Entrevista Sandra Estévez, enóloga
«Vengo de una familia de viticultores, a veces creo que mi predisposición genética a ser enóloga era muy alta»
Aunque nació en Alemania, sus raíces, su familia y sus recuerdos están en Galicia. Hoy Sandra Estévez (Bensheim, 1983) trabaja como enóloga en el Priorat, un lugar que define como mágico por «la coordinación entre su particular clima y su orografía caprichosa», donde recaló tras una estancia en Artesa Winery (Napa Valley, California). Bisnieta, nieta e hija de viticultores, Sandra se muestra especialmente orgullosa de su hermano Pablo, uno de los enólogos gallegos con mayor proyección internacional, y asegura que gracias a él disfruta muy a menudo de vinos extraordinarios del Riberiro, Rías Baixas y Ribeira Sacra. Por ahora volver no entra en sus planes, pero reconoce que cada mes disfruta de unos días en casa.
¿Qué hace una enóloga gallega en el Priorat?
Esforzarme cada día para estar a la altura del equipo “Vinícola de Priorat”, el cual decidió que debía ser un miembro más hace ya siete años. Es todo un honor ser una de las vocalistas del proyecto con más historia de la DOQ. Pronto se cumplirán 100 años del momento en el que varias familias humildes de viticultores unieron sus recursos en defensa de su producto. Durante este tiempo hubo quien se rindió y abandonó la carrera, pero la mayoría fieles a su cometido, siguieron adelante luchando y defendiendo el cooperativismo a pesar de ser injustamente menospreciado en muchas ocasiones.
A día de hoy me resulta muy gratificante ver como se sienten orgullos de que el esfuerzo que realizaron, o en muchos casos el de sus padres o abuelos, mereció la pena. De todas formas, todos tenemos muy claro que el partido continúa.
¿Cómo llegó a esta zona?
Es algo que me pregunto muy a menudo. Después de estudiar Enología en la Universidad de La Rioja y tras una estancia en Artesa Winery (Napa Valley, California), el azar y la suerte se aliaron conmigo y me brindaron la oportunidad con la que soñaba desde mi época de estudiante.
Priorat despierta fácilmente la inquietud de cualquier enólogo. Es mágico ver como la coordinación entre su particular clima y su orografía caprichosa, sobre la que se asientan viñedos de suelos de licorella (pizarra), diseña una viticultura perfecta.
Las infinitas posibilidades que regala Priorat a pesar de ser una de las DDO más pequeñas de nuestro mapa vitivinícola y su gran potencial enológico me sedujeron nada más aterrizar en la zona.
¿Hay mucha diferencia entre trabajar en una bodega tradicional y una cooperativa como la Vinícola del Priorat, con más de 400 socios?
Creo que mis funciones y responsabilidades no difieren mucho de las de enólogo/as que desarrollan su trabajo en otras bodegas. El Consejo de Administración de Vinícola de Priorat delegó en el 2004 todo el funcionamiento de la sociedad cooperativa en una gerencia con la misión de marcar y perseguir unos objetivos anuales. Por lo tanto, el funcionamiento es muy similar al de cualquier otra entidad privada.
Desde la gerencia se ha formado un equipo técnico encargado de supervisar la producción en todas sus etapas y definir la estrategia comercial adecuada a cada momento.
Para mí es muy interesante ver como un proyecto que se fundó con el carácter más humilde del cooperativismo funciona en su día a día como cualquier otra sociedad privada y pisa con fuerza y seguridad en un mercado cada día más competitivo.
Entiendo que sea en Galicia o en el Priorat el trabajo del enólogo siempre pasa por conseguir el mejor vino, la mejor calidad…
Creo que éste es siempre el objetivo de cualquier enólogo, trasladar el máximo potencial de un determinado viñedo a una botella, que cuando el vino llega a la mesa del consumidor invita a éste a un viaje al punto de partida. De todas formas, y en mi opinión, la misión del enólogo va mucho más allá del reto de elaborar un vino de calidad, una botella de vino no es un producto impersonal. Un vino envuelve historia, paisaje, cultura, costumbres, esto es para mí lo que realmente hace fascinante nuestra profesión.
¿Lo de la enología le viene de familia?
Soy bisnieta, nieta e hija de viticultores y además, hermana de uno de los enólogos referentes en Galicia, Pablo Estévez Meléndez. A veces creo que mi predisposición genética a ser enóloga era muy alta.
¿Qué fue lo que le interesó de esta carrera?
