La variedad blanca legitima y su importancia

La variedad blanca legítima se da a valer de manera importante en el sector vitivinícola gallego. Todas las variedades, tanto tintas cómo blancas, tienen un gran interés, pudiendo casi afirmar que no hay variedades mejores o peores, lo que hay como marco de referencia, son las diferentes variedades características de las zonas diversas que conforman el sector vitivinícola gallego. La diversidad varietal de una comarca vitivinícola, podemos considerar que es producida por el enriquecimiento secular de los diferentes cambios que se fueron y están dando de forma continua.

 

Podemos a veces deducir sí una variedad tiene características más propias de una zona que otras; este es el caso de la blanca legítima, donde, por condiciones vegetativas ya podemos observar algunas que ayudan a definirla. Es destacable su vigor y carácter trepador, así como la buena adaptación a una poda larga o mixta. También es de resaltar que en los clones existentes en las diferentes comarcas en que se conserva estaba principalmente ligada a sistemas de emparrado alto, de forma prioritaria en eras anexas a las viviendas que hacían una cubierta vegetal que daba sombra a personas y animales. En este marco es donde considero la importancia de su doble aptitud para consumo en fresco como uva de mesa y también para ser transformada para mosto y posterior elaboración de vinos.

Su precocidad y pronta maduración es también un factor importante para su conservación y resistencia a enfermedades fungicidas tipo botritis. La forma y configuración de su racimo, así como el desarrollo de su vegetación, como por ejemplo el vigor de sus zarcillos, longitud de los entrenudos, ayuda también a su supervivencia mediante una trepa y ventilación adaptada a una climatología donde predomina la humedad y la pluviometría alta unida a temperaturas suaves.

Debemos resaltar que, a pesar de dichas adaptaciones fisiológicas al medio, la importancia de las prácticas de mantenimiento en verde de dichas cepas, son de máximo interés para obtener uvas de calidad. Ser capaces de adaptar la planta al espacio suficiente para buscar el equilibrio de la vegetación con la fructificación, manteniendo una luz y ventilación suficiente, son las pautas que debe perseguir el viticultor. Todas las variables, que son muchas más que estas, son las que nos van a hacer alcanzar unos objetivos que tuvimos que establecer previamente. Estos objetivos de campo, son los que van a marcar la ruta de la bodega.

¿Qué uva queremos para lograr unos mostos y vinos determinados?

No olvidemos que la naturaleza que envuelve la viña no son todos los años igual; en la naturaleza del medio no influyen solo parámetros agroclimáticos, de mayor o menor incidencia, sino que inciden también factores humanos, empresariales, mercado, crisis, etc. La blanca legítima puede responder de forma totalmente diferente, en función de las técnicas de cultivo que apliquemos. Las decisiones tomadas en la instalación de la viña van a marcar un punto de partida no fácil de corregir sí nos equivocamos; aun así, en las prácticas culturales realizadas todos los años van a tener igualmente mucha incidencia. Podemos destacar el abonado, el mantenimiento del suelo, la poda (carga) en parada vegetativa y en verde, pinzamientos, tratamientos fitosanitarios, etc.

En el momento de la vendimia, podemos comprobar cómo todos los años son diferentes, y al mismo tiempo se está aprendiendo continuamente, ligado a un seguimiento continuo necesario, para equivocarse lo menos posible. Esta variedad, para producción de vinos de alta calidad, tiene una viticultura específica y exigente, como cualquier otra variedad. El parámetro más decisivo es lograr un equilibrio, en cada una de las plantas entre la vegetación y la fructificación, para así conseguir unos racimos suficientemente maduros en la cantidad idónea en base a los objetivos marcados en la estrategia de la empresa. Debemos comprender que estos objetivos, van a ser diferentes para cada bodega, así como el comportamiento de dicha variedad no es igual en la comarca de Betanzos que en Barbanza-Iria ni en Negueira de Muñiz. También son diferentes las fincas en la que se ubican, por lo que su comportamiento va a ser variable. El que sí es un comportamiento común es su tendencia a un crecimiento importante sí las condiciones agronómicas se dan en tierras fértiles; de esto último se deduce la tradición de producción en emparrado para un mejor control de su vegetación.

