes son Garnacha, Grao Negro y Mencía y también hay algunas cepas de blanco, Xerez, Godello y Valenciana, no obstante, es más frecuente que la uva blanca se mezcle con la tinta”.
En Monterrei su producción estaba entorno a los 120.000 hl. y “algunas cepas son de uvas blancas como dona branca, godello y xerez, pero la mayoría son tintas, grao negro, verdella, bastardo, negreda, tinta gorda, albarello y tinta fina. La mezcla de estas uvas tintas da vinos de graduación media y son raros los productores de vinos blancos”.
En los valles del Sil y el Miño (hoy en día Ribeira Sacra), “Los vinos de estas zonas provienen de mezcla de numerosas variedades, albarello, brancellao, mouratón, carnaz y tinta femia que posteriormente fueron sustituidas por variedades provenientes de otras provincias, Grao Negro y Garnacha que toleran mejor el injerto sobre vid americana. El vino de Amandi es un Clarete muy fino y muy claro compuesto sobre todo por Mencía”.
“En el Valle del Rosal, bien protegido del mar por la masa compacta de la Groba, la vid ocupa 200ha. El vino blanco que se produce con el Albariño y algo de Xerez llegó algunos años a alcanzar los 11º e incluso los 12º. Por el contrario, en el fondo de la Bahía de Baiona, valle protegido del Miñor, encontramos hermosas parras de blanco chispeante (Albariño) y un vino bastante común con las variedades Caiño y Mencía.”
“El vino Blanco y el vino tinto se reparten más o menos la mitad de la producción en la Ribeira do Avia, quizás con leve predominio del tinto. En 1608, el monasterio de San Clodio de Rivadavia recibe 553 moios de tinto y 355 de blanco, pero el vino blanco cuesta mucho más caro que el tinto. A finales del Siglo XVI el blanco vale 16,5 reales el moio mientras que el tinto no vale más de 11 reales. El vino blanco fue quien hizo famosas las tierras del Avia.”
Todos estos datos históricos nos indican que no siempre y no en todas las zonas fue el vino blanco el rey, aunque en lo que hoy conocemos como el Ribeiro y Rías Baixas claramente si lo fue. Los ingleses eran enamorados de los “grandes vinos de Rivadavia” y esos eran blancos por norma general, sobre todo a partir de la admirada treixadura.
La actualidad está mucho mejor definida, hoy claramente Galicia es tierra de blancos, aunque solo fuese por el volumen de ventas de cada tipo, pero ¿sabemos que variedades son las más importantes? Yo creo que sí, pero repasaremos algunas de ellas.
La reina de las blancas gallegas podemos considerar que es la famosa Albariño, conocida y reconocida en todo el mundo, no en vano hasta la gran zona de Burdeos ha autorizado su plantación.
Variedad predominante en la D.O. Rías Baixas, podemos encontrarla en casi todas las otras denominaciones de origen y en varias IXP’S, siendo más residual hasta el momento en Monterrei, Val do Navia y Valdeorras, y estando presente en Ribeiro y Ribeira Sacra, pero con pocas hectáreas y muy predominante en la IXP Barbanza e Iría. Esta variedad se caracteriza por su excelente aporte de acidez, de hecho, se planta en muchas zonas del resto de la península para precisamente poder aportar frescura a sus variedades autóctonas. Está perfectamente adaptada a los climas atlánticos extremos, sobre todo plantada en emparrado tradicional, que es como la encontraremos en prácticamente el 100% de las plantaciones de la D.O. Rías Baixas. Puede dar vinos con mucha complejidad, extremada elegancia y calidad suprema sin mucho esfuerzo, basta que el terroir sea el adecuado y las condiciones de la añada excelentes y encontraremos vinos a la altura de los mejores blancos del mundo.
Para conocerla genéticamente y sus orígenes recomiendo la lectura de la Guía de Vinos, Destilados y Bodegas de Galicia que edita Paadín Wines, en la que se hace un repaso genético por variedades de absoluta y obligada lectura. En ella se nos indica que la Albariño tiene parentesco con las Caiño Bravo (Tinta) y la caiño branco por un lado y con la Savagnin por otro lado y que a su vez esta última viene emparentada con la branco lexítimo (Albarín) entre otras. Hoy día conviene no confundir Albariño con Albarín, que no son la misma uva, aunque seguramente sean primas lejanas.
Otra de las nuevas “reinas” es la godello, predominante en Valdeorras, donde mejor se expresa según el que escribe, y en Monterrei. Una variedad que en poco tiempo se ha puesto de moda y que poco a poco avanza por las mesas de medio mundo con gran éxito entre el consumidor. Esperemos que ese éxito no acabe siendo efímero y consiga, aparte del éxito, el prestigio que de momento no creo que haya aún alcanzado, salvo excepciones reconocidas por “gurús” del vino internacional y algunas otras que de momento no son tan conocidas.
