El sumiller coruñés, afincado en Edimburgo, Miguel Crunia reunió el pasado lunes 20 de septiembre en el restaurante Salpica a un grupo de profesionales del vino para catar y debatir sobre la sorprendente evolución de los vinos de Betanzos, una de las zonas vitícolas más antiguas de Galicia, hoy en plena recuperación.
El encuentro fue posible gracias a la generosidad de los sumilleres del Salpica, Vanessa Varela y Manuel Otero, quienes cedieron el espacio y ayudaron activamente a convocar a sumilleres de algunos de los locales más prestigiosos de A Coruña —Jaleo, Malte, Terreo, O Secreto o A Fonte da Saúde, entre otros— a un evento al que acudieron también bodegueros y viticultores de la comarca.
Durante la sesión se cataron vinos de Adega Casa Beade, Bodegas Rilo, Adega Os Chaos y Adegas Bordel, incluyendo tanto añadas recientes como antiguas, y cuvées procedentes de viñedos singulares, en blanco y tinto. El resultado fue un consenso generalizado: los vinos de Betanzos pueden competir de tú a tú con las grandes regiones gallegas, demostrando un potencial de calidad y envejecimiento que pocos habrían imaginado hace apenas una década dentro de la realidad de una IXP.
Aun así, persiste una losa comunicacional: erradicar de la mente del consumidor la vieja imagen de los vinos de Betanzos como ácidos y peleones. Solo con el apoyo y la credibilidad de sumilleres de este nivel —capaces de servir de altavoz y de prescripción— podrá consolidar una nueva percepción que devuelva a Betanzos al lugar que merece dentro del mapa vitivinícola gallego.
El trabajo de estos pequeños bodegueros resulta clave para ello: están recuperando variedades autóctonas como la Branca Lexítima y la Agudelo en blancas, o la Roival y la Serradelo en tintas, junto a cepas tradicionales de Godello y Mencía co-plantadas en los viejos viñedos. El minifundismo de la zona, lejos de ser un obstáculo, se está convirtiendo en una ventaja: permite una segregación parcelaria precisa, paso previo para identificar las viñas con mayor potencial, aquellas que quizá algún día se consideren los ‘Grand Cru’ de Betanzos.
Miguel Crunia, que recientemente ha catado también los vinos de otros dos productores como Pagos de Brigante (en Fenavin) y Lorenzo Bescansa (en A Emoción dos Viños), publicará próximamente un reportaje completo sobre la evolución de los vinos de Betanzos en su blog Atlantic Sommelier, en castellano e inglés, donde abordará el papel de esta nueva generación de productores y la singularidad del territorio.
Porque Betanzos no es solo historia, sino un paisaje que recuerda. En las riberas del Mendo y del Mandeo aún pervive la huella de una antigua viticultura fluvial. Hubo un tiempo en que la comarca albergó más de 1.200 hectáreas de viñedo y sus vinos viajaban por tierra y mar. Hoy, tan sólo un pequeño puñado de viticultores devuelve la vida a esas laderas con paciencia y convicción. En Betanzos, la tradición no es pasado: es memoria viva, territorio en movimiento y promesa de futuro.



