Desde mi bajo punto de vista

Es sabido que España es un país muy dado a que todos opinemos de los que sabemos e incluso de lo que no sabemos, todos tenemos un entrenador dentro si hablamos de futbol, pero si vamos al médico ya sabemos nosotros lo que tenemos, si vamos al taller ya sabemos cuál es el problema, y así en general en cualquier orden de la vida.

Pues en ese mismo contexto me gustaría hoy hacer un homenaje al español medio y opinar también de lo que no sé.

El mundo del vino a día de hoy, y esto no es opinión, tiene muchos problemas, bajada de consumo, aranceles excesivos, aumento de las zonas con vinos de calidad…. Todos vamos dando diagnósticos, aportando ideas e intentando solucionar cosas, pero mientras uno opina esto o aquello no acabamos de poner en marcha ningún plan para aportar algún tipo de solución a la caída estrepitosa del consumo de vino y a los problemas del bodeguero medio de nuestras zonas más próximas.

Me gustaría centrarme exclusivamente en Galicia y dar mi opinión de cual sería un método de comenzar a poner en orden todos estos problemas, porque como decía un amigo mío “desde mi bajo punto de vista” urge preparar un plan estratégico para el “negocio” del vino en nuestra tierra.

Para ello dedicaré este articulo a estructurar lo que para mí serían pasos importantes en el avance hacia una posible solución a medio o largo plazo, dado que a corto se me antoja imposible.

Empezaré por la parte administrativa como paso inicial necesario para dar orden a todo el plan diciendo que lo primero es que debemos distinguir claramente dos tipos de negocios. Por un lado, tenemos el “Negocio Vitivinícola” como tal que incluye a todas las bodegas, más o menos profesionalizadas, estructuradas y que en general tienen un plan establecido (o no tanto) para promocionar y vender sus productos de manera autónoma, independientemente de su tamaño. Y por otro tenemos el “patrimonio vitivinícola” que incluiría a elaboraciones históricas, viñedos históricos, bodegas históricas y en general aquello que representa la tradición más arraigada de la producción de vino en Galicia y aquello en peligro de extinción. La diferencia principal sería que, negocio es todo aquello entorno a la venta de vino, bodegas, viñedos…, independientemente del tamaño. Y patrimonio sería todo aquello que no debe desaparecer y que además forma parte del negocio del vino, pero a partir de un trabajo específico en la defensa de lo histórico, patrimonial y con criterios de elaboración diferenciadores de nuestra zona, entre otras cosas a estudiar y definir.

¿Por qué esta diferenciación sería necesaria?, pues porque yo creo que hay dos maneras de trabajar con cada uno de ellos, por un lado el “Negocio Vitivinícola” deberá defenderse y apoyarse desde la administración y por otro el “patrimonio vitivinícola” deberá defenderse y apoyarse pero sobre todo deberá protegerse, porque no debemos permitir que desaparezca por problemas “simplemente de rentabilidad”, dado que todos perdemos mucho con esos desapariciones de viñedos históricos y cierres de bodegas emblemáticas. Ejemplo claro son esas viñas históricas que están poco a poco desapareciendo en todas las zonas, Ribeira Sacra es claro ejemplo, y nadie hace nada para que eso no suceda. ¿Qué pasaría si alguien tira un hórreo?, ¿o una iglesia? En todos los sectores se protege la historia, sean libros, cultura, fachadas de edificios, edificios históricos, patrimonio arqueológico… Pero la vid y la historia vitícola desaparece y nadie se preocupa de exigir su cuidado y preservación. ¿Qué podría ser a día de hoy Galicia en el mundo del viño si las viñas ancestrales, Lagares, Adegas, ¿Granxas… se hubiesen protegido adecuadamente?, ¿Qué será Galicia en el futuro sin lo que hasta ahora hemos podido conservar y que lleva años desapareciendo? El futuro del vino gallego no pasa simplemente por mirarnos el ombligo con nuestro Albariño y Godello, eso es moda y las modas pasan, solo la autenticidad, el territorio y el patrimonio perduran en el tiempo.

