Entrevista con María Oruña, escritora

“He sufrido hasta hace muy poco el síndrome de la impostora”

 

La abogada María Oruña (Vigo, 1976) trabajaba en un bufete internacional y tenía un niño pequeño cuando un buen día, tras dejar la empresa para montar despacho propio, escribió una novela sobre acoso laboral. Nunca antes había pensado en la posibilidad de escribir un libro, “no creí que fuera factible, lo vi como algo imposible”, pero esa primera obra le dio alas para adentrarse en el mundo del misterio con “Puerto oscuro», el debut de Valentina Redondo, teniente de la Sección de Investigación de la UOPJ (Unidad Operativa de la Policía Judicial) de la Guardia Civil de la Comandancia de Cantabria. Desde 2013, año en el que remató esta primera novela que fue finalmente publicada en 2015, hasta el día de hoy han pasado nueve años y otras cuatro historias: “Un lugar a donde ir”, “Donde fuimos invencibles”, “Lo que la marea esconde”, “El bosque de los cuatro vientos” y “El camino del fuego”. Novelas que han conquistado al público de varios países por sus tramas y sus personajes. Con María Oruña hemos charlado, entre eventos literarios, de la pandemia, de sus inicios, del oficio de escribir y también de vino.

 

Imagino que la pandemiapara una escritora debió ser mucho más llevadero que para el resto

En mi caso, no fue así, y lo he comentado con otros autores y coinciden conmigo.  Como digo yo, necesitamos gasolina, necesitamos conexión con la gente, con los paisajes, con diálogos y escenas que también nos inspiran. Además de escritores somos personas y esa incertidumbre de qué va a pasar, cómo nos vamos a organizar -tengo un niño de 11 años- creo que fue igual de difícil para todos. En mi caso particular, además, hubo un desbarajuste tremendo porque yo tenía programada una publicación, “El bosque de los cuatro vientos”, y hubo que retrasar todo varios meses. No fue un momento tranquilo en el que te dices, me quedo encerrada en casa y escribo, qué va. El lanzamiento del libro finalmente se hizo en el mes de agosto, en pleno verano y aunque después todo fue muy bien, fue muy complicado.

Abogada experta en derecho laboral, un día escribe un libro sobre acoso laboral… ¿Fue en ese momento cuando pensó en dedicarse a esto?

No lo enfoqué de una manera tan determinante, tan categórica. Hubo un cambio laboral, dejé un bufete internacional y me puse por mi cuenta y escribí ese libro, “La mano del arquero”. De repente me di cuenta de que escribir un libro era algo factible, aunque en este caso era un librito con un tema jurídico, aunque novelado. Y como tenía tiempo entre que ponía en marcha mi despacho en casa, escribí “Puerto escondido”, pero no pensando en que iba a ser escritora, de hecho tardé años en autodenominarme escritora, no me atrevía, y para ser sincera, he sufrido el síndrome de la impostora hasta hace muy poco.

¿Cómo fueron sus inicios en el mundo editorial?

Durante dos o tres años compaginé la escritura con mi actividad como abogada, pero de una forma metódica y organizada. “Puerto escondido” lo entregué en 2013, salió en 2015 y ahí seguía trabajando para el siguiente, pero sin pensar en nada concreto, ni siquiera sabía cómo funcionaba el sistema. Y cuando salió “Puerto escondido” se lió una tan tremenda que yo fui la primera sorprendida. Yo pensaba que se entregaba el libro y ya estaba, pero para nada, cuando se publicó empezaron a llamarme los periodistas, de universidades para que diera conferencias… De todas partes. Después se vendieron los derechos en el extranjero y otro tanto de lo mismo. Pensaba que la profesión de escritora era muy más tranquila, más sosegada, más discreta y para nada. Y ahora mismo ya no soy abogada, me he dado de baja en el Colegio de Abogados, sólo soy escritora. Pero tardé tiempo en asimilar que lo que yo estaba viviendo era algo extraordinario, un sueño para muchos.