Una vez terminada Ingeniería Técnica Agrícola (ITA) en el año 2006 y tras realizar el proyecto fin de carrera en la Estación de Viticultura y Enología de Galicia, la posibilidad de estudiar Enología en la Universidad de La Rioja me resultó muy atractiva. ITA es una titulación multidisciplinar, de materias muy diferentes por lo que optar por una especialidad me pareció la mejor de las opciones en aquel momento.
A día de hoy, considero que la elección fue todo un acierto y aspiro a desarrollar una larga trayectoria profesional dentro de este apasionante sector.
¿Qué características definen un buen vino?
Podría decir que es el que presenta un buen color, una alta intensidad aromática, una boca amable y sedosa y a la vez, una buena relación calidad precio. Pero sinceramente, en mi opinión personal, un buen vino es el que consigue que nos paremos a pensar en todo lo que esconde su etiqueta, el trabajo humilde, sacrificado y muchas veces altruista de un viticultor, cuya labor, a su vez, lleva implícita la preservación de un patrimonio paisajístico e histórico. En definitiva, un buen vino es para mí, el que tiene la habilidad de hablar sobre su origen sin tapujos.
¿Es la enología una profesión en auge para las mujeres?
En los últimos años creo que la enología no ha sido una profesión en auge ni para hombres ni para mujeres, a pesar de que el sector sorteó muy bien la crisis económica. Las oportunidades profesionales sobre todos para jóvenes enólogo/as se han visto menguadas.
La presencia de la mujer en el mundo del vino es cada vez más común aunque mayoritariamente sigue estando muy presente la figura masculina sobre todo en los puestos más cualificados como directores técnicos o comerciales.
El sector vitivinícola en España afortunadamente cuenta desde hace años con enólogas que han dejado muy claro que una mujer puede defender la profesión por todo lo alto y en cualquiera de sus facetas. A la nueva generación nos toca seguir su legado, menospreciar la desigualdad que cada vez menos presente, pero todavía se respira y luchar codo con codo con nuestros compañeros por defender la diversidad y calidad del sector vitivinícola de nuestro país tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
¿En qué consiste su trabajo diario?
No es un trabajo rutinario, varía mucho en función del momento del año y a su vez está muy condicionado por las características de cada vendimia. A grandes rasgos podemos decir que el ciclo empieza a finales de julio con la clasificación de viñedos en función de su potencial enológico, continua en septiembre con la decisión de vendimia, planteamiento y seguimiento de vinificaciones. Entre febrero y marzo suele ser el momento mágico de “copages” en el que se da forma tanto a los vinos que se embotellarán como jóvenes como a los que se destinarán a crianza en barricas.
Todas estas etapas se combinan con la colaboración directa en el departamento comercial, asistencia a ferias u otras misiones comerciales que me proporcionan una herramienta muy valiosa para desarrollar mi trabajo diario en bodega.
¿Sigue de cerca el trabajo que se está realizando con los vinos en Galicia?
A pesar de vivir a 1.000 Km de distancia estoy muy al día de la revolución del sector vitivinícola gallego, y a la vez, muy orgullosa. Veo a los enólogos gallegos como superheróes que luchan diariamente contra múltiples dificultades provocadas sobre todo por el clima y a la vez consiguen sorprender al mundo con vinos impresionantes y muy auténticos.
Además, me considero una “winelover” muy afortunada, ser hermana de Pablo me permite disfrutar muy a menudo de vinos extraordinarios de Riberiro, Rías Baixas y Ribeira Sacra. Estoy deseando que empiece a colaborar en algún proyecto en Monterrei y Valdeorras para completar mi exquisito panel de cata y disfrute.
¿Le gustaría volver?
Muchas veces tengo la sensación de que no me he ido a pesar de llevar casi diez años fuera de Galicia. Como buena gallega vuelvo casi una vez al mes y estoy muy en contacto con familia y amigos. Desde el punto de vista profesional elaborar en Galicia puede que lo considere algún día un buen reto, una prueba de difícil superación. Las condiciones de trabajo son totalmente opuestas por lo que sería casi como empezar de cero. De todas formas, debo reconocer que a día de hoy, Priorat me tiene hechizada.
¿Sus preferencias personales en vino?
Cuando abro una botella de vino intento sacarme el uniforme de enóloga y disfrutar como una “winelover” más. Mis preferencias bailan al son del momento, del plato y de la compañía. A veces opto por algo conocido y otras muchas también me dejo sorprender por estilos u orígenes diferentes.
Me encanta comer con cava y siempre reservo un poco de tinto en la copa cuando sé de antemano que me espera un postre elaborado con chocolate.
¿Qué es lo que más echa de menos de Galicia?
Compartir alguna botella de vino más con mi padres, lo hacemos a menudo, pero nos sabe a poco.