“En 2030 nuestro consumo de energía será 100% de renovables y conseguiremos minimizar nuestra huella de carbono un 30%”
Carlos Moro, fundador y propietario del grupo Bodegas Matarromera, es un pionero, un visionario que lleva años apostando por el enoturismo, antes de que estuviera de moda, y preocupándose por el cambio climático, mucho antes de que la amenaza fuera tan evidente. Tras afianzar la posición del grupo en Castilla y León, Moro dio el salto a Galicia con la adquisición de “Casar de Vide”, una bodega de la Denominación de Origen Ribeiro donde acometió una importante inversión con el objetivo de “elaborar vinos únicos”. Su apuesta por esta tierra, asegura, se debe a su convencimiento de que es aquí donde se encuentra la uva blanca de calidad de España y por eso no descarta alguna otra inversión en esta comunidad aunque, matiza, “estoy de acuerdo en expandir, pero de forma sostenible y con calidad”.
Una bodega gallega fue la segunda adquisición de Bodegas Matarromera fuera de Castilla y León. ¿Por qué Galicia y qué fue lo que les atrajo de la Denominación de Origen Ribeiro?
Empezamos a pensar en Galicia cuando ya teníamos claro nuestro liderazgo en Castilla y León, con las bodegas de Ribera del Duero, Toro, Rueda y Cigales e íbamos a dar el salto a La Rioja. Para mí, el motivo de venir a esta D.O. fue que la uva blanca de calidad de España estaba en Galicia.
¿Qué ha aportado “Casar de Vide” a la empresa?
“Casar de Vide” es un proyecto nuevo y singular en el que, además, hemos acometido una importante inversión con el objetivo de elaborar vinos únicos en esta zona tan diferencial de nuestro país. Renovamos toda la bodega y los equipos para hacerla más sostenible, aplicando conceptos que ya tenemos en otras bodegas y que nos permiten seguir elaborando con calidad. La filosofía de “Casar de Vide” es la de seleccionar las mejores uvas autóctonas que destaquen por su elegancia y sutileza, que transmitan frescura, delicadeza y que contribuyan a seguir aportando fama y reconocimiento internacional a la D.O. Ribeiro.
¿Están interesados en alguna otra denominación de origen gallega?
Rías Baixas está en un momento de éxito, por ejemplo, pero yo he querido significar y resaltar hasta ahora una variedad como es la Treixadura y O Ribeiro. Desde hace veinte años hay varios bodegueros que están (estamos) apostando por recuperar estas antiguas variedades de uva. Creo que este fenómeno va a continuar y yo estoy de acuerdo en expandir, pero de forma sostenible y con calidad.
¿Cómo y dónde nació Bodegas Matarromera?
Bodega Matarromera es la primera de las diez bodegas que he creado con el objetivo de elaborar en grandes zonas vitivinícolas de nuestro país. Tras Bodega Matarromera en 1988, se le han sucedido Bodega Emina (en Ribera del Duero y en Rueda), Bodega Valdelosfrailes (Cigales), Bodega Cyan (Toro), Bodega Renacimiento (Ribera del Duero), Bodega Carlos Moro de Matarromera (Rioja), Bodega Casar de Vide y Bodega Sanclodio (Ribeiro) y Bodega Win Sin Alcohol, situada en Valbuena de Duero y fruto de nuestra firme apuesta por la investigación e innovación.
Para entender la historia de Bodega Matarromera hay que mirar al pasado, el que nos lleva a mi familia y al legado que fueron transmitiendo generación tras generación. Mis antepasados cultivaron viñedos en la Ribera del Duero, siguiendo así el hilo de una tradición milenaria. En concreto, en las zonas de Olivares y Valbuena de Duero, en Valladolid, en lo que se conoce como la Milla de Oro de la Ribera del Duero. Fue mi propio padre, Ursicino Moro, quien me sugirió el Pago de Matarromera para instalar allí la Bodega. Y fue un gran acierto pues el lugar tiene una fuerza especial. Asentada en pleno corazón de la Ribera del Duero, la Bodega tiene sus naves semienterradas en la ladera norte del Valle del Duero, con unas preciosas vistas hacia el curso del río.
Durante sus tres décadas de existencia, Bodega Matarromera ha consolidado su prestigio nacional e internacional con multitud de reconocimientos y formando parte de eventos que han marcado la historia de nuestro país.
La innovación ha sido siempre una de las señas de identidad de la empresa, imagino que en los años 80 no debió ser fácil intentar cambiar las cosas
Lo primero que para poder hablar de innovación hay que poseer no sólo la inquietud y la necesidad vital, sino también los recursos, personales y materiales. Para nosotros la innovación es una actitud y un compromiso. Por mi intuición y carácter no suelo conformarme con lo que hay, sino que siempre busco ir un poco más allá, un paso (o dos) más lejos y contribuir a hacer un mundo y una sociedad mejor. En Matarromera me planteé invertir en serio en este campo en el año 2000 cuando decidí crear un departamento específico con el que hemos desarrollado casi un centenar de proyectos de i+d+I oficiales, en los que hemos invertido 47 millones de euros, y registrado diez patentes propias y dos compartidas. Pero la actividad en este campo no se acaba nunca. El mundo cambia y las empresas y las personas tenemos que cambiar con él. En Matarromera seguimos innovando. Está en el ADN de la organización y forma parte de la actitud de todos.
