Antonio López Fernández, propietario de Alvaredos-Hobbs

“Estoy seguro de que mi abuelo Fructuoso, el que me contagió el amor por la viña, estaría orgulloso de los vinos que hacemos”

 

Antonio López creció en Alvaredos, un pequeño pueblo de la Ribeira Sacra donde los viñedos forman parte de esos paisajes idílicos que cada día atraen a más gente. Desde muy joven, se sintió atraído por el mundo del vino y aunque la vida le llevó por otros derroteros, en su mente siempre estaba la idea de crear un día su propia bodega y producir vinos extraordinarios que reflejaran la personalidad única de su tierra natal.

Después de años de arduo trabajo y cuando su negocio en Estados Unidos ya le dejaba más tiempo para dedicarle a su pasión, volvió a su pueblo para intentar comprar parcelas colindantes con las de su familia. Fue difícil pero lo consiguió y con su experiencia y apasionado espíritu emprendedor, comenzó a construir su sueño paso a paso con la inestimable colaboración de Paul Hobbs.

Al final, más que un logro personal, la bodega Alvaredos-Hobbs ya es un símbolo de orgullo para su pueblo, generando empleo y colaborando en la revitalización de la economía local. La historia de Antonio López, la que les contamos a continuación, es un testimonio del poder de perseguir los sueños y convertirlos en realidad.

 

¿Cómo nació este proyecto y qué tienen en común un norteamericano y un gallego?

Siempre estuve muy metido en el mundo del vino, coleccionaba y colecciono vinos, y en Estados Unidos tengo en mi casa una bodega muy grande. Tengo el título de sumiller. Mi hijo también está vinculado a este mundo -también es sumiller- y vende vinos en Manhattan, es el que controla las ventas y supervisa a un equipo de diez personas. Y viniendo a Alvaredos, que es de donde yo soy y es el primer pueblo que te encuentras en  la Ribeira Sacra por la Ruta de Invierno del camino de Santiago y me di cuenta de que este sitio tenía mucho potencial para elaborar vino. Mis bisabuelos y mis abuelos ya lo hacían, tenemos alguna escritura que data de 1883. Siento una pasión tremenda por el vino y viendo que el pueblo se estaba muriendo, como otros tantos pueblos en Galicia, decidí hacer algo para atraer gente y montar una pequeña industria que ayudase a revitalizar la zona. Ahora mismo hemos conseguido hacer una placita  y queremos reparar el tejado de la capilla y también nos gustaría colaborar en otros pueblos cercanos.

¿Qué hizo entonces?

Empecé a restaurar viñas, algunas que eran de mis propios abuelos y compré las que pude de las que estaban al lado de las de la familia. Poco a poco fui juntando parcelas, llevó mucho trabajo pero conseguí juntar siete hectáreas. Y al tener ya las viñas plantadas tuve que tomar una decisión, vender la uva o elaborar un vino propio, que fue finalmente lo que hice…. En ese momento decidí apuntar a lo más alto y decidí contactar con Paul Hobbs porque conocía sus vinos y me gustaban mucho.

¿Cómo fue ese primer contacto?

Bueno, al principio hice una lista con las principales bodegas que me gustaría que se instalasen en Alvaredos, uno fue Álvaro Palacios, pero en esa lista también tenía una bodega de Chile, tres de California  y dos de Australia. Pero mi favorito, mi número uno, siempre fue Paul Hobbs porque tenía experiencia haciendo vinos en otros países.

Este hombre fue el que hizo famoso el Malbec en Argentina, que hoy es su vino insignia. Y estaba seguro de que no iba a tener miedo de elaborar vino en otro país. Empecé a estudiar  como hacerlo y decidí contactar con él en el New York Wine Experience, un evento al que yo iba y que congregaba a las principales bodegas. Hice un libro para explicar el proyecto porque sabía que en ese acto iba a tener muy poquito tiempo para hablarle de lo que tenía en mente.  Finalmente tuve la oportunidad de entregárselo y quedamos en que le llamaría unas semanas más tarde, aunque sinceramente pensé que nunca lo iba a leer. Y seguí en el evento probando vinos, pero una hora más tarde me lo crucé y vi que llevaba el libro debajo del brazo, así que tenía la esperanza de que lo viera con calma. Cuando le llamé varias semanas más tarde me dijo que no podía venirse a España, que estaba metido en muchos proyectos y no tenía tiempo. Insistí un mes después y su respuesta fue la misma, pero yo ya tenía el Plan B y le dije que cuando fuera a su bodega en Francia que se acercara y que simplemente me dijera cuánto me costaría el proyecto de poner en marcha la bodega con su asesoramiento. Y aceptó.

¿Y qué fue lo que le convenció finalmente?

