Entrevista a Pedro Ruiz Aragoneses, CEO de Alma Carraovejas

“Galicia nos parece una de las zonas con mayor proyección en España para elaborar grandes vinos debido al cambio climático”

 

Hablar de Alma Carraovejas es hablar de compromiso, exigencia, calidad y de vinos de categoría mundial. Algo de lo que sabe mucho su director ejecutivo, Pedro Ruiz  Aragoneses, un empresario con formación en Psicología, elegido Personaje del Año 2022 en el sector del vino por la guía Wine Up!  A Ruiz Aragoneses le debemos la presencia del grupo empresarial en Galicia, una tierra por la que no ha dudado en apostar con dos proyectos singulares porque, según destaca, “tiene tanto potencial vinícola como abundancia de tierras ideales para el cultivo de la uva”. Además, asegura, “es una de las zonas con mayor proyección en España para elaborar grandes blancos y grandes tintos debido al cambio climático”. De los interesas actuales de Alma Carraovejas y de sus proyectos de futuro nos habla en esta interesante entrevista.

 

En 2019 se anunció la compra por parte de Alma Carraovejas de las bodegas Viña Mein y Emilio Rojo, ambas de la Denominación de Origen Ribeiro. ¿Cómo se fraguó esa operación?

Más que hablar en términos de compra de bodegas, nosotros siempre decimos que buscamos dar continuidad a proyectos singulares. Preferimos ir más allá: trabajamos para completar proyectos cuya continuidad, por distintas razones, están en peligro. En el caso de Viña Meín, queremos formar parte de un proyecto histórico de Ribeiro. La parcela de Meín, el viñedo minifundista de Ribeiro, los suelos de sábrego, la historia vinícola en el valle del Avia y los vinos de categoría mundial que aquí se han elaborado son motivos más que suficientes para desear que el legado de Viña Meín continuase. En el caso de Emilio Rojo, la historia fue aún más emocionante. Emilio y Julia nos confiaron la responsabilidad de continuar un proyecto único y construir el legado que ellos habían creado en Ribeiro.

¿Cuándo comenzó el interés del grupo por Galicia?

No podríamos decir una fecha concreta, pero llevábamos años intentando encontrar un lugar en Galicia donde conseguir elaborar grandes blancos y grandes tintos con un perfil distinto a lo que estábamos elaborando en Castilla y León. Galicia nos parece una de las zonas con mayor proyección en España para elaborar grandes blancos y grandes tintos debido al cambio climático. Galicia es apasionante, con tanto potencial vinícola como abundancia de tierras ideales para el cultivo de la uva.

¿Por qué la zona de Ribeiro, fue algo que buscaron desde el principio?

Ribeiro y más concretamente Viña Meín y Emilio Rojo se distinguen por su singularidad y carácter genuino. Una emoción que se percibe nada más poner un pie en Leiro y, por supuesto, recorriendo esas pequeñas parcelas que son el origen de Ribeiro. Ribeiro es la DO más antigua de Galicia, pero sobre todo está la historia de la zona. Desde los primeros viñedos que afloraron en la Alta Edad Media en torno al monasterio de San Clodio, la vid ha sido el principal modo de vida de muchas familias del valle del Avia en los últimos mil años. Esto supone una diferencia fundamental respecto a casi cualquier otra zona vitivinícola de nuestro país.

¿Casi tres años después de la compra de estas dos bodegas, con una pandemia mundial por medio, qué balance hacen de esta adquisición?

Nosotros decimos que en el mundo del vino tenemos que pensar en décadas, no en años. Es cierto que el ritmo desde que arrancamos, debido a distintos factores ajenos al vino, ha sido altísimo y, gracias a eso, hemos alcanzado el punto de equilibrio en cada variedad y cada parcela. Viña Meín – Emilio Rojo se encuentra en un momento fabuloso, con todo el trabajo asentado, pero con ganas de seguir mejorando.

¿Seguirán invirtiendo en Galicia o por el momento prefieren consolidar estos dos proyectos?

Dentro de la región hay muchas grandes zonas vitivinícolas, cada una diferente al resto. Quién sabe si algún día estaremos en otra parte de Galicia. Sería un honor… Por el momento, seguimos trabajando en extraer la esencia del minifundismo gallego y plasmar este maravilloso paisaje en Viña Meín – Emilio Rojo.