¿Cuando presentó su primer libro tuvo suerte a la hora de encontrar una editorial que apostara por una escritora novel?

La suerte no existe, hay que buscarla. Lo que hice fue investigar, por suerte tenemos a San Google (risas) y encontré una web que explicaba un poco los pasos que había que dar cuando se publicaba por primera vez y decía que lo mejor era ponerse en contacto con una agencia literaria. Durante muchos meses escribí yo creo que a todas las agencias de España y sin leer una línea de mi libro, todas me decían que no, que yo no era conocida, que estaban saturados de manuscritos…  Hasta que una agencia me pidió 15 páginas, después 50 y después todo el manuscrito y a la semana ya estaban pujando por la obra Penguin y Planeta.  Finalmente me quedé con Planeta porque la línea editorial que me ofrecían se ajustaba más a lo mío. Y así empezó todo.

¿Lo de dedicarse a escribir fue una decisión que sorprendió a sus allegados o en cierta forma se lo esperaban?

Supongo que fue una sorpresa para todo el mundo, aunque fue algo progresivo. Fue algo que llevé de forma discreta porque cuando trabajaba en el bufete no tenía tiempo para nada, trabajaba muchísimo. Nunca había expresado en alto la idea de ser escritora, me parecía algo tan imposible, tan lejano que nunca lo verbalicé.

¿Siempre le gustó escribir, era una niña de las que apuntaba todo en un diario?

Mis padres sabían que siempre me había gustado mucho leer, que fue algo que además ellos facilitaron mucho. Recuerdo que los fines de semana, desayunábamos y nos volvíamos a la cama a leer. Y cuando leían algunas de mis redacciones decían que apuntaba maneras…  Cuando estudiaba EGB en el colegio público la Doblaba, en Vigo, Coca Cola seleccionó en su concurso de redacción a dos niños del colegio: un chaval que se llamaba Vicente y yo. Perdí, no gané nada, pero fue la primera vez que me percaté de que alguien pensaba que yo escribía muy bien. De hecho, fue el propio colegio el que me seleccionó para participar en el concurso.

¿Qué tipo de escritora es María Oruña, tiene muchas manías?

Como todas las mujeres, soy muy práctica e intento conciliar. Cuando empecé a escribir mi  hijo era muy pequeño, no soy nada maniática,  estoy acostumbrada a que haya follón en casa y lo único que hago para combatirlo es ponerme unos auriculares  con música y así genero mi propio ambiente en mi cabeza y me pongo a trabajar. Suelo escribir en el horario escolar de mi hijo, y luego por la tarde encuentro algún rato para ponerme también y el fin de semana intento sacar algo de tiempo para las correcciones. Busco los momentos y, además, soy muy organizada. Tampoco soy del tipo de escritor que necesita escribir todos los días, cuando tengo la idea, me pongo a investigar y eso me puede llevar, entre entrevistas, viajes y documentación,   unos 8 o 10 meses

¿Cómo empiezan sus libros, tiene clara toda la trama desde el principio o va evolucionando a medida que trabaja?

Yo soy una escritora de mapa, cuando me pongo a escribir ya tengo la escaleta hecha, que es lo más difícil, ya tengo previamente la estructura. Lo que pasa es que cuando te pones a escribir, siempre surge la magia, siempre aparece alguna nueva idea. Pero la base para que el libro tenga coherencia y diversas capas ya la tengo diseñada en el momento en el que empiezo con el proceso de escritura.

¿Se reunió con miembros de la Guardia Civil para crear el personaje de Valentina, qué opinan de sus libros?

