Bodegas Sampayolo

Entrevista a Javier García, propietario de Bodegas Sampayolo

«El vino es romántico hasta que te tienes que enfrentar de una forma trágica a lo que es la venta»

Bodegas Sampayolo se constituyó en junio de 2002 a iniciativa de Javier García y con el respaldo incondicional de sus numerosos amigos y familiares. El promotor de este idea ha logrado compaginar su afición por el mundo del vino con sus estudios universitarios poniendo en marcha este proyecto en Valdeorras, su tierra, donde todo empezó. Para Javier García los sueños vienen dentro de una botella.

¿Quiénes conforman Bodegas Sampoyolo?

Realmente el único socio de Sampayolo soy yo, aunque se trata de una bodega familiar la S.L. soy yo en una parte muy mayoritaria, y después, con un porcentaje mínimo, mis padres.

¿Cómo surgió la idea e crear esta bodega?

Mi familia lleva haciendo vino toda la vida porque aquí es una zona de vinos, yo lo único que hice fue intentar profesionalizar esto un poco porque lo que hacían mis tatarabuelos, abuelos y padres era elaborar vino a granel. Así que hace doce años, me lié la manta a la cabeza y con cuatro duros que tenía y cuatro que me dejaron pues convertí esto que antes era una bodega para guardar leña y paja en una bodega de corte más moderno, con depósitos de acero inoxidable, barricas de roble nuevas, etc.

Fuiste de los primeros en apuntarte al tema del vino ecológico

Sí, en su momento cuando habíamos hecho la bodega, empezaron a sacar el sello del vino ecológico pero el problema que teníamos aquí es que la normativa está muy poco pensado para el vino gallego, tanto en los tratamientos, que te impiden dar tratamientos, principalmente sulfatos y cobres, para combatir las enfermedades de la vid que por la humedad y las características climatológicas que hay en la mayor parte de Galicia o lo das o se te muere. Así que es mejor hacer un vino que no sea ecológico pero que sea bueno. Y después la otra característica que te pedían tampoco se podía cumplir por el minifundismo que hay en Galicia, que las cinco estuvieran aisladas por unos determinados metros…. Imagínate eso aquí, que ya para conseguir una hectárea te tienes que volver loco, imagínate si encima esa hectárea tiene que estar aislada y separada por un número determinado de metros de otra finca. Así que cuando ya llevaba un año intentando sacar el vino ecológico, me di cuenta que era algo imposible. Así que lo me decidiçí fue a hacer vinos lo más respetuosos posibles con el medio ambiente, pero sin ser ecológicos.

Los primeros años consiguió varios proyectos por esta iniciativa empresarial, qué tenía de diferente Sampayolo

Esta es una zona muy pobre y el premio me lo dieron por Iniciativa Local de Empleo porque aquí hay poco dinamismo, y yo lo presentaba con 23 años. Y cuando presenté este proyecto en la Universidad de Santiago, creo que me dieron el premio porque se trataba de un proyecto bien armado, también me dieron el premio de iniciativas empresariales.

Las primeras bodegas de Sampayolo salieron al mercado en el año 2003, ¿fue emocionante?

La verdad es que la primera producción no llegó a nada porque creo que hicimos 4.500 botellas y entre las ganas que había de probarlo, los amigos, los compromisos y lo que se vendió en el mercado, en cuatro meses se acabó el vino. Recuerdo que hicimos una presentación en Santiago, en varios restaurantes, en Ourense y en A Coruña, y claro que fue emocionante, siempre lo es cuando pones tanta ilusión en un proyecto y después ve la luz.

Y después de las 4.500 del primer año, ¿ahora mismo en qué producción están?

Ahora entre blanco y tinto, debemos estar en 25.000 botellas. La bodega ahora mismo tiene capacidad para hacer unas 35.000 botellas y yo soy de la filosofía de que lo mejor es hacer siempre 1.000 menos de las que seas capaz de vender. El vino es romántico hasta que te tienes que enfrentar de una forma trágica a venderlo. Si tienes que ir pidiendo clemencia para que te compren el vino, mal asunto. Por ahora me va bien con las 25.000 botellas, si el año que viene veo que se me quedan muy justas, haré 26.000, pero nunca 50.000.

