¿El Hábito hace al Monje?

Nunca en la historia hubo tanta afición al vino en la sociedad, desde millones de publicaciones en las redes sociales, a la proliferación de cartas de vinos cada vez más amplias, hasta a la aparición de “gurús”, “sumilleres” y gente con formación diversa en vinos en la mayoría de los locales de hostelería, al menos en la gama media y alta.

Cuando el que escribe se formó en la profesión la única manera de formarse y tener un título en el mundo del vino era irse a Marbella, sin embargo, hoy entre wine sets, formaciones privadas de todo tipo y cursos varios de asociaciones del vino, son muy diversas las posibilidades de formarte adecuadamente.

Aun así, el consumo del vino desciende ¿Cómo puede ser?

Empecemos por decir que lo que desciende realmente es el número de litros por persona/año, sin embargo, sube el precio medio de coste por botella, es decir, bebemos menos, pero de más calidad. Y en base a esto nos preguntamos ¿Qué importancia tiene el “vestido” del vino en todo esto?

Cuando el consumo del vino superaba con creces al de cerveza el formato en el que se presentaba el vino era casi por completo a granel, en barriles que normalmente habían superado con creces su vida útil, servido en jarras pre-históricas y consumido en pequeñas tabernas y bares de barrio o pueblo generalmente en tazas o cuncas, al menos en Galicia, cuando no en vasos de arcoroc. Incluso los grandes restaurantes de la época servían sus jarras de “vino de la casa”, eso sí, ahí en copas, la taza o el vaso se limitaba a los bares y tabernas por norma general.

Hoy en día ese formato de consumo no sería posible simplemente por la aplicación más estricta de normas sanitarias que lo impiden y eso hace que poco a poco el granel vaya desapareciendo de los bares y tabernas y sea sustituido por el consumo de vino embotellado. Pero nos estamos empezando a encontrar con un problema que no es otro que los costes del vino embotellado vs lo que un cliente normal puede pagar por consumir vino todos los días. Seguramente el consumo de vinos a granel es inevitable a medio plazo, por dos motivos fundamentales; el primero es que los bares y tabernas de barrios y pueblos no pueden sostenerse con el precio de un vino embotellado cobrando la copa a 2€. Hoy por hoy cualquier precio de un vino por debajo de los 3,50€, teniendo en cuenta el famoso “pincho”, es una ruina para cualquier local. El segundo es que si no se busca un formato rentable corre el riesgo de desaparecer el vino de esos locales para consumidores de rentas más bajas.

Por estas razones hablaremos de la importancia de la vestimenta en el vino.

Sin duda el formato Bag in Box es el gran mercado por explotar en la hostelería, desde luego si queremos que el vino siga apareciendo en los bares de barrio, tascas y tabernas de ciudades y pueblos, y que el público con rentas medias y bajas pueda beber vino con normalidad sin dejarse el sueldo.

Quizás lo que falta es darle caché a esos bag in box, prestigiar el embase ofreciendo buenos vinos en ese formato y trabajando las etiquetas, las garantías de calidad del producto e implicando a las D.O’S y resto de organismos en la autorización de venta de vinos en esos formatos si no los tienen autorizados ya.

Para prestigiar el formato es absolutamente fundamental la “vestimenta” del mismo. Hace poco tuve la suerte de encontrar en Madrid un local con 16 vinos servidos en grifo, como la cerveza, 16 buenos vinos que me sorprendieron porque no es habitual ese formato de servicio con calidad en los mismos. Pero vamos muy por detrás en la presentación, las cerveceras llevan mucha ventaja, con grifos llamativos, de calidad, que transmiten mucho en un producto que servido en ese formato es en general más básico que la mayoría de los vinos con los que compite.

Por lo tanto, urge que las bodegas trabajen en ese sentido vistiendo sus buenos vinos en formatos de granel atractivos.

Si hablamos de la botella es otro el cantar, aquí tenemos mucho más avanzado todo, y si nos movemos a países como Italia o América mucho más, en esas zonas no escatiman ni un céntimo en poner los mejores vestidos, a veces trasmitiendo una calidad en la botella que no acabas de encontrar luego en el vino.

Sin duda la vista es importantísima, y más en las épocas de rrss y postureo que vivimos. En EEUU, por ejemplo, el formato de botella “Rihn”, tan utilizado en Alemania para sus Riesling, transmite vino barato, siendo mucho más apreciado el formato “Burdeos” o “Borgoña”. En España por lo general si vemos un vino con tapón de rosca en lugar de Corcho entendemos que es un vino barato, de poca calidad, mientras que en los países sajones es justo lo contrario, sobre todo si hablamos de vinos blancos. Cuando la botella es troncocónica entendemos que es un gran vino, sobre todo si esta es de las que pesan 1,5kg solo el cristal. Y si viene en un estuche de madera siempre consideraremos el vino como de más calidad con respecto al que viene en cartón o no trae estuche. En general podemos decir que la forma de la botella, su peso y su presentación general… son importantes a la hora de transmitir calidad.

Otra parte importante son las etiquetas. Independientemente de la información legal obligatoria, es muy importante tener en cuenta muchos factores, como por ejemplo el tipo de papel, que en vinos blancos, rosados y espumosos debe ser resistente al agua o a media comida tendremos una botella sin etiqueta o la foto saldrá con la etiqueta media desaparecida.

Etiquetas de tela, terciopelo, madera, metal… ejemplos de muchos tipos de etiqueta, todas dirigidas a transmitir alta calidad. Incluso últimamente se da valor a las etiquetas pintadas directamente en la botella, algunas de ellas auténticas obras de arte, cuando no directamente pintadas por pintores relevantes del panorama nacional. La etiqueta siempre deberá tener en cuenta el formato y tamaño de la botella y muchas veces irá acompañada de fajas en los cuellos y otros adornos que la complementan.

También está muy de moda colocar los premios en pequeñas etiquetas pegadas a la botella. Tengo un amigo bodeguero que se niega a eso, dice que esas botellas le parecen las medallitas de un veterano de guerra, pero es cierto que acaban aportando una información al cliente neófito muchas veces determinante a la hora de elegir.

Una de las últimas cosas que influyen en lo que transmite la botella son los golletes, generalmente de una aleación de metal, son muy apreciados los de Cera, sobre todo por el público, los profesionales las aprecian menos porque según cuales sean pueden ser difíciles para la apertura. Pero el hecho de que los cierres estén sellados en cera transmiten artesanía, “hecho a mano”, mientras que las metálicas permiten imprimir motivos que ayuden a transmitir elegancia.

Históricas son también las mayas de alambre rodeando las botellas, el ejemplo más prestigioso VIÑA TONDONIA, que nacieron con la misión de garantizar al cliente que esa botella no había sido manipulada, y que al contrario de lo que suele hacerse, no debe ser retirada para el servicio, sino abierta ligeramente en el cuello para que se deslice hasta el cuerpo de la botella y doblada en la base, pero debe mantenerse sin quitar durante el servicio, es su seña de identidad y conviene mantenerla todo el tiempo.

Como conclusión diría que la presentación de las botellas es absolutamente fundamental. Se puede trasmitir mucho con ella y vender el vino de más baja calidad a un precio muy superior y desprestigiar el mejor vino por no elegir bien la vestimenta.

Todo sin olvidar que “Aunque la mona se vista de seda…”

 

Alberto Varela