El cambio climático y su repercusión en el viñedo de Castilla y León en el presente y el futuro ha centralizado la mayoría de los debates que han tenido lugar en esta primera jornada del congreso Duero Wine Fest que se está celebrando en Salamanca. Prácticamente ha habido unanimidad en las intervenciones de todos los expertos: el calentamiento global es ahora mismo el mayor reto al que se enfrenta la viticultura y puede llegar a afectar incluso a la identidad y tipicidad de las uvas que se han producido históricamente en las distintas regiones vitivinícolas de Castilla y León.
Introducir cambios en los sistemas de conducción o las podas, plantar viñas en terrenos más elevados y seleccionados según su capacidad de retención hídrica, utilizar el riego o aplicar sistemas de sombreado a las viñas, han sido algunas de las propuestas lanzadas por los expertos participantes en las ponencias, si bien matizando que deben estar adaptadas a las características de cada zona vitivinícola, como expuso el catedrático de Viticultura Vicente Sotés, “soluciones locales para un problema global”. De ahí la importancia de conocer la biodiversidad de cada territorio, como apuntó Antonio Graça, director de investigación y desarrollo de Sographe Vinos.
El Master of Wine Tim Atkin, gran conocedor de la Ribera del Duero, señaló en su conferencia inaugural la posibilidad de que los vinos elaborados con la variedad reina de esta denominación de origen, la Tempranillo, alcance niveles de alcohol demasiado elevados y acideces bajas, en contra de la tendencia actual del mercado. Por ello se mostró partidario de que la DO se plantee introducir nuevas variedades, mezclas hasta ahora no permitidas y plantar en terrenos más elevados.
Altitud del viñedo
La altitud del viñedo fue un aspecto ampliamente debatido en las distintas ponencias del Duero Wine Fest. Con expertos muy partidarios y otros matizando esa búsqueda de altitud, advirtiendo que se tiene que tener también muy en cuenta la orografía del terreno o los tipos de suelos.
Otras intervenciones interesantes fueron las de Enrique García-Escudero, vicedirector del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino y Almudena Alberca o Álvaro Ribalta, ambos Master of Wine, quienes desgranaron justo al investigador Jesús Yuste los pros y los contras de la clasificación actual de viñedos y vinos en Castilla y León y el reto de cómo afrontarla en el futuro.
Almudena Alberca invitó a adecuar las normativas y si es necesario, cambiar las regulaciones actuales para alinear las clasificaciones de vinos con la transición climática que se está viviendo.“Estamos introduciendo clasificaciones de vino de parcela, tenemos la de crianza, reserva y a lo mejor no están alineadas con esa transición climática”, ha señalado.
En general se mostraron partidarios de realizar clasificaciones partiendo de un contexto histórico e identitario, teniendo en cuenta los parámetros de viticultura y enología, pero también el mercado, para que las pueda entender y recordar y siempre procurando respetar la identidad y tipicidad de los vinos.
El vino, un producto natural
Aunque fue el prestigioso historiador Felipe Fernández-Armesto, catedrático de Historia Mundial y ambiental del Queen Mary College de la Universidad de Londres el que puso el foco en la importancia de la evolución del consumo a través de una ponencia dedicada a analizar el vino en la alimentación a través de la historia. “Si no beben vino los más jóvenes, da igual lo que pase con el cambio climático”, sentenció Armesto, haciendo hincapié en que el vino es un producto natural y que el consumo de frutas fermentadas para obtener alcohol y disfrutar de sus efectos psicóticos está en los orígenes del ser humano, e incluso en sus antecesores, los simios, y no es fruto de una evolución cultural.