El CSIC destaca la importancia de la descripción de variedades de vid del herbario más antiguo del mundo y el estudio de retablos barrocos para el avance del sector vinícola

“La vid, el vino y el CSIC” del Real Jardín Botánico de Madrid se prorroga dos semanas, hasta el próximo 10 de enero, ante el gran éxito de público alcanzado con más de 20.000 visitantes

La exposición ‘La vid, el vino y el CSIC’ pone de relieve la importancia de las investigaciones del CSIC sobre la descripción e identificación de las variedades de vid existentes y su origen para el desarrollo del sector vitivinícola actual. “Aunque resulta complicado dar una cifra del número de variedades de vid existentes, podemos hablar de unas 10.000 y el CSIC es precursor en su estudio, localización, descripción y conservación. Incluso hemos rescatado de su extinción algunas de ellas, que ahora se utilizan para elaborar vinos de alta calidad. España es el país con más Denominaciones de Origen y el de mayor número de zonas vitícolas diferentes. Las investigaciones llevadas a cabo por el CSIC han contribuido a que España sea, además, el país con la mayor diversidad de variedades de vid del mundo”, explica la Dra. Carmen Martínez, comisaria de la muestra y directora del Grupo de Viticultura de la Misión Biológica de Galicia (MBG) y comisaria de la exposición.

Las investigaciones de la Misión Biológica de Galicia en relación al herbario de Simón de Rojas, el más antiguo del mundo, y el Barroco forman parte de la exposición del Real Jardín Botánico de Madrid, que permanecerá abierta dos semanas más, hasta el próximo 10 de enero, ante el éxito de público obtenido al superar las 20.000 visitas.

La MBG ha identificado el origen de cinco variedades de vid (Albariño, Loureira, Albarello, Dona Blanca y Palomino Fino) gracias al estudio comparativo entre sus hojas y racimos reales, con los que aparecen representados en las columnas salomónicas de retablos barrocos (Siglo XVII) ubicados en distintas iglesias de Galicia y Asturias.

“A pesar de que escritos griegos y romanos hablaban ya de la existencia de numerosas y diferentes variedades con nombres concretos, no es hasta el siglo XIX con Simón de Rojas cuando se establece un sistema de descripción botánica que permite identificar las variedades de vid. No se podía por tanto demostrar, más allá del XIX, la antigüedad de cultivo de una variedad concreta, en una zona determinada”, afirma la Dra. Carmen Martínez.

Simón de Rojas, considerado el primer ampelógrafo del mundo, fue pionero al establecer un método científico de descripción de variedades de vid. En la actualidad, la MBG trabaja en identificar mediante técnicas ampelográficas y de ADN las variedades de vid su herbario, que datado en 1802 es el más antiguo del mundo. Esta investigación, que recoge ‘La vid, el vino y el CSIC’ permitirá conocer qué variedades se cultivan hoy y cuáles se han extinguido. “El hecho de poder completar sus descripciones con nuevos estudios, directamente sobre el material del herbario, permitirá saber qué variedades podrían haber desaparecido, cuáles conocemos en la actualidad con notro nombre, la antigüedad del cultivo en España de alguna de ellas, cómo han evolucionado a lo largo de estos siglos y muchas otras cuestiones de gran interés científico e incluso comercial para la viticultura española”, insiste Carmen Martínez.

 ‘La vid, el vino y el CSIC’ evidencia la trascendencia a nivel económico, social, científico y cultural de la vitivinicultura, a partir de 200 años de investigaciones multidisciplinares desarrolladas por el prestigioso organismo científico. Se trata de la primera vez que una muestra recorre la historia de un sector tan estrechamente relacionado con la cultura y singularidad de España.

El CSIC, que genera el 20% de la producción científica nacional, es la institución con mayor porcentaje de transferencia de resultados al tejido productivo, tal y como se puede corroborar en ‘La vid, el vino y el CSIC’, que cuenta con la colaboración de 9 bodegas: Terras Gauda, Vega Sicilia, Marqués de Riscal, Grupo Estévez, Freixenet, Abadía da Cova, Borsao, Alto Moncayo y Lustau y la Plataforma Tecnológica del Vino; y la participación de 29 centros de investigación.