¿Qué diferencias se encontraron a la hora de gestionar estas dos bodegas gallegas con respecto a la de Pago de Carraovejas, más allá de la dimensión de una y otras?

La gestión vitícola es distinta en cada una de las parcelas de Viña Meín, con lo que es normal que haya diferencias entre cada uno de los proyectos. En Alma Carraovejas, cada proyecto tiene y guarda su propia identidad. En el caso de Viña Meín, una de las primeras maravillas que nos encontramos, junto a su paisaje plurivarietal en armonía con el entorno, sus suelos y su clima, es la gestión minifundista de cada parcela. No sé si es beneficioso o perjudicial en un sentido u otro para la región. Creo que es una seña de identidad y eso en sí mismo merece respeto. Pero, dicho esto, hay que saber darle el valor que merece y convertirlo en una fortaleza porque si no, no será tan competitiva frente a otras regiones del mundo. Ribeiro me recuerda a Borgoña en muchos aspectos. Ribeiro lo tiene todo: historia, potencial cualitativo vitivinícola y una historia de futuro por dibujar para elevar los vinos de Ribeiro entre los mejores del mundo, como ya pasara en el siglo XVI.

¿Además de Galicia, hay alguna otra región española que sea del interés de la compañía para seguir creciendo?

La suerte que tenemos en España es un país con una geología y geografía climática muy diversa. Alma es una gran familia y, aunque nuestro equipo tiene que trabajar para desarrollar una filosofía unida, buscamos preservar la esencia de lo que hace especial a cada proyecto individual.

La última incorporación al proyecto es Bodegas Marañones, con la que buscamos ayudar a potenciar una zona como la sierra de Gredos, marcada por el granito, la garnacha y la albillo real junto a otras variedades locales y un paisaje de montaña espectacular. La verdad es que han sido muchas inversiones en los últimos años, pero tampoco creemos que sea el momento de frenar. Por el momento, tenemos algún frente abierto pero nada cerrado al 100%.

La historia del fundador de Pago de Carraovejas es bastante especial ya que se involucró en el mundo del vino para tener su propia marca para su prestigioso restaurante. Hábleme un poco de José María Ruiz

Mis padres han sido todo para el proyecto. Gracias a su trabajo durante muchos años, tanto el restaurante José María, con el que empezaron, como Pago de Carraovejas, que al principio solo buscaba elaborar un vino de calidad para el restaurante, vivieron una gran explosión. Siempre decimos, medio en broma, que Pago surgió para hacer un buen vino para el restaurante de mis padres y se nos fue un poco de las manos. Agradecemos mucho el trabajo inicial que nos ha permitido llegar hasta aquí. Hoy tenemos visiones y proyecciones diferentes del negocio. Elaborar un vino de la casa para el restaurante fue maravilloso de inicio. Hoy las cotas de Pago de Carraovejas y todos los proyectos que acompañan en Alma tienen esencias diferentes de esos inicios. Es lo bonito de evolucionar. Dice Pedro Ballesteros que «toda tradición que no evoluciona es decadencia pura». En el caso de Alma la evolución es más que tangible.

¿Cómo han vivido la pandemia en el grupo, les obligó a cambiar o ralentizar algún proyecto?

Dentro de Alma, como para todo el país, el peor momento de la pandemia fue la primavera de 2020. Lo primero que quisimos hacer fue asegurar la parte sanitaria, incluso antes de que el gobierno lo hiciera obligatorio, la parte económica y la parte emocional de todo el equipo y de nuestros clientes. Aprendimos a convivir gestionando el largo plazo y el día a día de una forma más intensa de lo habitual. Debíamos tratar de poner certidumbre en la incertidumbre y confianza en un momento de total desconfianza. Desde el primer momento todos juntos empezamos a trabajar en la reapertura con las medidas  de seguridad máximas para todos. Pero, como tal, no podemos decir que fuese un factor ralentizador ya que, durante esos momentos, empezamos el trabajo de nuestra importadora SV wines, que acerca hasta nuestro país vinos de parajes singulares de los viñedos más especiales del mundo, así como nuestro aterrizaje en Rioja con el proyecto Aiurri con el que quisimos formar parte de la historia vitivinícola de la Rioja alavesa y ayudar a potenciar un municipio maravilloso a los pies de Sierra de Toloño como es Leza.