Otra de las cosas importantísimas es el gremio de “Artesans do Viño”, que me dicen que ya existe, pero, ¿alguien lo conoce? Yo no sabía que existía. Hay que promocionarlo, incluirlo en las etiquetas y que el cliente final sepa que eso pertenece a un artesano. Sin perjuicio de las bodegas que no lo tengan, el hecho de que sea artesano no lo hace mejor por si solo, no debemos transmitir que solo lo artesano es bueno y lo otro es industrial, porque no es mejor uno que otro. Pero debemos indicarle al cliente que cuando bebe una de esas botellas está ayudando a proteger nuestro patrimonio, nuestra historia, no digamos que al beber artesano bebe más sano, bebe mejor o bebe más calidad, eso es un error de bulto, muy común por cierto en las nuevas generaciones de sumilleres, que insisten demasiado para mi gusto en la idea que unos son los buenos y los otros son los malos, dando a ver sin duda un gran desconocimiento de la realidad de las excelentes bodegas elaboradoras que tenemos, grandes y pequeñas. Y esto sin duda beneficiará también a las bodegas más “profesionalizadas”. Baste saber que cualquiera, sin excepción, de las bodegas supuestamente grandes de Galicia serían medias o pequeñas en la mayoría de las grandes zonas vinícolas del mundo, incluso en algún caso minúsculas comparadas con las auténticamente grandes. Presumimos de beber algún champagne que triplica la producción de la más grande de las nuestras y no le ponemos problemas, ¿y a las nuestras sí?, algo falla.

Una tercera pata administrativa es la parcelación y estructuración de nuestros buenos viñedos, pero esto no voy a opinarlo puesto que me consta que ya se está trabajando en ello y hay gente proponiendo y preparando ya el terreno para ello. Pero si hay que mirarse en un espejo se me ocurre que estudiarse la Borgoña y como se segmenta sería un buen modelo a seguir.

Una vez hecha esa primera parte, creo que deberíamos crear los mecanismos para hacer esa promoción y defensa del negocio y del patrimonio. Insisto en la importancia de no poner a uno por encima del otro, no es mejor el productor artesano, no es necesariamente mejor el vino hecho de una viña histórica si lo que elaboramos lo elaboramos mal o sin los medios adecuados, no es mejor la pequeña bodega que la grande y no es en general mejor un vino porque su “apellido” nos suene mejor. Solo hay dos tipos de vinos, los bien elaborados y los mal elaborados, a partir de ahí los matices dirán si nos gustan más o menos cualquiera de ellos. Y si pretendemos hacer cualquier cosa sin contar con todos estaremos perdiendo el tiempo. No es momento de localismos, de miradas partidistas, de protección de intereses propios, es momento de unión, de cesión, de acuerdo, de puesta en común, grandes, pequeños y medianos, toca unirse por un bien común y todos tendrán que ceder un poquito en sus pretensiones, en algunas cosas más y en otras menos, pero hay otras zonas menos conocidas que la nuestra en España que ya están en eso y, teniendo claro que no están exentas de problemas, siguen negociando y acordando por un bien común. Hace poco tiempo pude ver lo que están haciendo los bodegueros de Txacolí de Vizcaya y me dio mucha envidia, esa unión no la veo en nuestra tierra y podemos morirnos de éxito fácilmente. Es un momento crucial en el mundo, la globalización que facilitaba las cosas (o eso creen algunos, yo no) está tocando su final y solo la unión, el trabajo conjunto y la altura de miras de todos hará que avancemos.