Me he reunido muchas veces con miembros de la Guardia Civil y la verdad es que fueron muy receptivos. La visión que había en España de la Guardia Civil era todavía un poco relacionada con el franquismo y en la actualidad no tiene nada que ver, a nivel europeo son un grupo de investigación de élite. Si coges como ejemplo la UCO (Unidad Central Operativa), que es con la que trabaja Lorenzo Silva, te encuentras con lo mejorcito que además es reclamado para investigar desde otros puntos de Europa. Yo lo que quería era centrarme en qué tipo de investigación quería tratar y como la mayoría de mis misterios suceden en el rural, tenía que ser la Guardia Civil. Yo creo que están contentos con los libros, se lo pasan bien, aunque a veces los torturo un poco con mis preguntas.

¿Fue una colaboración fluida desde el principio?

Bueno, al principio no fue fácil porque imagínate, les llama alguien que no conocen de nada y les pregunta cómo actuaría la Guardia Civil ante determinada situación…  La verdad es que fueron muy amables y yo les facilité todo tipo de datos para que viesen que mi curiosidad respondía a una necesidad literaria. Y después pasa otra cosa, yo no les hago trabajar, puedo preguntar alguna duda concreta, pero yo la teoría me la sé, conozco todas sus normas internas y me he documentado, y lo mismo me pasa con la Forense… Sólo necesito su OK para saber si es factible o podría ser real lo que escribo.

Domingo Villar, María Oruña, Pedro Feijóo, Ledicia Costas, Beto Luaces… Hay una generación muy potente de escritores gallegos de novela negra o de misterio ¿a qué se debe?

Creo que por definición la gente del Norte estamos acostumbrados a muchas horas de refugio en invierno, de observación, de introspección… todo eso fomenta eso de “a cabeza non para”. Por otro lado, creo que el éxito de la novela negra es relativo porque la novela negra ha ampliado mucho su abanico, antes era un género que se circunscribía al ámbito urbano, su lenguaje era bastante soez, los crímenes a veces eran muy escatológicos, la denuncia social solía ser muy expresa… Sin embargo, ahora se entiende por novela negra todo libro en el que muera alguien y haya una investigación, aunque sea doméstica. Si nos paramos a pensarlo, en la narrativa convencional también hay siempre un muerto, que genera un trauma a alguien o que provocó una situación concreta, lo que pasa es que no se investiga.  Mis libros, sin ir más lejos, han sido calificados de: thriller científico, novela enigma, novela de misterio, novela de suspense… Yo estoy más cómoda con novela de misterio.

¿Y a qué cree que se debe el éxito de este tipo de novelas?

Creo que en este tipo de libros la gente encuentra cierto equilibro, cierto tipo de justicia. En la vida real suceden muchas cosas malas en las que el “malo” sale indemne, en cambio en la novela negra el malo siempre está identificado, sabes por qué hizo lo que hizo, hay un castigo y un equilibrio entre el bien y el mal. Digamos que eliminas la incertidumbre.

¿Cuál de los libros que ha publicado ha tenido un parto más difícil?

Nunca me habían preguntado esto, quizás “Puerto escondido” porque fue el que más costó. Lo entregué en 2013, lo escribí entre 2011 y 2012, por lo que recuerdo, y no salió hasta 2015.  Siempre hay cierta incertidumbre porque cada vez hay más ojos puestos sobre mi trabajo y cada vez hay más expectativas. Todos los libros requieren un máximo esfuerzo, pero sí, creo que “Puerto escondido” fue el que más costó.

Una vez terminado un libro, empieza para los escritores otro trabajo más social como son las presentaciones, las entrevistas, ¿qué tal lo lleva?

Bien, esto no es como ir a picar en la mina, es algo divertido. Si es cierto que es un poco cansado porque las agendas que tenemos son muy intensas y a veces empiezas a las ocho y media de la mañana y terminas a las nueve de la noche, entrevistas cada media hora, muchos viajes…  Y no solamente está la promoción, que eso son dos o tres semanas de mucho ajetreo, sino que también están los festivales, las ferias, y además están todas las actividades a nivel internacional, que estuvo muy parado por el tema Covid pero vuelve a empezar. Este año, por ejemplo, ya he ido a Milán, ahora en noviembre voy a México, en enero sale el libro en Portugal, con lo cual habrá gira también allí.  Desde fuera parece muy glamuroso, pero en ocasiones, aunque es algo mu bonito, es agotador. A mí realmente lo que más me gusta es estar con los lectores, en las charlas.