Siguiendo los estudios de la Guía Paadin la Godello estaría emparentada con la savagnin, lo que nos lleva a que sea familia lejana de la Albariño anteriormente citada, con la Castellana Blanca y por su otra rama con la tinta marufo.
La godello es una variedad que se expresa con elegancia y con mucha calidad cuando las condiciones de terreno, orientación, clima… son las adecuadas. Y que en su defecto nos dará vinos afrutados, golosos, ricos y muy del gusto del consumidor que no busca que se lo pongamos difícil a la hora de disfrutar un buen vino. Una buena godello siempre tendrá un final ligeramente amargo, será compleja, con fruta rica, acidez media y en casos de uvas excepcionales una mineralidad al alcance de muy pocos.
Y la tercera en discordia yo diría que es la treixadura, típica e histórica en el Ribeiro, pero presente en abundancia en la subzona Condado do Tea en la D.O. Rías Baixas.
Genéticamente Alejandro Paadin nos explica que una parte de su “árbol genealógico” viene de la Palomino fino y de la Abadesa y por el otro lado tiene sus raíces en la espadeiro branco, loureira y caiño bravo (tinta), con lo que podemos decir que es prima lejana también de la Albariño y a su vez de las anteriormente nombradas. Es decir, en el fondo las variedades gallegas de un modo u otro acaban emparentadas, algo lógico por otra parte porque el desarrollo de la historia tiene que ver con la genética de estas variedades que se van adaptando, mezclando y dando nuevas variedades.
La elaboración de monovarietales de treixadura es una moda reciente, aunque de esto hablaré al final del artículo, que se está imponiendo en la D.O. Ribeiro al albur del “éxito” anterior de la “marca” albariño o godello. Siendo una variedad que para mi gusto donde es perfecta es en el “coupage” con muchas buenas amigas del viñedo, sin duda tengo claro que los más grandes del ribeiro serán en su mayoría plurivarietales, al menos eso me dice la experiencia.
Es una variedad con acidez baja, muy floral y que elaborada en monovarietal da grandes vinos, del gusto de mucho consumidor experto y no tan experto, pero que como decía su summum lo alcanza cuando la acompañan otras grandes uvas blancas.
A partir de aquí tenemos infinidad de variedades, resumo algunas de las más importantes a día de hoy:
Branco lexítimo, la última en ponerse de moda, se hizo famosa en Betanzos, aunque su origen se establece en Asturias y Valle del Navia y presente en Barbanza. Desde hace pocos años también gana mucho terreno en la D.O. Ribeira Sacra, que está en la labor de ganar peso en blancos.
Agudela, que parece ser que equivale a la Chenin Blanc francesa, también presente en Betanzos y Barbanza casi exclusivamente y con muy poca producción, se utiliza en la mezcla con la branco lexítimo y cuando es elaborada en monovarietal nos dará vinos poco expresivos en la parte de primarios, pero cuando es tratada con barrica, lías o velo flor consigue mucha finura, elegancia y complejidad.
Caiño blanco, otra de las variedades importantes en Rías Baixas, aunque con muy poquita producción y más centrada en la zona del Rosal y también presente en Monterrei y Ribeira Sacra. En Rías Baixas se utilizó históricamente para mezclar con el albariño y hacer los “Rosal” que siempre serán plurivarietales. Como buena caiño su acidez siempre tiene que ser seña de identidad, no excesivamente frutal y sobre todo si no madura bien nos dará algunas notas vegetales.
Loureira, también fundamental en el Rosal para la mezcla con Albariño y otras, pero presente en prácticamente todas las zonas de Galicia. Su nombre lo adquiere del “Loureiro”, nombre gallego del Laurel, porque aromáticamente recuerda a esos aromas. Muy floral y amplia de aromas si no la controlas puedes hacer una colonia sin darte cuenta. Como curiosidad hay que decir que en el Morrazo se la conoce como “espadeiro blanco”.
Dona branca, no demasiado extendida está más presente en las D.O. de Ourense y se utiliza siempre en la mezcla. No se conocen monovarietales de esta variedad.
Torrontés es otra de las grandes uvas gallegas, presente en Rías Baixas, Ribeiro, Valdeorras y Ribeira Sacra, se usa en los coupages y muy raramente, aunque algún caso hay, como monovarietal.
La denostada palomino fino o xerez, variedad bastante neutra, pero instalada en Galicia por su alta productividad y su resistencia a enfermedades. Da vinos de poca calidad y no conozco ningún ejemplo de gran vino elaborado como monovarietal de Palomino en Galicia.