Durante este tiempo, los resultados globales de Alma acompañaron estas metas. Pero, además, en diciembre de 2021, aún en plena pandemia, presentamos nuestra Fundación Cultura Líquida. La cuestión de pensar en décadas es esto. Si tú tienes claro dónde quieres llegar, cómo y para qué, los virajes necesarios que te pide lo inmediato son más sencillos de llevar a cabo. Lo cual no quiere decir que fuera sencillo en aquel momento. Pero aportó mucha luz.

¿Y qué esperan de este 2022?

Queremos seguir afianzando cada proyecto de Alma y continuar creando experiencias inolvidables en torno al vino. Con Pago de Carraovejas, nuestro proyecto origen con el que pretendemos representar un valle maravilloso como es el de Carraovejas. Seguiremos consolidando Ossian Vides y Vinos, con su carácter único e irreductible de cepas centenarias de verdejo. Y, además de seguir dando forma a un proyecto precioso y un viñedo único en la península ibérica, comenzamos en breve la nueva bodega, que será un espacio maravilloso para permitirnos intentar seguir mejorando lo que hacemos. Continuamos afianzando Milsetentayseis, en la máxima altitud de la Ribera del Duero, con su riqueza varietal y sus complejos suelos. Ahora mismo acabamos de plantar el banco de biotipos y tenemos grandes retos por delante para posicionar este proyecto entre los grandes vinos de España.

En Viña Meín- Emilio Rojo, muestra del Ribeiro histórico, hemos renovado una parte muy importante de la bodega para adaptarlo a la elaboración al detalle de respeto y precisión de cada parcela y variedad en unas condiciones fantásticas, volviendo a los orígenes de Meín. Igualmente seguimos afrontando mucho de trabajo de campo que nos permite seguir en el posicionamiento de nuestros vinos entre los mejores de la región y de nuestro país. En Aiurri, con sus cepas viejas y el carácter más auténtico de la Rioja alavesa, estamos dando forma al viñedo al antojo de nuestro sentir y pensar. Seguimos trabajando en dos zonas maravillosas como son San Vicente y Leza y la definición de los primeros vinos que pronto verán la luz en el mercado, así como una fantástica bodega que nos permita reflejar y llevar a buen fin todo el trabajo iniciado en la viña. Fortalecemos Marañones y su paisaje granítico de sierra de Gredos, donde hemos podido también ampliar algunos viñedos colindantes maravillosos que ya se elaboraban pero que no eran propiedad de la bodega. Es un lujo. Igualmente estamos comenzando ya con el diseño de lo que será la nueva bodega con la gran noticia de haber recibido ya el permiso de la administración para poder iniciar el proyecto.

En Ambivium, con el que conseguimos la primera estrella Michelin en 2020, seguiremos buscando una experiencia completa en armonía entre miles de vinos del mundo y gastronomía local y de temporada. Siempre decimos que mientras seamos capaces de luchar por la segunda estrella, al menos seremos capaces de mantener la primera. Con SV wines, nuestra importadora de vinos de viñedos singulares, deseamos continuar creciendo. Nuestro último proyecto incorporado ha sido el de Nicolas Potel en Borgoña. Y esperemos que no sea el último.

Háblenos de la Fundación Cultura Líquida y los proyectos en los que están inmersos

Con Fundación Cultura Líquid lo que buscamos es recuperar parte del legado escrito y sonoro relacionado con la cultura vitivinícola y gracias a la que, el diciembre pasado, publicamos por primera vez en castellano una obra referencia de la historia del viñedo de nuestro país como es ‘Viñedos y vinos del Noroeste de España’ del geógrafo francés Alain Huetz de Lemps. En breve verá la luz el segundo libro de los maestros de poda italianos Marco Simonit y Pierpaolo Sirch. Y ya estamos trabajando en próximas publicaciones. Igualmente estamos trabajando en la recuperación de edificios históricos en cada proyecto con los que pretendemos crear una residencia artística itinerante entre los diferentes proyectos de Alma. Además, desarrollaremos programas de formación de alta dirección para el mundo del vino con alguna de las más prestigiosas escuelas de negocio de nuestro país y del mundo.

Mientras tanto, buscamos que la filosofía de Alma siga siendo el camino que nos marque cada paso y ser una organización feliz de familias felices para hacer felices a los demás, como siempre decimos. Y, que por supuesto, el mejor proyecto es el que está por llegar.