Isabel Lozano, vinoteca Venissi

`El motor del vino gallego debe ser la singularidad’

 

Isabel Lozano es la sumiller detrás de Vinissi, una vinoteca en pleno barrio de La Tinería en el casco histórico de Lugo. Cambió la toga por el sacacorchos hace ya 11 años, cuando lo que iba a ser un trabajo temporal se convirtió en su pasión y proyecto de vida. Hace 6 años, junto con su compañera Ana, abrieron Vinissi con dos objetivos: ayudar a dinamizar una zona en completa decadencia en la capital lucense y acercar la cultura del vino a la calle. Hoy, sin duda el nombre que se han ganado en la capital, da buena cuenta de que lo han conseguido.

 

¿Cómo surgió la idea de abrir la vinoteca Vinissi en el casco histórico de Lugo?

Yo empecé a adentrarme en el mundo del vino fruto de la anterior crisis, hace 11 años. Estaba preparando una oferta de empleo público que se cortó y de forma provisional pensé que podía dedicarme a esto hasta que volviese a haber plazas.  Y me cautivó, sobre todo la parte de cultura del vino. Antes, me dedicaba a beber el vino, sin buscar más allá. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me faltaba formación, por lo que me fui directa al INGAVI. Eso me abrió muchas puertas, hice varios cursos como docente de iniciación, y a partir de ahí me fui a Lugo hace 6 años porque estaban intentando reflorecer el barrio de La Tinería con ayudas para aquellos que quisiésemos abrir nuestro local allí. Descubrí un local con una luz increíble, y la idea surgió sola:  quería construir el local a alrededor de una mesa.

Sois mucho más que catas, hacéis actividades bastante diferentes, cuéntanos las que tienen más éxito.

Intentamos dinamizar el barrio, que es precioso pero que sigue rodeado de los tabúes de ser un barrio donde se ejercía la prostitución. Por eso, con el apoyo de las instituciones, organizamos distintas actividades como rutas, vermús y demás.

A nivel personal, justo en la pandemia, logré organizar el Lucus in vino veritas, la primera feria del vino en Lugo, en el atrio de la catedral. Y estos son ejemplos de eventos que cada vez tienen más nombre. Vienen sumilleres de toda Galicia, se reúnen bodegueros y un poco todo el sector. Lo que pretendemos en general es eventos con mucho valor añadido, que unido a la gastronomía con cocineros de Lugo, e ir consiguiendo esa masa más crítica de Lugo que es tarea complicada.

¿Cómo eliges los vinos de la vinoteca?

Tanto Ana, mi empleada y yo somos bastante creativas, una parte muy importante de nuestro negocio son, por ejemplo, los lotes de empresas, y siempre estamos buscando cosas nuevas.  La historia de Ana es parecida, le enganchó este mundo un poco de casualidad, ella es ingeniera naval, pero nos complementamos muy bien. Para buscar ese perfil que nos sorprenda, hacemos catas. Lo que valoramos es que sean diferentes y no masivos, que ya tienen mucha facilidad para llegar a espacios comerciales. Nosotras buscamos darles espacio a los pequeños productores.

¿Te acuerdas con cuántas referencias empezasteis? ¿Y podrías decirnos con cuántas referencias contáis a día de hoy?

Quizás empezamos con 50 y hoy tenemos sobre 150. A día de hoy nos importa tener muchos vinos diferentes para la distribución, ya que en Lugo no tenemos mucha opción porque la hostelería va muy poco a poco.

¿Buscas tú los vinos o te encuentran ellos a ti?

Estoy en un momento un poco más de reducción y condensación, pero tengo la suerte de que las bodegas me llaman habitualmente y me buscan. Somos una distribución muy pequeña, pero aún así los proyectos que tengo, son proyectos en los que creo y sobre todo en las personas que hay detrás.

En casi seis años de recorrido, ¿qué crees que le habéis aportado a la capital lucense?

Creo que ahora mismo somos un referente en nuestro perfil en el mundo del vino en la ciudad. Cualquier restaurante que quiera tener cuidado con el tema del vino, viene a vernos. Y en cuanto a los particulares, también nos damos cuenta de que cada vez hay más ganas de este tipo de experiencias. Sin ir más lejos este fin de semana tenemos una cata de 40 personas, y hace 6 años eso era impensable. Fue muy complicado dar a entender al público que tenían que pagar por las catas, que esa era la experiencia en sí, la actividad por la que se paga.

