“Ser orgánico es parte de la solución al cambio climático porque te obliga a trabajar desde otra perspectiva”
Eugenio Lira, expresidente de los enólogos chilenos, fue uno de los expertos que durante los días 28, 29 y 30 de abril participó como catador en el Concurso Nacional de Vinos VinEspaña, que este año se celebró en el Balneario de Laias, en Ourense. Sorprendido con los cambios que han experimentado los vinos gallegos, Lira disfrutó de tres jornadas con sus colegas de profesión, la mayoría españoles, con los que intercambió impresiones y puntos de vista sobre el panorama vitivinícola actual.
En Cepas y Vinos tuvimos la oportunidad de hablar con Lira a su llegada a Laias sobre su apuesta por los vinos orgánicos, los efectos del cambio climático sobre el viñedo chileno y el trabajo que pueden realizar los enólogos para contribuir a un cultivo más sostenible.
Está participando como catador experto en el Concurso VinEspaña, que este año tiene lugar en Ourense. ¿Ya había estado antes en esta tierra?
Sí, estuve hace unos diez años en la Estación de Leiro con motivo de mi tesis doctoral, pero la verdad es que fue un viaje muy breve.
En esta década que ha pasado desde que estuvo aquí, el vino gallego ha pegado un gran salto en cuanto a su calidad h variedad, ¿lo ha podido percibir estos días?
En las sesiones de cata donde ya hemos probado varios vinos he podido constatar que hay mucha más diversidad, un abanico más amplio de tipos de elaboraciones que cuando estuve aquí. De hecho, a mucha gente de fuera le pasaba que sólo conocían una variedad de Galicia, ahora ya no y aunque creo que hay un perfil, el abanico es muy amplio. Realmente el panorama ha cambiado bastante.
Por ejemplo, antes de Galicia sólo se conocían los blancos
Cierto, aunque creo que a medida que los conceptos alrededor del vino se han movido, eso también ha provocado que se conozcan y aprecien más los tintos de esta zona, que son más frescos y que cumplen muchos de los parámetros de la tendencia mundial: vinos menos alcohólicos y más fáciles de tomar. Esto les ha dado a los tintos gallegos una oportunidad crecer y de que sean más valorados.
Los gallegos conocemos la calidad de los vinos chilenos, ¿este conocimiento también funciona a la inversa, conocen sus compatriotas los vinos de Galicia más allá del Albariño?
Empezamos a conocerlos. La verdad es que si me hubieras hecho esta entrevista hace 15 ó 20 años,la respuesta sería diferente. Cuando estaba en la Universidad, sólo teníamos un concepto de vino español pero más tarde he tenido la oportunidad de conocer lo que se hace en las distintas regiones y, aunque el Albariño sigue siendo lo que más llega a Chile, hay otras variedades que han ido apareciendo como la Godello. También algún tinto se va dando a conocer, aunque sea tímidamente.
¿Cómo los conocen?
Lamentablemente, Chile es un país básicamente productor, no suele ser importador, así que lo que nos llega sobre el mundo del vino de fuera tiene más que ver con gente que viaja y nos trae esos vinos para probar que por el acceso que podamos tener a ellos.
Hasta hace poco presidía la Asociación de Ingenieros Agrónomos Enólogos de Chile, ¿cómo fue esa experiencia?
Estuve tres años como presidente y otros doce años desempeñando diversos cargos dentro de la junta directiva de la Asociación. Fue una experiencia increíble porque me permitió trabajar con la profesión y conocer a un montón de gente, no sólo de Chile. Considero que este conocimiento es importante para el crecimiento del vino del país, que no sólo compete al Gobierno y a los bodegueros, sino también a los profesionales que nos dedicamos a este mundo. La verdad es que no me arrepiento ni un minuto de esa experiencia, pese al tiempo y dedicación que conlleva un cargo de esas características.
¿Hay muchas diferencias entre los enólogos chilenos y los españoles?
