Socalcos, el coliseo gallego

“Socalco” es el término usado en gallego para definir una terraza o bancal destinado a la explotación agrícola, y que tiene su máxima expresión en los valles vitivinícolas de Ourense. Tradicionalmente los valles del Avia, Arnoia, Miño y Sil, de orografía abrupta y desniveles considerables, fueron los ecosistemas más aprovechados para el cultivo de la vid en socalcos.  La construcción de un socalco no es tarea fácil e implica el uso de medios físicos y técnicos apropiados, abundante materia prima  y disponibilidad de importantes recursos económicos.

El empleo de muros de sostén de tierras para uso agrícola en Galicia hunde sus raíces en los antiguos habitantes galaicos, no hay más que visitar cualquier ciudad o poblado castreño de Galicia y del Norte de Portugal para comprender la dinámica de aprovechamiento de los espacios y pendientes de las poblaciones galaicas desde hace más de 2.000 años.

El sur de Galicia es un territorio especialmente rico en este tipo de manifestaciones arquitectónicas que a día de hoy carece de un reconocimiento patrimonial y protección por parte de las administraciones públicas y de la sociedad en general, solamente existe esa protección en la Ribeira Sacra, mientas que la comarca Ribeiro, con más de 50.000 socalcos está totalmente desprotegido y no existe ningún tipo de ayudas, ni apoyo para los viticultores, que deciden conservar y restaurar estos muros para continuar con la actividad vitivinícola, y mantener el paisaje cultural y ecosistema creado hace más de mil años.

El cultivo de la vid en Galicia tiene más de 2000 años de historia, los lagares galaico-romanos en los valles vitivinícolas del Ribeiro o en el valle de Monterrei dan fé de la importancia que tenía el vino en la antigüedad.

Los socalcos o bancales pueden ser de mampostería, de cachotería e incluso en algunos casos de sillería,  se adaptaban a las curvas de nivel de cualquier colina o monte, y constituían en la mayoría de los casos la única forma física posible de sostener tierras.

La construcción de un socalco corría a cargo de pedreros y canteros. El propietario de un territorio contrataba los servicios de este tipo de profesionales que tenían la sabiduría y destreza necesarias para aprovechar una colina, una ladera o una vaguada. Era primordial disponer de abundante piedra, por lo que se aprovecha la cantera o peñasco  más cercano para ahorrar tiempo y dinero.

El tipo de piedra utilizada habitualmente en los socalcos es granito, esquistos y pizarra. En el Ribeiro encontramos abundantes bolos graníticos que los pedreros y canteros aprovechaban in situ para hacer los muros o socalcos, mientras que en el valle del Sil se utilizó habitualmente el esquisto y la pizarra como materia prima para los socalcos, por ser abundante y fácil de obtener en esta comarca.

En el trabajo de la piedra, es necesario diferenciar la labor de pedreros y canteros. Los primerios facilitaban la matería prima a los segundos, aunque abundaban los canteros que para la construcción de socalcos, arrancaban la piedra que necesitaban directamente de la roca madre o cantera.

En Galicia los dos lugares donde se encuentran la mayor parte de los socalcos son la Ribeira Sacra y el Ribeiro. En los últimos años la Ribeira Sacra ha puesto en valor sus vinos en parte gracias al paisaje cultural y la dificultad que tiene el cultivo de la vid en este viñedo histórico.  A la calidad del vino se une el hecho diferencial de un paisaje único y una expresión singular de un territorio y sus lazos culturales arraigados en el tiempo.

En el caso del Ribeiro, con más de 50.000 socalcos de grandes muros de granito, que salvan el desnivel en los valles encajonados de los ríos Avia, Arnoia, Miño y sus 15 afluentes, no existe protección, ni ayuda a su recuperación y mantenimiento. Es quizás este territorio el más prolífico en bancales de cuantos hay en Galicia, donde la expresión del arte de la cantería es más patente.