También casualmente hace unos días se ha puesto en contacto con nosotras el Concello de Lugo para preparar unas jornadas para estudiantes, que consisten en llevarlos a Ribeira Sacra y explicarles lo que puede aportar el enoturismo y el trabajo en bodega… en ese sentido y incluso a nivel instituciones si que nos tienen en cuenta y es muy gratificante, ya que ha sido un trabajo continuo y complicado con una pandemia por el medio. Con esfuerzo y la idea de que la formación continua es esencial, creo que hemos conseguido hacernos un nombre en Lugo.

¿Sois una parada obligatoria en el Casco Vello? ¿Vuestro cliente es local o el turismo influye mucho?

Lugo cada vez tiene más turismo, eso es una realidad. Es una de las ciudades por descubrir de Galicia. El público que viene se sorprende de la ciudad, y con el vino pasa lo mismo. Cada vez viene más gente preguntando por las variedades de godello y mencía, más propia de Ribeira Sacra, otros que buscan asesoramiento sobre qué bodegas visitar…

¿Algún vino que vaya a despuntar este 2024?  

Coleiro, el proyecto de dos chicos de Lugo, Antón y Alberto. Precisamente están elaborando en Portomarín, de Chantada, la subzona de Ribeira Sacra más próxima a Lugo. Llevan muy poco tiempo elaborando, 2 o 3 años, pero son dos chicos muy formados que han hecho enología, sumiller… toda esa formación y la amplitud de miras de Coleiro creo que va a hacer que se hable mucho de ellos en los próximos años. A mi personalmente, el último que han sacado, Coleiro Rúbrica, me parece increíblemente bueno.

¿Cómo ves la cultura del vino en Galicia?

Es evidente que teníamos que darnos cuenta que Galicia con su multitud de variedades, climas y suelos, tiene grandísimos vinos, muy considerados. Incluso podríamos decir que tenemos los mejores blancos de Europa, sino del mundo. Lo que nos falta es creérnoslo y hacer que económicamente esos proyectos sean viables. El viticultor tiene que tener esa capacidad de guarda en condiciones óptimas y que al mercado salgan vinos con cierto periodo de tiempo. En zonas como Rías Baixas o Ribeiro ya empezamos a tener esa capacidad, pero a nivel de producción en zonas como Ribeira Sacra es complicado vivir del volumen, ya que hablamos de minifundios. Entonces, debemos enfocarnos a vivir de la singularidad. Debe ser nuestro motor, la singularidad.

¿Nos puedes contar una anécdota que recuerdes de estos 6 años?

Recuerdo una cata en A Coruña para un colectivo LGBTI muy divertida. Ya nos habían avisado que no tenían grandes conocimientos sobre el mundo del vino. Una de las chicas me dijo que no le gustaba el vino, y yo le dije claro, que lo escupiera en el cubo. Acto seguido, abrió el bolso y le echó un poco de gaseosa. Me dijo que ella siempre iba a las catas con una botella de gaseosa, porque el vino no le gustaba. No era aquel vino, era el vino en general.

Ocurre mucho, hay personas a las que no les gusta el vino, pero van a catas. Yo siempre digo que lo importante es beberlo, da igual como, es una forma de acercarse. Cuando sabes que no están mucho en contacto con el vino, tratamos de ofrecer perfiles menos tánicos, más afrutados, algún tipo de variedad como la riesling, vinos más dulces. Hay un principio para todos, hay que probar e ir haciendo paladar.

Recomiéndanos un vino para abrir en una ocasión especial y otro para tener en casa y disfrutar después de un largo día de trabajo.

Siempre tendría lista en casa para descorchar en una ocasión especial una botella de Górgola, un espumoso albariño Rías Baixas. Tiene una calidad muy alta, creo que con esa botella quedas bien en cualquier ocasión.  Y para llegar descorchar al llegar a casa, me serviría una copa de tinto de una de las bodegas más pequeñitas de Ribeira Sacra. Por proximidad, algo de las bodegas Roberto Regal, o algún tinto de Finca Scintilla, tintos agradables con frutas de la Mencía, creo que es lo que me apetecería.