“Solemos ir varias veces a vendimiar una misma viña porque buscamos que la uva esté perfecta”
Mauro Estévez forma, junto con su hermana, la tercera generación de una familia dedicada a la elaboración de vino en la Denominación de Origen Ribeiro. Su abuelo José fue el que comenzó a trabajar las viñas allá por 1940 y su padre el que dio el paso de profesionalizar la actividad y poner las bases de la bodega Mauro Estévez. Hoy en día, de sus viñedos en Arnoia salen dos vinos realmente espectaculares y muy diferentes entre sí: “Uxía da Ponte” y “Mauro Estévez”. El primero es un monovarietal elaborado con la variedad Lado, un vino complejo, elegante y muy especial. El “Mauro Estévez”, por su parte, se deja querer enseguida gracias a sus numerosos matices. En breve, quizás este mismo año, empezarán a trabajar en un nuevo vino en homenaje a José Estévez. Será, según nos cuenta su nieto Mauro, un tinto, con un toque de barrica y de guarda. Toda una declaración de intenciones.
¿Cómo se inició la historia de la bodega Mauro Estévez?
Todo empezó con mi abuelo, José Estévez Álvarez, que comenzó, allá por el año 1940, a elaborar sus propios vinos con las mejores uvas de sus viñedos, embotellando parte para su consumo y vendiendo el resto a los corredores de la zona. Fue mi padre, Pepe, quien empezó a sugerirle la necesidad de avanzar en los métodos y formas de elaboración así como del embotellado y etiquetado del vino para poder comercializarlo después y dejar constancia de la gran calidad de un vino Ribeiro.
Sus vinos son bastante singulares. Tienen un lado monovarietal y un plurivarietal con Lado, Treixadura, Albariño y Loureira. Son vinos especiales para el Ribeiro. ¿Cómo fue esta elección?
Mi abuelo tenía en una finca unas cepas muy viejas y cuando mi padre cogió el relevo, quiso cortar para plantar unas nuevas. En ese momento, vinieron de la Estación Enológica de Galicia y de Leiro para decirle que eso no se podía cortar porque eran de las pocas cepas que quedaban de la variedad Lado. Y gracias a eso, hoy en día tenemos el vino “Uxía da Ponte”, que proviene de esas cepas de más de 100 años. Es un vino que no sale todos los años, porque hablamos de una uva muy delicada, muy difícil de cultivar, que coge muchas enfermedades y da muy poca cosecha. Es una parcela y una variedad que hay que vinificar con mucho cariño porque es muy compleja. De hecho, de esa finca y de esas cepas salieron las púas para el resto que tenemos ahora de Lado y, en parte, de Ribeiro, Porque los viveros vinieron a buscar aquí las vides para hacer luego ellos los injertos. Y eso es un orgullo.
Con respecto al plurivarietal, el vino “Mauro Estévez”, puedo decir que a nosotros siempre nos gustó el ‘coupage’, la mezcla de variedades. Y aunque el “Uxía da Ponte”, como te decía antes, es monovarietal por el tipo de uva con el que lo hacemos, creemos que todas las variedades que tenemos se complementan muy bien entre ellas. Es decir, la Treixadura le da cuerpo al vino; el Lado le da frescor; el Albariño le da el aroma; y la Loureira, acidez. Al final, consigues un vino de muy buena calidad jugando con todos los matices que te aportan las diferentes variedades que lo componen. Por eso hacemos los dos vinos.
La extensión de su viñedo es de dos hectáreas, repartidas entre 16 parcelas, ¿es así?
Bueno, son algo más de dos hectáreas y lo de sólo 16 parcelas ya nos gustaría que fuera así. Si te enseño el registro vitícola, verás que son unas cincuenta y pico porque, aunque intentamos agruparlas, es difícil combatir el minifundio que hay en Galicia. Es una locura. Lo positivo es que, al estar separadas, cada una tiene su propio matiz y eso también es bueno. Cierto es que todas están en la parte alta de las laderas, en zonas soleadas y muy buenas para el viñedo.
¿Todos los viñedos ya venían de la época de su abuelo o han sumado alguna finca más?
Hemos comprado tierra para plantar en alguna finca más, pero fundamentalmente vienen de mi abuelo. Hay una mezcla. Este año, por ejemplo, hemos plantado una finca que todavía no está en producción.
Imagino que la vendimia no debe ser fácil con tantas zonas de trabajo.
Pues no, la verdad. Si las tres hectáreas estuvieran juntas, en cuatro o cinco días tendríamos hecha toda la vendimia. Pero la realidad es bien distinta. La última nos duró más de veinte días. Aquí empezamos cuando la uva está en perfecto estado, en su punto de acidez y de graduación alcohólica, y vamos viendo cómo seguir tras hacer controles en viñedo. No vendimiamos toda la viña de un tirón, sino aquellas cepas que consideramos que están perfectas. Así que solemos ir varias veces a vendimiar una misma viña. Nos lleva mucho tiempo, sí, pero ahí es donde reside parte del éxito de nuestros vinos.
¿Cómo les ha ido esta última vendimia?