Normalmente, en la mayoría de los foros, así como presentaciones de los vinos, se establecen fichas de cata y parámetros enológicos; menos veces hay oportunidad de hacer catas de uva y características de los mostos de partida; sí esto se realiza, encontraremos una uva de sabor intenso, dado su alto carácter herpético, así como su naturaleza moscatelizada y atlántica. Podemos resumirla como una variedad muy afrutada y de ciclo corto muy sensible a los parámetros de luz y temperatura. La planta de vid de la blanca legítima tiene una gran competencia por la luz, mientras que el fruto tiene resultados muy diferentes según su afinidad a zonas con iluminación directa (heliófilas) cómo indirecta (fotófilas).

En el marco operativo de la cepa, sea en espaldera o emparrado, con una buena gestión, vamos a disponer de un porcentaje semejante de racimos con sol directo como con iluminación indirecta. Esta relación es de máxima importancia en la obtención de unos mostos equilibrados y de máxima expresión. El carácter precoz unido a los otros parámetros va a tener una incidencia importante en el equilibrio de la graduación alcohólica con la acidez, trasladándose dicha relación a un mayor o menor carácter afrutado. Consideramos que todos estos valores, hacen posicionar a la blanca legitima como una variedad de mucho futuro.

¿Pero, si así lo creemos, por qué estuvo reducida a tan poca representación geográfica en nuestra comunidad, teniendo por otra parte, tanta superficie con condiciones óptimas para su producción?

La respuesta a dicha pregunta sería un poco larga de explicar, pero vamos a intentar resumirlo: El marco vitivinícola gallego tiene en la actualidad dos bloques muy importantes con un desarrollo muy fuerte en los últimos tiempos: por una parte, la franja atlántica con la representación máxima de la D.O. Rías Baixas y la zona de interior y del este con la D.O. Ribeiro, D.O. Ribeira Sacra, D.O. Monterrei y D.O. Valdeorras.

Nadie tiene dudas del trabajo ingente que se desarrolló en todas estas denominaciones, así como en la recuperación de variedades autóctonas de máxima expresión en el panorama mundial vitivinícola. Y en alguna de estas denominaciones, como es el caso de la Ribeira Sacra, ya aparece la blanca legitima como una de sus variedades blancas. Al mismo tiempo que se consolidan el día a día estas grandes D.Os surgen nuevas denominaciones de calidad como son las Indicaciones Geográficas Protegidas (I.X.P). Son a día de hoy cinco I.X.P: Barbanza Iria, Betanzos y comarca, Morrazo, Valle del Miño (Ourense) y de última incorporación Valle del Navia.

La mayoría de ellas tienen la variedad blanca legítima como variedad preferente dentro de su marco varietal, recibiendo los nombres de Raposo en Barbanza-Iria y blanca país en el Valle del Navia. Por tradición, en las áreas donde esta variedad recibe nombres diferentes, podemos afirmar que traslada un carácter propio y exclusivo unido a unas áreas geográficas separadas, pero con un eje común. En estas tres denominaciones: Betanzos, Barbanza- Iria y Valle del Navia la blanca legítima fue la variedad blanca que tiró del carácter diferenciador y propio, para promover y consolidar la petición de creación de dicha I.X.P. En la I.X.P de Betanzos y comarca los vinos blancos monovarietales de blanca legítima se le puede sumar la marca de calidad de vino de Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas.

¿Como trasladamos este protagonismo de la variedad blanca legítima en el territorio a nuestras bodegas y posteriormente al comprador?

Podemos decir que dicha variedad no está solo en Galicia, está en más comunidades como Castilla León y el Principado de Asturias con el nombre de albarín blanco. Seguramente está en más lugares, pero, volviendo a Galicia podemos decir que las botellas de vino de calidad que están en su totalidad o en parte, elaborados con dicha variedad, no son muchas. Son pocas porque las bodegas que lo elaboran, son también pocas y por otra parte la representación que se tiene de dicha variedad no es aún muy considerable.

Sí hay una afirmación que podemos defender: los vinos de calidad acogidos en las diferentes I.X.P gallegas, estuvieron íntimamente unidas a la variedad blanca legítima. No fue un trabajo fácil, ya que las inercias no fueron fáciles de cambiar, pero los resultados empiezan a ser tangibles. El inicio y la dinamización del proceso de consolidación de las diferentes I.X.P.así como los procesos de creación de bodegas y viñas dentro de las mismas, tuvieron un denominador común que giró de forma importante en torno a la variedad protagonista de este artículo.