En el caso del valle del Sil y sus afluentes, lo que hoy se conoce como Ribeira sacra, la pendiente se salva gracias a un sistema de socalcos más estrechos construidos con lascas y esquistos, piedra menuda y terrazas de una o dos hileras de viña. En el Ribeiro, todo el desnivel que hay entre los 90 mts y los 450 mts de altura, se salva gracias a enormes muros de mampostería, en algunos casos con enormes piedras de cantería sabiamente encajadas y colocadas, que podemos ver en numeroso lugares ya abandonados y de bosque que actualmente coloniza todo el viñedo. Estas terrazas pueden albergar una media de 5 hileras de viñedo. Son bancales  perfectamente diseñados, con un sistema de escaleras que unén unos con otros y con medidas que van de 1 a 4 metros de altura. En cada socalco o grupo de socalcos se construyen calles y canales amurallados para desaguar el agua de la lluvia o de los manantiales. La perfección de este sistema y su monumentalidad es semejante a la del Machu Pichu.

Los canteros habitualmente rompían enormes peñas de granito, abundantes en todo el Ribeiro y extraían la piedra necesaria para ir armando un muro, que por una parte servía de sostén de tierras y por otra liberaba dicho terreno del peñasco que lo ocupaba originalmente. El socalco subiría lo necesario hasta alcanzar una cota que lo hacía descansado para el trabajo y pudiese albergar suficiente tierra para plantar vid.

Canteros y pedreros había por toda Galicia, sobre todo en aldeas donde abundaba el granito y era habitual la transmisión de padres a hijos. En el sur de Galicia los canteros más importantes, que trabajaron en toda la comarca del Ribeiro, procedían de la zona montañosa limítrofe con el Ribeiro, los más afamados eran de Terra de Montes, Forcarei, Soutelo, Ribeiras do Lérez, etc. Normalmente se desplazaban una cuadrilla al lugar donde se iba a construir los socalcos, donde estarían el tiempo necesario hasta acabar dicha obra. Era habitual trabajar largas temporadas, incluso años en un lugar determinado, ya que a un socalco sucedía otro y así podían ser contratados por varios señores, que además del salario les daban casa y manutención.

La profesión de cantero era muy reconocida y estimada en Galicia, formaban un gremio muy popular y disponían de un idioma propio, o “latín dos canteiros” conocido como “Arxina”, que servía para comunicarse entre ellos y se transmitía de generación en generación, como un secreto que solo estaba al alcance de quien formase parte de este gremio.

Aunque la construcción de socalcos tiene más de 2000 años, la perfección en el diseño y construcción de socalcos alcanzó su mayor expansión y proliferación a partir del siglo IX hasta principios del s.XX. La mayor parte de los socalcos de los valles vitivinícolas del Ribeiro, Ribeira Sacra y Monterrei fueron construidos durante la Edad Medía.

El caso de los viñedos del antiguo territorio de Ribadavia, Ourense, Milmanda y Amandi es el más notable. En el s.XIII Ribadavia ya disponía de un sistema de registro y documentación oficial de los viñedos que se iban construyendo, vendiendo o donando en toda la comarca del Ribeiro.

Actualmente la Ribeira Sacra ha sabido conservar sus socalcos, sus bancales que milagrosamente arrancan desde lo más profundo del valle del Sil y Miño hasta las tierras altas de cereal o ganadería. Estos socalcos dibujan un espectacular paisaje adaptado perfectamente a las curvas de nivel que forma el cañon del río Sil y Miño.

En el caso del Ribeiro esta obra monumental de socalcos se percibe en todo el valle del Avia, Miño, Arnoia y de otros 15 riachuelos que surcan la comarca. Destacan los construidos en el entorno de aldeas y parroquias como Berán, Barzamedelle, Remuiño, A Peneda, San Lourenzo da Pena, Valboa, Fontan de Mendo, Para do Pé, A Foz, Beade, Regadas, Beiro, Eira de Mouros, Pazos de Arenteiro, Salón, Cabanelas, Albarellos, Parada de Cameixa, Barón, Riobó, Franqueiran, Santa Marta, Santa María de Castrelo de Miño, A Cuqueira, etc. La mayoría abandonados, comidos por el bosque, o invadidos por las mimosas. Un destino poco grato para los que fueron considerados los mejores viñedos de la Península Ibérica entre los s.IX y XVIII.

Por Antonio Míguez Amil, investigador y viticultor