2021 fue un año espléndido, en lo que respecta a la climatología, durante todo el año y al llegar la vendimia, cuando todo estaba en su punto óptimo, aparecieron las lluvias. Y no paraba de llover. Cuando llueve tanto, la uva se hincha, el azúcar se diluye y la acidez sube. Es un riesgo vendimiar en esas condiciones, pero también es un riesgo esperar. Al final, tuvimos bastante suerte porque esperamos unos días, vendimiamos con sol y conseguimos sacar la mayor parte de producción, Aunque no conseguimos un grado alcohólico muy alto, sí una acidez muy buena. La uva estaba en perfecto estado. La gente que esperó a que vinieran más días de sol, tuvo un problema muy serio porque volvió la lluvia. Fue un año en el que la calidad de la uva era muy buena, pero hubiéramos tenido mejor cosecha si no hubiera venido tanta agua.
¿Cómo es el proceso de elaboración en la bodega Mauro Estévez?
Comienza con los cuidados personales y personalizados de cada una de nuestras cepas, hasta que recogemos la uva manualmente en cajas pequeñas de 18 kilos para asegurar que llegue en perfectas condiciones a nuestra bodega. Una vez allí, procedemos al despalillado y macerado de la uva con nieve carbónica durante 3 horas y un posterior prensado, del cual obtenemos nuestro mosto de óptima calidad. La fermentación que se realiza a temperatura totalmente controlada en cada depósito mediante camisas de refrigeración instaladas en cada uno de ellos nos permite la observación y vigilancia del avance paulatino de dicha fermentación para obtener las mejores características de nuestros vinos. Después, nuestros vinos reposan en los depósitos durante 7 meses y, tras posteriores filtrados, se realiza el embotellado manual de cada una de las botellas que forman nuestra cosecha, las cuales reposarán durante 2 meses más a una temperatura ideal para su maduración.
Su producción ronda las 12.000 botellas del Mauro y unas 700 de Uxía, ¿dónde están vendiendo su vino?
Cuando empezó mi padre con la bodega, vendíamos el vino a nivel local y en A Coruña, Lugo, Santiago y Pontevedra, fundamentalmente. Poco a poco, nos hemos ido metiendo en el mercado nacional, en Madrid, Asturias, Barcelona, Valencia, Alicante y algo de Andalucía. En el año 2014/15 me puse yo con el tema comercial y, a raíz de eso, nos empezó a visitar gente de las misiones inversas que organizaba la Confederación de Empresarios de Ourense. Un importador de Reino Unido vio la bodega, le gustó y empezamos a exportar. Así empezó nuestra aventura internacional, que después se fue extendiendo a otros países, a través de misiones inversas, de ferias y de contactos nuestros con otros países. A día de hoy, estamos vendiendo en Reino Unido, Alemania, Francia, Canadá y Japón.
¿Cómo surgió la posibilidad de vender en Japón?
Fue a raíz de una feria que se celebraba allí y en la que estuve en 2018. La verdad es que ese mismo año ya metimos el vino en Tokio. Te puedes imaginar la ilusión que nos hizo.
¿Cuándo empezó a involucrarse en la actividad de la bodega?
Siempre eché una mano, desde que recuerdo. Soy socio, pero el que lleva el peso de la bodega es mi padre y también trabaja en ella mi hermana. Me metí un poco en la parte comercial hace unos años, pero siempre he estado ayudando en la viña, en bodega… Al final, tienes un buen producto y damos con gente que lo valora. Así que, en noviembre/diciembre, ya tenemos todo agotado.
Es una suerte compartir el amor por la viticultura con toda la familia
La verdad es que sí, pero también debo reconocer que es una actividad dura porque hay vendimias que se complican y pierdes todo un año en el que has trabajado un montón. También hay años que te viene una granizada, una helada o una tormenta y ves cómo se estropea todo sin poder hacer casi nada. Son años duros. Vivir del campo es duro y por eso yo compagino esta actividad con otra y trabajo en un centro tecnológico, en Anfaco-Cecopesca. Vivir profesionalmente de la bodega, con la producción que hacemos, es complicado. Lo tengo como un hobby. Que da mucho trabajo, sí, pero como es algo que me gusta, lo llevo muy bien.
El Ribeiro ha conseguido remontar su etapa oscura y hoy es una de las denominaciones gallegas con mayor proyección. ¿Lo nota cuando hace promoción fuera de España?
Sí, creo que aun queda mucho por trabajar, porque todavía hay gente que viene a buscar vino a granel o que te pregunta cuánto cuesta el vino y si le dices que 15 euros, te contestas si ese es el precio de la caja. Queda mucho de eso, pero, en los últimos años, se mejoró muchísimo y lo notas en las ferias, por ejemplo. Pero hay todavía mucho camino por recorrer y mejorar en marketing, en difusión, comunicación… Poco a poco.
¿Cómo definiría el Uxía y el Mauro para la gente que no conozca sus vinos?
El “Uxía da Ponte” es un vino muy elegante, muy sutil, con una acidez marcada pero con un paso por boca muy elegante. Es la máxima expresión de la variedad Lado. Después tienes el “Mauro Estévez”, que es un vino totalmente diferente. Es mucho más completo, más estructurado y aromático, con una acidez marcada pero no tanta como el Uxía. Son vinos muy distintos. “Uxía da Ponte” es más caro porque es más especial, hay menos producción y viene de esas cepas centenarias de las que te hablaba al principio. Y el “Mauro Estévez” tiene otros matices.
¿Para cuándo un vino en homenaje a su abuelo, el que empezó con todo?
Ahí estamos, dándole vueltas. Y le va a llegar pronto porque estamos pensando en sacar un tinto con un toque de barrica y de guarda. Será un vino en honor al abuelo y será especial. A lo mejor se hace este año ya y saldrá al mercado en unos tres o cuatro.