Entrevista con Benigno Pereira, propietario de Adega A Corga

“Somos conscientes de que los proyectos siempre son a largo plazo cuando se trabaja con la tierra”

 

Benigno Pereira (Touro, 1962) es un emprendedor con los pies en la tierra, esa tierra a la que tanto ama y a la que le ha dedicado buena parte de su vida. Dedicado desde hace muchos años a la elaboración de quesos, en 2010 se hizo con la propiedad de una finca de 37 hectáreas en Pobra de Trives con una casa que está documentada desde 1840, aunque su estructura actual es de 1632. Castaños y viñedos crecen en esta propiedad que combina diferentes influencias climatológicas, así como la producción de vinos y castañas. La bodega y todo lo que le rodea es ahora el paraíso de Pereira y de su familia.

 

Creo que ustedes se hicieron con la bodega en el año 2010, ¿cuándo empezaron a elaborar vino?

Bueno, en realidad en el año 2010 lo que compramos fue la finca, pero no comenzamos a elaborar vino hasta cuatro años después. Cierto es que en 2012 ya empezamos a hacer diferentes trabajos relacionados con esta actividad, pero el primer vino que hicimos fue el de la añada 2014. La propiedad, que es una casa de 1632, consta de un pazo con un patio interior muy bonito y tiene una finca de 37 hectáreas, de las cuales sólo tres están dedicadas al viñedo, en el resto hay castaños. La bodega la hicimos nosotros y, lo recuerdo perfectamente, la empezamos  el 26 de mayo de 2012.

¿Y en estos años se ha arrepentido alguna vez de la decisión?

No, qué va, y espero que no tengamos que hacerlo. Somos conscientes de que es un proyecto empresarial a largo plazo, sobre todo la parte agrícola. Somos una bodega muy pequeña y nuestro interés es hacer cosas bien hechas y, a ser posible, diferentes a lo que hay en el mercado. No quiero colgarme ninguna medalla en el sentido de calificar nuestros vinos como “vinos de autor”, pero sí que no voy a negar que nos satisface que nuestros vinos sorprendan.

¿Qué relación tenía con el mundo del vino?

Ninguna, aunque nos remontemos a varias generaciones atrás. Nosotros somos de Touro, una zona muy próxima al aeropuerto de Santiago y mi mundo profesional siempre estuvo vinculado a la industria láctea ya que me dedico a la elaboración de quesos. De donde yo vengo, las parras son para dar sombra (risas).

¿Y cómo surgió entonces la idea de meterse a bodeguero?

Nuestra relación con la agricultura siempre existió, aunque la vida nos llevase por otros derroteros diferentes al cultivo de la vid. Pero cuando en el año 2010 conocí esta finca, que queda bastante alejada de mi zona habitual, me enamoró su singularidad y después de analizar qué potencial tenía, decidí retomar la actividad de sus primeros dueños: en una ladera la viticultura y seguir con los castaños en el resto del terreno. Enseguida vimos ese potencial por lo que ya habíamos decidido que íbamos a hacer vino incluso antes de comprar la propiedad. La tierra está en el ADN de mi infancia. Siempre cuento lo que me dijo mi abuelo antes de morir que mi abuelo, cuando yo tenía 16 años “Benigno, cuando puedas compra tierra que no se está fabricando más”. Es una verdad como un templo y es algo que he tenido muy presente. La tierra para mí siempre ha tenido mucho valor, y no me refiero sólo al económico. Siempre intento sacar tiempo para estar en contacto con ella, lo disfruto muchísimo.

En el 2014 salió al mercado su primera añada de vino Corga, y en el 2018 su primer Corga ecológico. ¿Cómo han ido evolucionando sus vinos en estos tiempos?

La elección de Godello para sus blancos es casi natural, pero ¿por qué eligió la Brancellao como variedad tinta?

El Brancellao lo conocía y me entusiasmaba como variedad. Galicia tiene muchas variedades autóctonas y algunas están cogiendo mucha fuerza. Todavía recuerdo cuando el Godello era una variedad minoritaria, a punto de desaparecer. Y fue gracias a Petiscas y otra gente de la zona de Valdeorras que con cuatro cepas que quedaban por allí empezaron a moverse y trabajarlas. Y hoy en día es un vino imprescindible en el catálogo de vinos de Galicia. Y el Brancellao es una variedad que también sufrió porque no da la cantidad que dan otras y, además, es de ciclo largo, con lo cual en Galicia, salvo en zonas específicas como esta del Bibei, donde tenemos un microclima especial incluso dentro de lo que es Ribeira Sacra, se da muy bien. Por eso decidí apostar por ella. También vi que en Ribeira Sacra había plantadas 1.492 hectáreas de Mencía y apenas dos hectáreas de Brancellao, así que teniendo en cuenta que quería diferenciarme un poco, mi elección era lógica. Aunque también elaboro Mencía con uva que compro en la zona.

