Entrevista con Miguel Ángel Alonso Fernández, responsable Bodega Caveiral

“Nuestras viñas están repartidas en 18 parcelas y eso hace que los vinos sean más complejos y con personalidad”

 

 Miguel Ángel Alonso Fernández (Arbo, 1991) regenta junto a su padre la bodega Caveiral, en Arbo, un negocio familiar que incluye también un restaurante especializado en lamprea que puso en marcha en los años 50 su abuelo, Juan Alonso. Precisamente en honor a él, Miguel Ángel se encuentra inmerso en una elaboración diferente, un Condado, para rendirle el tributo que merece. Mientras, y tras unos años duros por culpa de la pandemia, continúa cuidando las cuatro hectáreas de viñedo, repartido en 18 parcelas en terrenos muy diferentes entre sí, para garantizar a sus numerosos clientes la salida al mercado de su Albariño o Condado, dependiendo del año.

 

¿Quién creó la bodega Caveiral?

 Es una bodega familiar que fundó mi abuelo en los años 50, en una casa vieja que teníamos, donde había cepas de más de 200 o 300 años. Ese fue el germen de la bodega. Mi abuelo construyó la bodega y un restaurante, luego se encargó mi padre y dio un paso adelante hasta  constituir la bodega tal y como se puede ver hoy en día, con una zona con depósitos de inox y una zona de madera de carballo de Galicia, que ya venía de la época de mi abuelo, con depósitos con una capacidad de  unos 2.000 litros de vino. Esta zona en concreto es el buque insignia de la bodega, es su alma.

¿Cuándo entraron en la Denominación de Origen?

Yo llevo unos diez años trabajando aquí, primero aprendiendo y ahora elaborando y creo recordar que cuando empecé ya llevábamos unos dos años vendiendo vino dentro de la Denominación de Origen Rías Baixas.

¿Bodega y viñedos están ubicados en la misma zona?

Sí, todo está en Arbo. En esta zona hay mucho minifundio y un buen ejemplo de ello es que  nosotros tenemos unas cuatro hectáreas de viñedo que están divididos en un total de 18 parcelas. Eso también juega a nuestro favor porque las zonas son muy diferentes y a la hora de elaborar esa resulta muy atractivo.

¿Son muy diferentes?

El ‘terroir’ cambia mucho dependiendo de la zona. Tenemos una extensión en una zona muy alta y otra parte del viñedo está ubicado en zona muy baja, cerca del río. No hay una homogeneidad.

¿Qué variedades cultivan?

Sobre todo Albariño, creo que en un 70%, pero también tenemos Treixadura y Loureiro en variedades blancas. En uvas tintas tenemos algo de Espadeiro, Mencía y Caíño.

¿Y vinos, cuántos tienen en el mercado?

De momento uno, que es el que comercializamos con la marca Caveiral. Salimos al mercado por primera vez hace cuatro años y nuestra producción por ahora es bastante limitada. El primer año salimos con un Albariño y 1.500 botellas y en 2019 elaboramos un Condado con 800. Buscamos el mejor vino de la bodega y lo embotellamos, depende del año sacamos un Albariño o un Condado.

¿Quién se encarga del cuidado de las viñas, trabajan con algún enólogo?

De ese tema me encargo yo, como me apasionaba el tema, me busqué la vida e hice un Ciclo Medio de aceites y vinos, posteriormente también hice el Ciclo Superior de Vitivinicultura y a raíz de ahí, el enólogo con el que trabajaba mi padre hasta ese momento me fue dando unas directrices y ya empecé yo. Mi padre se encarga más de la viña y yo de la bodega.

El primer vino de Caveiral, un Albariño, salió al mercado en 2018 y después ya vino la pandemia

Por eso del 2018 al 2021 pasamos esos años sin embotellar porque nos cuadró la pandemia y nos quedamos con todo el vino en la bodega. Aún no teníamos un canal de distribución porque llevábamos muy poco tiempo y no podíamos hacer llegar el vino al cliente final. Fue un palo muy grande pero siempre tuvimos claro que queríamos continuar, aquí hay mucho trabajo de la familia, pero también de otra gente que nos ayudó. Esta no es una bodega al uso, es mucho más que una bodega.

Y al restaurante también le afectó el cierre por COVID

Sí, y después del cierre obligado ahora sólo abrimos en temporada de lamprea; de hecho, el restaurante se llama Mesón de la Lamprea. Lo mantenemos abierto porque también aprovechamos para hacer un poco de enoturismo sobre todo porque la parte en la que están las barricas de madera llama mucho la atención.

¿Cómo definiría los vinos que han sacado al mercado, el Condado y el Albariño?

Son vinos complejos, con personalidad, yo incluso diría que son vinos singulares por el tema que te comentaba antes de las parcelas, lo que implica que son muy diferentes de añada a añada. En la bodega trabajamos con pie de cuba, no con levadura comerciales, ya que tenemos una parcela en concreto que es la mejor en cuanto a levaduras   y ahí es donde fermentamos todos los vinos que hacemos.

¿Cómo fue la vendimia de este año en su zona?

Como los últimos años. Parece mentira pero creo que va a llegar un momento donde tengamos problemas con la acidez. Ahora mismo tenemos mucho grado y poca acidez, algo totalmente diferente a lo que estábamos acostumbrados hace cuatro o cinco años.  Últimamente se están registrando épocas de estrés hídrico de la planta y eso es preocupante. Sobre todo porque hay cosas que no puedes dominar, te tienes que adaptar o intentar acompañar, pero no dependen de ti.

¿De qué manera le está afectando el cambio climático?

Cada uno sabrá lo que tiene en su viñedo, pero en el mío, te aseguro que estamos notando los efectos del cambio climático. Los mostos que entran en bodega son muy diferentes a los de hace cuatro o cinco años.

Antes me hablaba de las 18 parcelas donde tienen repartidas sus viñas y lo diferentes que eran entre sí, ¿tiene algún nuevo proyecto de elaboración en mente?

Quiero hacer un tributo a la primera generación de la bodega, que fue mi abuelo, y estamos dándole vueltas a una marca comercial para llamarle al vino Juan Alonso en homenaje a él.  Sería un Condado, con Albariño, Treixadura y Loureiro, haciendo un guiño al que fue el que inició todo esto.

¿Cómo encara el proceso de elaboración, es de los que le gusta intervenir mucho o prefiere que los vinos sean lo más naturales posibles?

No soy nada intervencionista. De hecho, cuando alguien me pregunta si soy el que hace el vino en Caveiral, le respondo que no, que el vino se hace solo, que yo soy el que lo acompaña en el proceso, ayudando en la medida de lo posible a que no se desvíe.  Nada más.

¿Y cómo están siendo estos meses en la viña con este tiempo tan loco que estamos teniendo?

Los trabajos en viña ya los tenemos muy avanzados y ahora estamos plantando. Hubo un momento que la lluvia nos obligó a retrasar la poda, luego vino bastante buen tiempo y eso nos permitió reengancharnos y ahí estamos, cruzando los dedos para que no haya episodios raros.

¿Dónde estáis vendiendo su vino?

Alrededor del 70% lo vendemos aquí de cara al público, en el restaurante. Aún no tenemos un canal de distribución definido, pero estamos trabajando en ello.