Entrevista con Antonio Míguez Amil, viticultor y elaborador

 “En otoño saldrá ‘Mirando ao chao’, un vino de parcela y de variedades muy identificadas con el Ribeiro”

 

Antonio Míguez Amil creció amando el viñedo, pero en aquel tiempo el mensaje que trasmitían los padres era el de estudiar y dejar el campo por un futuro profesional en la ciudad. Pese a ello, Amil volvió y apostó por una forma de vida que, sin ser la más sencilla, es la que le llena y la que le mueve en su día a día.  Desde sus viñas en Pazos Ermos y San Lourenzo da Pena, este viticultor, que maravilla a propios y extraños con su tostado tinto “Para do pé”, reivindica lo natural, el cultivo ecológico y las elaboraciones singulares. Desde luego, él practica con el ejemplo, con su tostado, con sus tintos y, en pocos años, según nos avanza en esta entrevista, volverá a sorprender al mercado con un blanco “curioso”.

 

¿Qué vinculación tenía con el mundo del vino antes de empezar a elaborar?

Mi relación viene de familia porque en el Ribeiro no es raro que una familia que disponga de viñas y de bodega. Históricamente había más de 30.000 “colleiteiros”, así que te puedes imaginar otras tantas familias viviendo directamente del vino. Mis abuelos, tanto por parte materna como paterna, estaban metidos en el mundo del vino, sobre todo los padres de mi madre porque mi abuelo había estado en Cuba y ganó un dinero que usó para ampliar la bodega que le había dejado su bisabuelo. Cuando heredé unas viñas, que eran muy pocas, trabajaba en ellas, pero sin más, era muy joven, pero poco a poco me fui enganchando y ahí fue cuando decidí hacer mi propio viñedo. De hecho, toda mi vida laboral fue encaminada a conseguir los fondos suficientes para seguir comprando viñas en zonas históricas. Y aunque al final me he decidido a montar la bodega este año, para mí lo más importante siguen siendo las viñas, son la esencia de lo que es un vino.

¿Por dónde tiene repartido su viñedo?

Por parte de mi madre, tengo algunas viñas pequeñas en Ribadavia, pero cuando yo compré ya lo hice en zonas históricas, que son las que me interesaban, como Pazos Ermos, donde tengo una parte, y San Lourenzo da Pena, donde tengo otra. Son viñas en ladera, un poco alejadas de la zona fluvial, pero están en la ladera del río Avia, en una zona histórica que está bastante bien documentada desde el siglo XI/XII.

¿Qué variedades cultiva?

Desde el principio aposté por las variedades tintas del Ribeiro:  Brancellao, Sousón, Caíño Longo, Espadeiro, Ferrón y la Carabuñeira, que era una variedad que estaba prácticamente desaparecida. En blancas: Treixadura, Lado, Albariño, Torrontés y también recuperé una que estaba casi completamente perdida y que forma parte de la relación de uvas que incluyó Antonio Casares en 1940 en su Tratado de Viticultura, que es la Verdello Antigua.

¿Por qué decidió que su primer vino fuera un tostado?

Era mi ilusión por varias cuestiones: por buscar una réplica histórica de lo que fueron los tostados tintos porque había poca documentación pera sabíamos que había gente que los elaboraba en el siglo XIX. Así que fue por curiosidad y también porque había esa oportunidad. Por otra parte, reconozco que era más cómodo para mí, al no disponer de bodega propia y depender de la de otras personas, elaborar un tostado. ¿Y esto por qué? Bueno, porque la actividad principal de una bodega está entre los meses de septiembre y octubre, mientras que la actividad principal del tostado es a partir del mes de enero, cuando prácticamente las bodegas están paradas. Así que en 2008/2009 hice varios ensayos y a partir de 2013 fue cuando me puse seriamente a producir sobre 300 o 400 litros anuales de mi tostado.

¿Y el vino tinto?

Empecé a elaborar tintos en 2016, aprovechando que las viñas que puse en el año 2000 y en el 2008 estaban ya en plena producción. Ahora ya estoy muy metido con los vinos tintos, pero puedo avanzar que en los próximos años también sacaré cosas muy curiosas en blancos. A mí lo que me gusta es la recuperación arqueológica de los vinos históricos de Galicia, y no me refiero a los vinos de hace 50 o 60 años sino a los de antes de la Filoxera, esos vinos que fueron los que realmente le dieron fama al Ribeiro a nivel mundial

¿Ahora mismo cuántas elaboraciones tiene en el mercado?

El tostado tinto, que se llama “Para do pé”, y el tinto “Boas vides”, que en este mes de junio empezará a salir poco a poco al mercado el de 2019. Y en otoño saldrá otro muy especial que se llama “Mirando ao chao”, un vino de parcela y de variedades muy identificadas con el Ribeiro.

¿Dónde está vendiendo?

Básicamente en Galicia, sobre todo en la zona de Coruña y también algo en Vigo, y también en Ribeiro. Y después tengo un mercado muy bueno fuera de España, en Inglaterra, en Japón y el año pasado también envié a Dinamarca. Son vinos que cada vez tienen más aceptación fuera porque son singulares, no forman parte de un modelo estereotipado, son diferentes, con mucha estructura, amplios y que huyen del tópico del Ribeiro de hace 60 años. Son vinos muy largos y.  aunque son muy estructurados, mantienen la frescura, van en la línea de lo que están haciendo en el Ribeiro unas pocas bodegas “de colleiteiros”, sobre todo.

¿Y el mercado nacional?