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¿En qué zonas está vendiendo mejor?

Nuestro mercado principal es Galicia, pero también tengo distribución en Madrid, Valencia, Barcelona, Canarias y en breve empezaré a vender en Asturias. Fuera de España, por ahora tengo un distribuidor pequeño en Londres.

¿Es posible conquistar el mundo desde Valdeorras?

Por supuesto. A esta zona ha venido gente de la Primera División del sector vinícola como Telmo Rodríguez, Jorge Ordóñez, Rafa Palacios, gente que antes de hacer el vino ya lo tienen vendido. Juegan en una liga superior, son profesionales reconocidos que cogen el vino de cualquier bodega y pueden venderlo al doble de precio de lo que lo vendemos nosotros. Nosotros, los pequeños, lo tenemos bastante más difícil pero el ejemplo de estas personas que te nombre indica que sí, que desde Valdeorras se puede llegar a todo el mundo. Han puesto en el mapa la Denominación de Origen y, por ende, a todos las bodegas de esta zona. Nos han ayudado a todos los de aquí a colocarnos en el mapa.

¿Qué tienes los vinos de Sampayolo de especial?

Son vinos que reflejan es zona: suelos muy pizarrosos, cepas que en su mayoría pasan de los 35 años, sobre todo de Godello y de Garnacha, y variedad. Todas las uvas que entran aquí son de mis viñedos o son de fincas de por aquí, de este contorno.

A falta de un gran presupuesto para dar a conocer sus vinos, usted ha apostado por la creatividad…

La creatividad es fruto de la necesidad, si no hay pasta, te tienes que buscar la vida de otra forma. Al final todo requiere dedicarle un poco de tiempo para estudiar las posibilidades que tienes, sobre todo las relacionadas con las nuevas tecnologías para ser capaz de llegar al mayor número de gente posible. Antes tú ponías un cartel para anunciar que iba a ver un evento, y ahora el mensaje te aparece directamente en el móvil, o a través de las redes sociales. Uno debe adaptarse a lo nuevo porque aunque vivas en el pueblo, la tecnología que tienes al alcance es la misma que tiene un tipo que vive en Nueva York o en Londres.

Uno de sus proyectos más conocidos fue la compra de una finca a través del crowdfunding, es decir del micromecenazgo, ¿fue difícil?

Fue difícil que entendieran en qué consistía el proyecto. Cuando se lo dije a mi padre y a los clientes del bar que tiene, me decían que estaba como una cabra. Después, al explicarles en detalle en qué consistía el proyecto, ya les parecía menos locura. También les parecía raro que lo que me interesaran las cepas de garnacha centenaria de esa finca que quería comprar, porque aquí lo que hacían con esa variedad era arrancarla. Y a los que participaron el proyecto lo que les brindé fue la posibilidad de probar un vino único. Al final lo que vendes es exclusividad.

Al final participaron unas 200 personas, que aportaron entre 20 y 100 euros, ya que había tres modalidades de recompensa y aportaciones (20, 50 y 100 euros).

¿Con qué nos va a sorprender este 2016?

Tengo varias ideas en mente, pero prefiero no adelantar nada. Primero quiero consolidar el proyecto de la garnacha y después darle la forma final al producto de esta finca, que quiero que sea algo especial. También tengo un vino dulce y un vermouth, pero que aún no han salido a la venta. Son pruebas con microproducciones, porque cuando decido sacar algo al mercado tengo que estar muy seguro. De todas formas, en este punto me gustaría decir que cualquier nuevo proyecto está muy condicionado a la cantidad de papeleo que te piden para sacar un producto nuevo al mercado. A nivel administrativo, te machacan con mil cosas. Con todo nuevo producto es empezar de cero y en una bodega pequeña en la que eres el productor, el comercializador, el director de Marketing, el técnico, el que embotella, el que va a las viñas, la burocracia agota. Eso es básicamente lo que retrasa cualquiera de las nuevas ideas que tengo.