Otra de las acciones que impulsaron en la bodega fue el turismo centrado en el mundo del vino, hoy ya algo habitual en España. ¿Cómo ha cambiado el enoturismo en estos años?
El enoturismo ha evolucionado mucho en todo el mundo. Lo que en un primer momento fue abrir las bodegas al turista para que este pudiese conocer de primera mano el proceso de elaboración del vino, hoy se ha convertido en una firme apuesta por la diferenciación en las distintas actividades enoturísticas ofreciendo acciones diferenciales que consigan atraer la atención de los visitantes y creando verdaderas experiencias en torno al vino.
En los últimos años han recibido importantes galardones, tanto por la calidad de sus vinos como por la gestión de la actividad… ¿Hay alguno que le haya hecho especial ilusión?
En mi familia se ha elaborado vino desde tiempos inmemoriales. Mi primera elaboración con Bodega Matarromera iba orientada a conseguir la máxima calidad y consiguió la Gran Medalla de Oro en 1995, con la consideración de Mejor Vino del Mundo. Desde entonces, los reconocimientos han sido numerosos, no sólo hacia las distintas referencias, sino hacia la compañía o a mi figura de empresario y bodeguero. En 2016 recibí el Premio Nacional de Innovación, otorgado por el Gobierno de España y entregado por sus SSMM los Reyes de España, algo extraordinario que mi familia y yo no nos podíamos casi ni creer. Pero justo esta semana recibimos de manos de la reina Sofía el premio a la Mejor Iniciativa en el Sector Agropecuario de la Fundación Mapfre. Este galardón nos hace especial ilusión por el objetivo del reconocimiento: conseguir un mundo mejor, más justo, igualitario.
Cuando en los años ochenta decidió recuperar la tradición familiar de cultivar viñedos, ¿se esperaba este éxito?
Mantengo el espíritu emprendedor y de compromiso tras más de tres décadas de éxito que nunca esperábamos. La clave está en trabajar todos los días del año 14 o 16 horas al día y tener una familia que te apoya y que te empuja y un equipo profesional maravilloso que desde siempre ha estado ilusionado y embarcado en los proyectos.
¿Qué tienen en común los vinos de Bodegas Matarromera?
Son vinos con una personalidad única e incomparable. En cada uno de ellos se esconde una filosofía basada en el trabajo pegado a la tierra, en la innovación en la distinción de todos y cada uno de nuestros vinos.
Usted también ha impulsado otro tipo de productos como el aceite, cosméticos o el vino sin alcohol…. ¿qué actividad le resulta más gratificante?
Son tantos y de tanto calado que cuesta decantarse. Cada uno de ellos nos ha permitido conformar empresas cualitativas a nivel nacional e internacional caracterizadas por la pasión y el cuidado de la tierra, la innovación permanente y la búsqueda de la excelencia.
El cambio climático empieza a afectar al cultivo de la viña, ¿cómo ha cambiado el trabajo en Bodegas Matarromera para paliar sus efectos?
Ahora se empieza a tomar conciencia, pero nosotros ya introdujimos este concepto en la compañía a principios de los 90. Entonces ya nos preocupó el consumo de energía y comenzamos a aplicar energías renovables; fuimos los primeros en instalar sistemas de producción fotovoltaica en autónomo; el primer cálculo de la huella de carbono de un producto en España fue de uno de nuestros vinos… Pero lo más importante es que esta filosofía no es marketing, de verdad creemos en ello y lo formalizamos en nuestro plan Matarromera Sostenible en Planeta Tierra, Objetivo 2030. Para entonces nuestro consumo de energía será 100% procedente de renovables; conseguiremos minimizar nuestra huella de carbono un 30%; habremos obtenido el certificado de residuo cero o la utilización del papel se habrá reducido más de un 40%. Medidas cuantitativas para arrimar el hombro a un problema ya irreversible.
¿Además de España, en qué países tienen más éxito sus vinos?
Nuestros productos están presentes en más de 80 países de entre los que destaca México y otras zonas de Latinoamérica, EEUU, norte de Europa y Reino Unido, y algunas zonas de Asia…
Dentro de la I+D+i en la que invierten destaca el uso por parte de la bodega de la inteligencia artificial en su proceso de embotellado
Se trata de una solución propia que nos permite no sólo mejorar nuestros controles de calidad, también automatizar los procesos y ser más eficientes. En concreto, gracias a la visión artificial, se garantiza que el nivel de llenado sea el correcto; la detección de posibles defectos en el cuello de la botella; la correcta presencia del tapón de corcho y su posición; el análisis 360º de la etiqueta (posición, leyenda, acabado, etc.); el control final del encajado de botellas, así como la trazabilidad de las mismas y el cumplimiento de los requerimientos por parte del Consejo Regulador.
¿Nos sorprenderán con alguna novedad en 2023?
El lector de esta entrevista ya se imaginará que seguiremos sorprendiendo no con alguna novedad… si no con varias.