En los premios Vinespaña, celebrados el pasado mes de mayo, han obtenido varios premios, ¿este tipo de distinciones ayudan a seguir trabajando?

Sí, y se agradecen mucho porque estoy seguro de que la inmensa mayoría de los que cataron el vino no sabían ni que existía esta variedad. Lo cual tiene más mérito todavía. En Vinespaña, nuestro Brancellao 2019, que es joven y que no toca madera, llevó una distinción de Oro y en variedades minoritarias llevamos una Plata, y otra plata más con nuestro Mencía. En las otras ediciones de Vinespaña, nuestro Mencía joven 2017 fue el único tinto gallego que tuvo una distinción de Oro y en la 2018 tuvimos otra mención de Oro con el Mencía 2016. Nuestros vinos están siendo muy reconocidos por los catadores y nos encanta que así sea.

También les ha ido muy bien en la Guía Parker

Sí, es verdad. El año pasado, Parker nos calificó todos los vinos y para mí fue una sorpresa que se fijaran tan pronto en nuestra bodega. Y el Brancellao ecológico de 2018 fue puntuado con 91 puntos y, además, fue el primer vino ecológico en entrar en la Guía Parker.

Por otra parte, tenemos un vino blanco que le llamamos Enigma porque lo hacemos con siete variedades distintas -está fuera de la D.O.- y curiosamente es el que más puntos le dio Parker. En este vino trabajamos con mucha libertad y es totalmente diferente. Este vino es una “trastada” en la que se tienen que alinear los astros para que consigamos la combinación que queremos por lo que no lo tenemos todos los años y cuando lo elaboramos no hay más de 600 botellas.

¿Cómo les ha afectado la pandemia?

Nos afectó de lleno, pero no como a otras bodegas porque nuestra producción es pequeña. Por poner un ejemplo, en la cosecha de 2020 nos movimos entre 9.000 y 9.300 botellas y nuestro principal mercado son las tiendas especializadas y la restauración, pero hablamos de una producción tan limitada que vendimos todos. El vino salió, pero de una forma distinta a otros años, cuando permitían abrir los restaurantes había un repunte de pedidos.

El cambio climático ya se deja notar en varias zonas de Galicia, ¿ustedes los han percibido?

Sí claro, desde que estamos en la finca están ocurriendo episodios relacionados con el clima que nunca antes se habían dado. Como las tormentas de granizo, que eran más bien episodios de gota fría que se producían en la zona de Levante y que ahora nos esta visitando todos los años en la zona de Ribeira Sacra, Valdeorras o Monterrei.

Hábleme de su proyecto con la castaña, que también creo que es muy importante para ustedes.

Lo que hicimos cuando compramos es que plantamos mucho castaño nuevo y ahora tenemos alrededor de 2.500, en plantaciones que van desde el 2012 al 2016. Como son todos jóvenes todavía no tenemos prácticamente producción de castaño y lo que pretendemos es que cuando empiecen a producir, la finca se autofinancie y tenga una pequeña rentabilidad. Además de poner en uso la tierra y con este proyecto de la castaña, dedicarnos también nosotros a la transformación. Como te dije, venimos del mundo del queso, donde llevamos más de 30 años transformando la leche en nuestros productos y eso es lo que para nosotros tiene sentido, de la misma forma que elaborar vino con las uvas que tenemos.

La sostenibilidad es una de sus mayores preocupaciones

Amamos nuestra tierra y cuidarla debería ser lo normal. De hecho, toda la producción que tenemos de vino está acogida a la agricultura ecológica y los castaños los hemos dado de alta este año en la IXP (Identificación Xeográfica Protexida) Castaña de Galicia y también lo haremos en agricultura ecológica. Es un tema en el que trabajamos mucho, nuestra idea es unir la agricultura e I+D porque la agricultura del futuro va a depender mucho de la investigación, de no ser así no creo que sea posible alimentar a la población sin machacar la naturaleza. Es algo innato a nuestra filosofía de trabajo y de vida. De hecho, colaboramos con la Evega en la toma de datos y muestreos para minimizar los tratamientos que se dan a la vid y en otro tipo de proyectos.