El mercado nacional es muy complicado y es una tontería competir con Riojas o Riberas del Duero. La gente aplica muy pronto el esquema mental de: esto es tinto y esto es blanco, y no se imaginan que en Ribeiro se puedan hacer este tipo de tintos y tampoco se imaginan los tostados, mucha gente en España no lo conoce.  Y mucho menos un tostado tinto.

¿Qué tipo de elaboración requiere un tostado?

La vendimia se hace en septiembre y en el mes de enero es cuando entra en bodega, antes pasa a una secadora, que puede ser una habitación grande o una casa, lo importante es que sea un sitio perfectamente ventilado porque no se admite ni ventilación forzada, ni deshumidificación. Es decir, no se admite nada que no sea el propio clima de la zona y las propias condiciones meteorológicas que imperan en los meses de secado. Por eso busqué un local en el Ribeiro que esté perfectamente ventilado, en zona alta o en zona norte/sur, que tenga unas características que permitan un secado homogéneo durante tres meses. Una vez que dejas las uvas en el secadero, cuando las sacas en enero ya están pasas y ahí es cuando las tienes que prensar. En el inicio del prensado el mosto resultante tiene unos azúcares naturales altísimos… El producto final no tiene nada que ver con los vinos de Oporto, ni los vinos dulces mediterráneos, ni los vinos de pasificación de Andalucía, son vinos naturalmente dulces porque no hay ningún tipo de intervención (ni con levaduras, ni alcohol, ni aditivos). Son vinos mucho mas delicados y complejos que un vino dulce normal y por eso hay que explicarle a la gente que este tipo proceso que tiene el vino y este tipo de elaboración tan natural lleva implícito un coste, no sólo por su calidad, sino también por su complejidad. Y tenemos que explicarlo porque hay personas que no entienden que una botella de medio litro pueda costar unos 50 euros.

Sus uvas son todas autóctonas, ¿de qué forma les está afectando el cambio climático?

El cambio climático es una realidad, las primaveras cada vez son más cortas, con lo que el verano empieza antes. Este año en concreto el mes de mayo era prácticamente verano, con temperaturas de más de 32,33 o 35 grados. Las cuatro estaciones se están acortando, sobre todo en las de otoño y primavera, que se vuelven más tropicales. Y es que últimamente nos encontramos con un régimen de vientos húmedos que no son lo habitual al final de la primavera, eso crea condiciones muy tropicales, que son muy propicias para los hongos. Con todo, las zonas en las que yo tengo mis viñas son unas zonas muy aireadas y me puedo permitir el lujo de trabajar en ecológico sin ningún problema. Cada vez hay más gente, sobre todo en el Ribeiro, trabajando en ecológico, también en Ribeira Sacra, Valdeorras y Monterrei.

En Rías Baixas es más complicado porque es muy húmeda, pero en Ribeiro, concretamente en el área de Avia y en algunas laderas de Arnoia y mismo del Miño, se puede trabajar perfectamente en ecológico, simplemente tienes que elegir zonas históricas, las más ventiladas, las más inclinadas, y lo puedes conseguir. Eso sí, hay que practicar una viticultura de mucho cuidado, de mucha atención y sin pretender grandes cosechas.

A la espera de la apertura de su bodega, elabora sus vinos en la de Bernardo Estévez con el que coincide prácticamente punto por punto  con su forma de trabajar

Sí, claro, es lógico que uno se rodee de los amigos y profesionales que comparten su forma de trabajar. Primero, porque es la mejor manera de no llevarse mal, y después, porque yo creo que un viñedo refleja muy bien el modelo que quieres llevar también en tu relación con los demás. En el Ribeiro hay un grupo que trabaja con este modelo, está Bernardo, sí, y también Iago Garrido, Cume do Avia, Xosé Lois Sebio, Luis Anxo Rodríguez… gente que está trabajando y explorando lo que es la viticultura tradicional, los vinos históricos y los vinos con personalidad y ahí es donde nos vamos definiendo. Tenemos encuentros de forma periódica para ver qué tal le va a cada uno, qué cosas podemos hacer, qué productos estamos utilizando, cómo funciona el cambio climático… Es un grupo de gente muy interesante que de alguna forma está capitaneada por Bernardo. También hay un grupo muy interesante de gente de Valdeorras como Nacho González, Xico de Mandín o el propio José Luis Mateo… Nos reunimos varias veces al año y aprovechamos para conocer cómo va la viticultura en nuestras respectivas zonas y cómo podemos atajar los problemas que van surgiendo, de forma natural, reforzando la cepa y sin recurrir a la “farmacología vitivinícola”.

¿Se puede permitir de vivir de las viñas o todavía tiene que compatibilizarlo con otras actividades?

Esto va lento y he querido que así sea para asegurarme de que los procesos van encajando poco a poco. Si yo tuviera la suerte de que alguien me montara la bodega, sería más fácil, pero cuando es uno mismo el que tiene que hacer todo y partiendo de un sueldo relativamente pequeño, pues no te queda otra que pasarte muchos años trabajando y ahorrando para darle forma a este sueño. Es difícil poner en marcha un proyecto de este tipo para gente como yo, porque no tenemos músculo financiero detrás y los procesos son más largos. Creo que algunos estamos trabajando realmente para la siguiente generación, para nuestros hijos, para que, si les gusta esto, puedan dedicarse al vino. A nuestra generación nos decían que nos dedicáramos a otra cosa, que estudiásemos y eligiéramos otro camino, y nosotros estamos intentando revertir ese camino para que nuestros hijos no tengan que marcharse.