Los que trabajan en la viticultura saben que las variedades no lo representan todo, son un conjunto de aspectos donde el medio (suelo, clima) y la gente que participa de dichos proyectos son, o deberían ser, los protagonistas principales. Dicho esto, vivimos en un mundo de “marcas”; cada bodega que produce vinos en nuestra tierra tiene varias marcas. Propongo que en una situación intermedia debemos conservar el territorio y la variedad al lado de la marca.

Vamos a intentar justificar, un poco más, nuestra discriminación positiva hacia la blanca legítima

Analizamos que factores estacionales hacen de esta variedad más acomodada para un territorio como es el de la IXP de Betanzos y comarca. Con matices podemos extrapolar dichas características a los otros espacios donde está implantada de forma importante. Cuando se lleva bastantes años analizando su comportamiento, estando a su lado en la viña y en la bodega, vamos comprobando como su adaptación a nuestro medio (Betanzos y comarca) es difícil de superar por otras variedades blancas.

Sí podemos decir que hay variedades por toda Europa, que podrían igualmente adaptarse muy bien, como ejemplo podemos mencionar algunas cómo: Reisling, Chasselas, Fernán Pires, Guewudtraminer, Hondarrabi Zuri, etc. Dichas variedades no aportarían el carácter de tradición ni autóctona. Estas variedades foráneas tendrían valores agrotecnológicos de interés para analizar, pero no tenemos dudas, en el contexto actual, el marco principal de calidad pasa por la puesta en valor de las variedades tradicionales y autóctonas, promoviendo así su recuperación y conservación, evitando su erosión genética.

 El ajuste varietal, también puede pasar por incorporar otras variedades blancas autóctonas gallegas, que pueden enriquecer el potencial de calidad. En la comarca de Betanzos es muy frecuente la utilización de las variedades Agudelo y Godello para dar caracteres diferenciales que aportan tipicidad a los vinos.

En el que no hay dudas es que, dentro del campo varietal de blancas gallegas, la blanca legitima tiene el ciclo productivo más adaptado para las condiciones agroclimáticas de influencia atlántica (norte). Igualmente, su brotada precoz, con un vigor alto, una fertilidad media alta, racimo pequeño y rendimiento bajo hacen de ella, el máximo exponente de la viticultura de clima oceánico o marítimo.

Dicha influencia consigue veranos frescos e inviernos suaves. Las precipitaciones suelen ser abundantes y están repartidas a lo largo de todo el año, aunque alcanzan su máximo en invierno. Sus grandes enemigos son la humedad que causa enfermedades fúngicidas y las lluvias que pueden producirse en períodos próximos a la vendimia. La resistencia a las enfermedades hace de esta variedad una de las mejores posicionadas.

Con maduraciones más largas, sin temperaturas causantes de estrés, presentan por su parte aromas más complejos e interesantes, que se trasladarán a sus vinos. Para conseguir una maduración completa, los lugares acomodados fueron secularmente muy escogidos unido a unas prácticas de mantenimiento específicas para dichos ecosistemas, intentando conseguir un óptimo equilibrio entre su rendimiento y el vigor de la cepa. Toma mucha importancia el sistema de conducción que, en armonía con otros factores como marco de plantación, densidad, poda, mecanización, etc, persiguen lograr el equilibrio y la sostenibilidad de la plantación.

Las condiciones dadas hacen que los vinos de diferentes cosechas pueden presentar características muy diferenciadas. Los cambios de temperatura entre el día y la noche (amplitud térmica), son de máximo interés afectando de forma importante a como maduran las uvas. De una forma muy gráfica podemos definir, el clima predominante en el que se asienta esta variedad, en temperaturas suaves durante el día y la noche, con una amplitud térmica relativamente baja; estas temperaturas tibias hacen a esta variedad única, con una buena relación de acidez, azúcar, color y aromas.

De la misma manera estas temperaturas suaves con una intensidad lumínica moderada provocan condiciones y situaciones ideales para la consecución de uvas destinadas a elaborar vinos de alta calidad. Esta intensidad lumínica depende mucho de las prácticas culturales, ayudadas por muchos días de temperaturas medias moderadas y con cielos toldados por nubosidad. Estos días considero que son los días perfectos para lograr la mayor armonía en la consecución de una fruta de máxima calidad. Después de los años que llevamos cultivando esta uva, así como su transformación, reafirmámonos cada vez mas que la variedad blanca legitima está en los lugares oportunos.

Xosé Antonio Meixide Fernández,

Viticultor