Lado sería otra de las que encontraremos por el Ribeiro, al igual que otras tantas siempre se utiliza en la mezcla y que podemos encontrar casi exclusivamente en el Ribeiro.
Albilla do Avia, reconocida recientemente como variedad autorizada, solo la encontraremos en el Ribeiro, con muy poca producción y casi extinguida. Está en proceso de recuperación.
Otras variedades presentes, pero con producciones bastante residuales son, branca de Monterrei, garrido fino, moscatel de bago miudo, pirixeleira, planta fina, promisión, silveiriña.
Y dejo el cierre para la última incorporación a las variedades autorizadas en Galicia, lleva apenas un mes como variedad oficial y autorizada para elaborar vino, la ratiño. Se localiza en Barbanza y Rías Baixas y se caracteriza por ser una uva de tamaño pequeño con tres pepitas lo que la hace muy tánica a la hora de elaborar vinos por su escasa proporción de pulpa vs piel y pepitas. Como mejor se comporta es con el largo reposo y paso de botella, son vinos de guarda que cuando son mostos son “imbebibles” y cuando salen de bodega son rudos. Con el paso del tiempo y la acción de la botella consiguen matices sorprendentes de bosque, hongos, frutas maduras, pero siempre manteniendo ese carácter rudo y tánico.
Antes de cerrar este artículo me gustaría reflexionar sobre tres cosas que me parecen importantes. La primera es que acabamos de hacer un humilde repaso por las variedades blancas, pero tenemos que tener cuidado con no centrar todo en la uva, sin más especificaciones. Sin duda sin uvas no podemos hacer vino y si la uva es de mala calidad no podemos hacer buen vino. Pero que una uva sea buena depende de muchos factores, el más importante es su adaptación edafológica, es decir, su adaptación al terreno, al clima, a la zona… Y eso no siempre se tiene en cuenta. Vamos a los locales de hostelería y pedimos un godello, o un albariño, pero no le ponemos apellido, y eso es peligroso porque acabaremos bebiendo Albariño o godello plantado en el parque del Retiro donde esa adaptación no se ha producido y su calidad no será la esperada. Por lo tanto, pongámosle apellido al pedido y pidamos un albariño gallego o un godello gallego y así evitaremos desagradables sorpresas. No quiere decir que no pueda haber grandes godellos de fuera, baste el ejemplo del Bierzo, con algunos de los mejores, pero ojo, si lo queremos del Bierzo pidámoslo del Bierzo.
Esto me lleva a la segunda reflexión, últimamente vemos muchos eslóganes pegadizos como “O Rei do godello” o apuestas a llamar al vino por su variedad, por ejemplo la treixadura, en D.O’s que hasta ahora no habían apostado tan claramente por poner la variedad por delante de la propia D.O. Humildemente opino que hay que tener cuidado con esto porque comercialmente, a corto plazo, puede ser interesante, pero luego vendrán de otras zonas donde producen calidades inferiores y precios mucho más competitivos y nos comerán la tostada. Rías Baixas supo corregir a tiempo ese problema porque todos sabemos (y sigue pasando, pero ya mucho menos) que hubo un tiempo en que no se pedía un Rías Baixas, se pedía un Albariño. Eso hizo que se vendiesen en Galicia Albariños de Costers del Segre y de Ribeira Sacra… ¿Era malo eso?, para el consumidor no necesariamente, pero para Rías Baixas sí, porque pagaba la publicidad para que otros se beneficiasen. Hoy ya se ha corregido eso bastante y el consumidor sabe que Rías Baixas es la D.O. donde se producen los mejores Albariños del mundo, y ese matiz es muy importante.
Cierro con la tercera reflexión, el vino gallego, gracias sobre todo a sus blancos, está de moda en todo el mundo y eso hace que un montón de actores, Bodegueros, Distribuidores, Sumilleres, prescriptores, Consejos reguladores, políticos, consumidores… rememos duro para ayudar a que eso se consolide. Pero mi humilde opinión es que remamos muy duro pero cada uno para un lado, el que le interesa, y eso hace que, si bien avanzamos, lo hacemos de un modo lento y desordenado. Creo que urge en Galicia reunir a un comité de expertos independientes (yo humildemente puedo dar alguna idea y hoy e nombrado en este artículo a uno de ellos) formado por gente externa, con conocimientos en el mundo del vino en Galicia y sin intereses particulares, para que aporten luz e ideas sobre el plan estratégico del vino gallego en su conjunto y el plan estratégico de cada D.O. en concreto. Deberíamos poner en común problemas comunes y buscar soluciones a los problemas puntuales de cada D.O. desde una perspectiva experta e independiente. Eso, según mi opinión, ayudaría y mucho a que seamos aún mucho mejores de lo que somos.
Ha dicho este humilde opinante
Sumiller e CEO de Choiva Vinos