Otra de las líneas a seguir podría ser la creación de una oficina autonómica y pública de ayuda a los pequeños productores que incluya formaciones y asesoramientos en todo lo relacionado con la venta y con el marketing, las grandes y medianas bodegas suelen contar con comunity managers, con expertos (internos o externos) en marketing y asesoramiento digital…, las pequeñas eso lo tienen difícil. El pequeño productor necesita formación en etiquetado, marketing, ventas.. y en general todo lo relacionado con vender el vino una vez elaborado. No se trata de subvencionar nada, sino simplemente de proponer cursos de formación para que puedan avanzar en eso y tener consultorías públicas a las que acudir para que les ayuden al engorroso papeleo por ejemplo de la exportación, que les asesoren en como vender mejor en según que mercados, que les ayuden a llegar a esos mercados y un sinfín de problemas que se encuentran una vez etiquetado su vino y que según para quién son caros, engorrosos y difíciles.

Otro mecanismo importante es la promoción de las zonas y los vinos. Opino que lo estamos haciendo mal, vamos a ferias gastronómicas nada interesantes con stands fastuosos y maravillosos que no sirven para nada, juntamos a cuatro “turistas” que pasan por allí y los ponemos para la cata-foto del periodista de turno y que se vea que promocionamos algo. Pero la realidad es que no sirve absolutamente para nada, no hay ningún negocio detrás aparte del negocio “de la imagen mediática”.

Si vamos a ir a ferias hay que ir a ferias que puedan repercutir en el negocio, y además debemos utilizar esos carísimos stands para ayudar a defender nuestro patrimonio vinícola y por otro lado ayudar a promocionar el negocio vinícola, sin excluir a nadie, pero priorizando en lo que más dificultades tiene y en lo que más aporta. La administración tiene que gastar sus presupuestos en invitar y “garantizar” la asistencia al stand de profesionales, importadores, comercializadores nacionales e internacionales, haciendo la labor de contacto, invitación y captación de personas y empresas interesantes para sus expositores. Y eso se trabaja todo el año, no una vez dentro de la feria.

Y con este motivo es prioritario crear un encuentro vitivinícola de nivel en Galicia, Conxemar debería ser un ejemplo. Un gran encuentro mundial de profesionales (no de domingueros) de todo el sector, maquinaria, logística, bodegas, vinos, empresas de marketing, distribuidoras, importadores. No hay nada así en Galicia, normalmente son encuentros de amantes del vino, que se mezclan con despistados que pasaban por allí y donde se rellena el tiempo con “Guerras” de chavales para saber quién acierta más vinos a botella tapada y así saciar un poquito los egos, pero ¿para qué sirve eso? ¿Qué aporta al vino que yo sea capaz sin ver la botella de saber si este vino es un Jura o un Albariño?, absolutamente nada, o eso opino yo. Estos concursos de “el mejor cocinero” “el mejor camarero” … están muy bien, ayudan a prestigiar el sector, ayudan a crear cantera, ayudan a muchas cosas, pero no es una feria de vino el foro adecuado yo creo para estas cosas, más allá de rellenar el evento con algo que entretenga.

Necesitamos una feria de profesionales para profesionales, que, por supuesto incluya a la hostelería, a la sumillería y a todos los sectores posibles, pero evitando los domingueros y los shows con poco aporte. Eso se puede hacer, pero como relleno, no como reclamo.

Me gustaría terminar mis opiniones dejando todo esto estructurado con los posibles pasos que yo entiendo que habría que dar:

  • Creación de una comisión de trabajo
  • Desarrollo de los requisitos para ser “negocio vitivinícola” o “patrimonio vitivinícola”
  • Desarrollo y promoción de la figura del “Artesano del Vino”
  • Creación de la oficina de asesoramiento comercial para pequeñas bodegas.
  • Selección de las mejores ferias del mundo y preparación de un plan de trabajo para asistir a ellas con garantías de presencia de profesionales.
  • Creación de la gran feria del vino de Galicia, solo para profesionales.

Y esta es mi opinión, ni más ni menos, ahora mismo me siento como ese jubilado mirando la obra y diciendo….

“Desde mi bajo punto de vista…”

Alberto Varela Amado