Conocer este lugar, esta tierra. Todavía no era  primavera, había mucha niebla y yo quería enseñarle las vistas y los viñedos y recé para que la niebla se levantara y me permitiese mostrarle toda esta belleza. Tuve suerte, fue un día perfecto y a Paul le encantaron los terrenos, la posición de los viñedos  y me dio muchas ideas. Estuvo dos días y medio en Alvaredos y cuando llegamos a Madrid, me dio un abrazo y me dijo: “Creo que vamos a hacer vino en Galicia” y después ya fue todo rodado. Esto pasó en 2015.

¿Coincidían los dos en el tipo de vino que querían hacer?

Sí, él quería hacer variedades autóctonas, que reflejaran la expresión  de esta zona, y yo estaba de acuerdo.

¿Cuándo salió al mercado el primer vino Alvaredo-Hobbs?

Fue el de la añada 2018 y estos dos primeros vinos obtuvieron 92 y 93 puntos en el Wine Spectator. Quedamos súper contentos.

Ahora mismo creo que tienen en el mercado un Godello y un Mencía

Sí, y también tenemos un vino elaborado con Garnacha Tintorera que vendemos en Hong Kong. Es una producción muy limitada  y como es tan caro, sólo lo podemos vender ahí. Seguramente es la Garnacha Tintorera más cara del mundo. El Mencía logró en su segunda añada 95 puntos en la revista Decanter, que seguramente es la publicación más prestigiosa del mundo del vino, incluso en Estados Unidos. No nos podemos quejar siempre hemos recibido muy buenas puntuaciones pero queremos seguir subiéndolas y hacer cada año un vino mejor Mi idea es poner a Alvaredos en el mapa del mundo del vino.

¿Dónde están vendiendo más los dos monovarietales?

En Estados Unidos se queda el 85% de la producción, más o menos. También vendemos en Japón, Hong Kong, Singapur y hemos empezado hace poco a vender en Reino Unido.

Tanto la Godello como la Mencía son variedades que han conseguido mucha atención en los últimos años

En Nueva York, donde siempre hay una fiebre por descubrir cosas nuevas, están claramente en lo más alto . Hace unos años en Manhattan estaban de moda los vinos de Valdeorras y ahora lo están los de Ribeira Sacra. También es cierto que hacemos cantidades muy pequeñas y lo intentamos introducir en aquellos lugares que sabemos que lo van a apreciar realmente porque no son vinos baratos.

¿Proyectan alguna nueva elaboración para los próximos años?

Queremos hacer vinos con uva de una sola viña. Tenemos una viña que produce un Godello increíble así que estamos pensando en separarla del resto y hacer un vino exclusivo. Y también tenemos secciones de una viña de la que sale un Mencía increíblemente rico…  Asimismo, hemos plantado Sousón, que queremos mezclar con alguna otra variedad. Queremos sacar al mercado vinos diferentes.

La sostenibilidad por la que apuestan llega hasta la bodega construida con técnicas sostenibles. ¿Se puede visitar?

Sí, en cualquier momento del año, sólo necesitan llamar previamente. Si no estoy yo, allí está Cecilia, nuestra enóloga,  y es fantástica explicando la historia de la bodega y de los vinos.

Sus viñedos, una parte de ellos, están en terrenos en los que se practica la viticultura heroica. ¿Es fácil de explicar, por ejemplo a un norteamericano, esta forma de trabajar?

Sí, y lo entienden perfectamente cuando se lo explicas. Es un tema que ellos admiran mucho porque aprecian ese esfuerzo.

¿Cómo les ha ido en la última vendimia?

En el blanco hemos vendimiado como un 25% menos que el año pasado, pero creo que la calidad es muy buena. En las variedades tintas también confiamos en que salgan unos vinos muy buenos.

¿Qué enseñanzas le transmitió su abuelo Fructuoso del que usted dice que le contagió la pasión?

Creo que estaría orgulloso, estoy seguro de que me está mirando, yo siento siempre su presencia.

Por lo que me dijo al principio, el relevo generacional está garantizado

A mi hijo se lo pregunté hace un par de años y me dijo que él seguiría con este proyecto. A ver si mi nieto, que tiene diez años, sale igual de enamorado de este mundo que nosotros, aunque por ahora lo que quiere es ser maquinista de trenes. Tendré que convencerlo (risas).

Ahora con la bodega en marcha cada vez pasa más temporadas en el pueblo, ¿su intención es volver a Alvaredos definitivamente?

Creo que siempre seré un emigrante con dos lugares en el mundo. En Estados Unidos tengo a mis amigos, también a mi familia. Pero mi idea es pasar más tiempo aquí y menos allá. Mi otro abuelo emigró a Cuba en los años 20  y mi padre nació en Manhattan y a mí, la verdad, me gusta mucho la idea de ser emigrante, de tener dos hogares, de contar con amigos en los dos países. Pero Galicia me llama, mi idea es quedarme en Galicia tres meses al año.

¿Y cómo lleva su socio la forma de vida gallega?

La encanta la comida, se ha aficionado a los percebes  y disfruta tanto o más que yo cuando viene a Alvaredos.