¿Qué es lo más curioso qué le ha pasado en este tipo de encuentros con los lectores?

Tengo muchas anécdotas porque los lectores son maravillosos. Recuerdo a un señor que empezó a quitarse la camisa para mostrarme como se movía su corazón con mis libros o una pareja en la Feria del Libro de Madrid que me preguntó dónde iba a estar ambientada mi siguiente novela. Les respondí que no se lo podía decir y me contaron que se habían casado en el Monasterio de Santo Estevo, escenario de “El bosque de los cuatro vientos; que después les destinaron a la ciudad de Escocia donde transcurre otra de tus novelas… Y es increíble porque  relacionaban momentos importantes de su vida con mis libros.. Las personas  comparten cosas preciosas conmigo.

Hábleme del último libro, “El camino del fuego”, quinta entrega de los libros de Puerto Escondido, que además de misterio nos lleva a un viaje en el tiempo, ¿qué ha supuesto para María Oruña este libro?

En todos mis libros hay bastante historia y ciencia. Quizás este libro en concreto es que el hace un corte más radical porque en todos los libros de la serie sólo se repiten los investigadores, el resto son misterios independientes en cada novela, pero siempre había una trama policial de investigación pura y dura. Pero en este libro no sólo cambio de registro narrativo, sino de país y, además, esquivo la trama policial, que es muy arriesgado por muy parte  porque los lectores ya estaban acostumbrados a ello. Lo hice porque quería hacer otro tipo de novela detectivesca y decidí hacer un “domestic noire”  porque Valentina Redondo no puede ejercer  de policía porque está en otro país y lo divertido es ver cómo investiga con las armas que tendría cualquier ciudadano. Fue algo que afronté como otro reto más porque la gracia está en hacer algo diferente y, aun teniendo la fórmula que funciona, creo que cada libro tiene que ser un escalón más o un escalón diferente, por lo menos.

¿Tiene algún escritor preferido?

Me gustan muchos, realmente yo soy más seguidora de historias que de autores. Me gusta mucho Pierre Lemaitre, Víctor del Árbol… Lo maravilloso es que haya estilos tan distintos. Por ejemplo, me encanta “Alex”, de Lemaitre, novela negra contemporánea con unos giros sorprendentes, y “Golpes de Luz”, el último de Ledicia Costas. No tienen nada que ver el uno con el otro y ambos me gustan. Leo de una manera heterogénea, suelo leer poca novela de misterio y cuando estoy trabajando lo que leo son libros con temática relacionada con el tema del que estoy escribiendo. Esta mañana, sin ir más lejos, acabo de terminar “Distancia de rescate”, que es como un cuento, una narración un poco gótica, y el anterior fue “Obra maestra”, de Juan Tallón.

Como esta revista está dedicada a los vinos, me gustaría qué variedad o qué D.O.  es su preferida

Me gusta tomar una copa de vino cuando salgo y mi blanco favorito es el Albariño de O Rosal, me encanta.  Y en tintos, me gusta mucho el Mencía.

Y ya por último, me gustaría saber qué tienen de María Oruña los personajes recurrentes de sus novelas

Hay amigos que me dicen que yo soy Valentina, pero no, creo que estoy en todos mis personajes y en ninguno, y ahí está la gracia. Realmente Valentina fue creada para simbolizar la dualidad, es una persona muy efectiva, muy resolutiva y muy categórica en su trabajo, y más insegura en su vida privada. Yo por ejemplo sí soy muy organizada y muy seria en mi trabajo, pero nada seria  en todo lo demás,  soy más relajada. Creo que Valentina simboliza las dos caras que tenemos todos.