“En el vino de maceración carbónica es donde mejor se perciben los aromas del Tempranillo”
Cristina Remírez de Ganuza lleva la Comunicación de la bodega que fundó su padre en 1989 y muchas cosas más porque, como ella misma reconoce, “soy una multitarea y esto es una empresa familiar”. Entre los vinos que salen de Remírez de Ganuza destaca el “Erre punto”, su vino de maceración carbónica que expresa en todo su esplendor la variedad Tempranillo, aunque también lleve algo de Graciano, Garnacha y ya en proporciones más pequeñas, Viura y Malvasía. La bodega está ubicada en el centro de Samaniego (Álava) y está formada por una manzana de edificios, antiguos caserones del pueblo. Realmente vale la pena visitarla y probar sus vinos.
La bodega Remírez de Ganuza es relativamente joven, de 1989, pero tiene un trabajo anterior muy importante de recuperación de viñedos. ¿Cómo surgió este proyecto?
La bodega la funda Fernando Remírez de Ganuza en 1989 aunque él a lo que realmente se dedicaba en ese momento era a comprar y vender viñas. Así, durante años desarrolló un importante trabajo de agrupación de viñedos. Comparaba viñas pequeñas, que después unía, o a veces compraba tierra que estaba sin cultivar y plantaba viñas para luego vender la uva a otras bodegas. Su contacto con el mundo del vino le vino a través del campo y llegó un momento en el que al ver cómo trataban los bodegueros las uvas, que no hacían la selección que había que hacer y que a veces no discriminaban entre una uva joven y otra vieja a pesar de tener calidades diferentes, se decidió a poner en marcha su proyecto personal. Esta bodega lleva la impronta de su fundador y su filosofía de trabajo, ahora mismo casi llevada al extremo en cuanto a separación de las uvas por calidades. En Remírez de Ganuza se tiene muy en cuenta la edad, la altura del viñedo, la exposición, un montón de factores. que determinan su selección en la elaboración de los diferentes vinos. Sigue siendo mi padre el que da el OK al momento de la vendimia, que es una decisión fundamental. La verdad es que es un excelente conocedor de las viñas porque en ese tiempo que se dedicó en exclusiva a comprar y vender hizo 3.500 escrituras públicas de compras, ventas y cambios. Y todo en esta zona, que tampoco es tan grande, con lo que podemos decir sin equivocarnos que muchas de las tierras de aquí han pasado por sus manos.
¿Aprendió sobre el terreno?
Sí, en ese tiempo él también tenía que cultivar las uvas, hacer la vendimia y vender la uva a otras bodegas, y poco a poco se fue quedando con las viñas que a él le gustaban, con las que creía que podían dar vinos de muy buena calidad. Y bueno, así empezamos y así continuamos, con Fernando, mi padre, a la cabeza. Esta era y es una bodega familiar, porque en 2010 la familia Remírez de Ganuza le vendió el 50% a otra familia, los Urtasun.
En los inicios de la bodega, antes de la incorporación de José Ramón Urtasun, su padre puso en marcha importantes novedades en temas de cultivo, ¿de dónde le vino ese conocimiento?
Viajó bastante para conocer otras zonas vitícolas y, sobre todo, viajó mucho en esa época de viticultor porque como bodeguero también ha ido a un montón de países pero siempre para vender vino. En los últimos dos años junto con Jesús Mendoza, el enólogo de la bodega, han realizado intercambios de conocimiento, primero con bodegueros de Burdeos y luego con bodegueros italianos. Ahora, con la llegada de las nuevas generaciones a la bodega, mi padre empieza de nuevo a poder disfrutar de esos viajes en los que aprende un montón de cosas. Pero como decía su conocimiento es más bien autodidacta, de estar en el terreno, de visitar la viña todos los días, de patear un montón de kilómetros y también de muchos ensayos de prueba/error.
La bodega es una manzana de edificios realmente hermosa, ¿qué importancia tiene el enoturismo en la empresa?
En los últimos años hemos desarrollado más ese área, pero enseñamos la bodega desde antes de empezar a vender el vino. Mi padre empezó aquí en el 89 y la primera añada que salió al mercado fue el Reserva de 1992, que fue a finales del 97 o 98, pero anteriormente a eso nosotros ya enseñábamos la bodega, estábamos abiertos las 24 horas. Esto se debe a que, aunque la familia de Remírez de Ganuza no es originaria de Samaniego, cuando el edificio principal ya estaba terminado, nos venimos toda la familia a vivir aquí, así que abríamos 365 días al año para todo aquel que quisiera venir a visitarnos. Esa ha sido nuestra mejor herramienta de Marketing, nuestra mejor publicidad, que la gente viera esto con sus propios ojos.
¿Y sigue siendo hoy así?
Hubo un momento que el tema del enoturismo se puso tan de moda que teníamos una saturación de trabajo en ese sentido. Ahí fue cuando decidimos empezar a cobrar las visitas, un poco para tener un filtro, y ya que las cobrábamos también decidimos profesionalizar más este tema. Eso nos llevó a desarrollar esta área y ahora, además de enseñar la bodega como veníamos haciendo, ofertamos una experiencia diferente, algo más especial: visitas exclusivas para grupos de cuatro personas, con salida a las viñas y varias sorpresas. Nos vamos adaptando también a los tiempos.
¿Cuántos vinos salen ahora mismo de Remírez de Ganuza?
Ahora mismo tenemos nueve etiquetas diferentes.
¿El vino de maceración carbónica que tenéis, “Erre punto”, nació con la bodega o se incorporó más tarde?
Nació con la bodega porque el de maceración carbónica es el vino más tradicional de esta zona y a mi padre siempre le gustó. Ahora mismo la producción está en unas 35.000 botellas, dependiendo del año, que se venden en España en su totalidad. Donde más se consume es en el Norte, podríamos decir que sobre todo en la Cornisa cantábrica.
¿Qué variedades emplean en esta elaboración?
Básicamente se elabora con Tempranillo, aunque también lleva un poco de Garnacha tinta y un poco de Viura y Malvasía. En esta bodega trabajamos sólo con variedades autóctonas de Rioja, para los tintos Tempranillo, Graciano y Garnacha, y para los blancos, Viura y Malvasía.
¿Cómo describiría este “Erre punto”?
Es la expresión máxima del Tempranillo porque el “Erre punto” no pasa por barrica para nada, no toca la madera, y muestra muy bien los aromas de la fruta. En este caso como el mayor porcentaje (entre un 85 y un 90%) es Tempranillo, podemos encontrar enseguida la fresa. Cada variedad tienen unos aromas que la definen en el Tempranillo es sobre todo la fresa y la frambuesa, y cuando tomamos el “Erre punto” podemos distinguir sabores como el de los caramelos de nata, los palotes de fresa y las piruletas de toda la vida, las de forma de corazón. Por eso siempre digo que en este vino es donde mejor se perciben los aromas del Tempranillo.