En Chile la carrera de Enología tal y como se conoce en España, no existe. Nosotros somos ingenieros agrónomos y después nos especializamos en Enología y Viticultura. Esto significa que tenemos una primera aproximación más agronómica, que se vuelve más enológica a medida que nos vamos desarrollando profesionalmente. Quizás tuvimos una influencia más francesa en la formación inicialmente, pero ésta se ha ido diversificando. Personalmente, yo me vine a estudiar Tarragona para hacer el Máster y creo que con el tiempo los enólogos chilenos nos hemos ido más hacia ese enfoque Mediterráneo de la profesión. Estos días he tenido la oportunidad de hablar con mis colegas españoles y aunque hay diferencias, también hay problemas similares debido a las características de los vinos, a las regiones… Y es realmente curioso lo que puede pasar en una cata cuando pruebas un vino nuevo y detectas cosas que a lo mejor en Chile son consideradas un defecto y aquí se ponen en valor. He tenido la inmensa suerte de interactuar con enólogos españoles desde hace casi 15 años y para mí es un enriquecimiento y muchos de ellos, además, más que colegas ya son amigos.
A Galicia le caracteriza el minifundismo, nada que ver con las extensiones de tierra que hay en Chile dedicadas al cultivo de la uva
Sí, es cierto, eso lo que trasciende al exterior, pero la zona sur de Chile tiene muchas similitudes con Galicia; geográficamente son parcelas pequeñas, con viñedos muy antiguos de la variedad que nosotros llamamos País. Ese valor se perdió hace unos años y ahora mismo se está recuperando con pequeñas producciones, así que Chile en una mezcla de grandes bodegas con extensiones en distintos valles y estos pequeños productores que están sacando sus vinos mejorándolos cada vez más y poniendo el valor el patrimonio que ya tenían. No es tan diferente a Galicia.
Creo que es un especialista en vinos orgánicos
Bueno, dirigí una bodega durante seis años en la que todos los vinos eran orgánicos y actualmente colaboro con otra en Cataluña, que también tiene vinos orgánicos.
¿El vino orgánico es una vuelta a los orígenes, a la esencia del vino?
Sí, y tengo la ambición de que en unos años más esto no sea sólo una clasificación o una distinción entre una bodega y otra. Creo que con todo lo que estamos viviendo del cambio climático y con la apuesta por la sostenibilidad, la vitivinicultura no debe ser un problema, sino parte de la solución. Ser orgánico es ser parte de esa solución porque te obliga a trabajar el viñedo desde otra perspectiva, sin tanta intervención o con la intervención justa, que es lo más importante. No es agricultura negligente, sino que es una agricultura más responsable. Esto es algo que va a ir avanzando y potencialmente si en el futuro no todo será certificando orgánico, sí que vamos a estar con esto en mente cuando estemos trabajando. A mí me pasa que trabajo ciertos vinos que no proceden de uva orgánica, pero al final termino haciendo una vinificación orgánica que es, ni más ni menos, disminuir la intervención en este proceso.
¿Hablando de cambio climático, cómo lo están viviendo en Chile?
Para empezar, la viticultura se está moviendo hacia el sur. Llevamos con una megasequía desde hace trece años y, debido a su duración en el tiempo, los expertos ya hablan de cambio de zona climática. Esta situación está provocando que el uso del agua en Chile sea muy consciente, muy restringido. Hace unos días, el titular del principal periódico chileno era: Llovió en Santiago. Así de impactante. Y tal y como pasa ahora también aquí, hay episodios puntuales de lluvia que ayudan a que no baje demasiado el índice anual, pero es demasiado agua en muy poco tiempo. No es agua aprovechable. Y todo esto nos ha llevado a intentar movernos buscando zonas más productivas, aunque imagínate lo tremendo que es para un productor decirle que tiene que irse unos 300 kilómetros al sur… No parece viable.
¿Y qué hacen?
Lo que estamos haciendo es ayudar a los elaboradores a ser más eficientes en el uso del agua, en el manejo de la viña, a trabajar más en secano y a enfrentarse a otras plagas que antes no estaban y que ahora, debido a estos fenómenos meteorológicos, están apareciendo. Así que estamos hablando de una constante adaptación porque la viticultura es una adaptación al medio para intentar ser lo más productivos posibles y, ahora, también lo más respetuosos posible. No es fácil, la viticultura no es una siembra anual, es un cultivo de plantas de muchos años así que el panorama actual nos obliga a trabajar de una manera distinta.
¿En Chile qué variedades resisten mejor este cambio climático?
Hasta hace unos años, en Chile nos centrábamos en unas cinco o seis variedades y el resto eran complementarias. Ahora esas variedades, digamos que secundarias, se han vuelto protagonistas porque resisten mejor a este cambio climático gracias a sus características diferentes. También nos vemos obligados a trabajar de forma diferente las antiguas variedades, que daban vinos súper alcohólicos y muy estructurados. Son tiempos de cambio.