Todos hemos oído hablar de la Costa da Morte en algún momento. De sus acantilados, de sus leyendas negras de naufragios. Yo incluso había estado por esas tierras en varias ocasiones.
Fue en una de ella la primera vez que oí hablar del Camiño dos Faros, sentado en un establecimiento que antiguamente sirvió de sede de vigilancia a la marina en el enclave del faro de Finisterre. Ese mismo día me atreví a hacer unos kilómetros, así que desde el punto en el que me encontraba caminé al “revés” desde el faro hasta la playa do Rostro.
Allí, en aquella playa abierta salvajemente al Atlántico, supe que de alguna forma, Cunqueiro tenía que formar parte de él. La historia del camino acabó de convencerme: en el 2012 cuatro amigos se echaran a caminar pensando en que era posible unir Malpica con Fisterra a lo largo de la costa, con la presencia constante del mar. Y cuando lo consiguieron tuvieron claro que debían compartirlo y convertir ese secreto en un recurso sostenible para la zona, si, pero sobre todo compatible con las gentes que allí vivían. Dar a conocer sus paisajes, si, pero también sus tradiciones, su forma de vida. Cinco años después, gracias a la dedicación de aquellos primeros “trasnos”, la ruta era reconocida a nivel mundial.
Arraigo a la tierra, tradición y esfuerzo, valores que en Bodegas Cunqueiro llevamos grabados desde hace tres generaciones. Nace así el vino Camiño dos Faros, la idea de unir o Ribeiro con A Costa da Morte a través de un vino que recoja su personalidad, su esencia atlántica, su carácter auténtico. Un vino con 8 etiquetas, con 8 faros por cada una de sus etapas. Pero no podíamos conformarnos solamente con ayudar a promocionar este pedacito de costa, de alguna forma teníamos que contribuir con su sostenibilidad. Por eso, por cada venta de una botella, una parte se destinará al mantenimiento y cuidado de este camino.
La experiencia del camino
Ese día en Playa do Rostro avivó en mi el deseo de seguir adentrándome en aquellos parajes. Era como una llamada que se convertiría después en una necesidad cada vez que finalizaba una de sus etapas.
Me quedaba un trayecto de 200 km a través de escarpados acantilados, playas, montes y pequeños pueblos marineros donde se mantiene viva la esencia de lo auténtico. Ideales para compartir la experiencia con sus habitantes alredor de una copa de vino. Y que me trasladaban, sin yo saberlo, a cómo debían ser aquellas primeras tabernas ourensanas en las que mi abuelo vendía el vino que con tanto mimo elaboraba.
1ª ETAPA: Malpica – Niñóns
El 16 de marzo llegamos a Malpica para iniciar algo que cambiaría la perspectiva que tenía de la Costa da Morte. Me acompañaban varias personas que grabarían la experiencia y me ayudarían a contároslo.
Esta primera etapa comienza con un tramo relajado que va desde el puerto y continua por el paseo marítimo de la playa. Un inicio que no deja imaginarse lo que nos encontraremos después de llegar al Cabo de San Adrián. A partir de ahí bordeamos la costa por la zona de acantilados, aún suaves, y con la presencia constante de las Islas Sisargas a nuestra derecha. Hasta llegar al primero de los faros y curiosamente, el último de los que se construyeron en Galicia. Con el inauguraremos la serie de etiquetas que visten el vino del Camiño dos Faros con cada uno los 8 faros que coronan cada etapa.
Saliendo de Nariga nos esperaba la primera de las sorpresas: subir por las escarpadas piedras a ras del acantilado, mientras debajo nuestra azota con fuerza el mar. Un trozo de costa agreste y solitario que hizo que alcanzar la playa de Niñóns fuese uno de mis días más felices. Y la sensación de haber encontrado el paraíso.
2ª ETAPA: Niñóns – Ponteceso
Salimos de la playa, bordeando la costa durante 9 km en los que atravesaremos pequeñas playas como la da Barda, que con sus aguas azul turquesa parece más propia de otras latitudes que de nuestro bravo Atlántico.
A partir de ese punto comienza uno de los tramos más duros y agrestes de esta etapa, un rompe piernas que sube y baja por un sendero en el que apenas coge una persona. Al final del mismo, el faro do Roncudo, en medio de un paisaje duro, rodeado de piedras de granito, y con unas vistas increíbles sobre la ría de Corme y Laxe. Un lugar especial y misterioso que recibe su nombre del ronco ruido que parece hacer el mar al romper contra los acantilados.
Seguimos hasta Corme, donde disfrutar de un momento Cunqueiro acompañado de los famosos percebes do Roncudo, y acabaremos la ruta con un paisaje totalmente diferente: el estuario do Anllóns a través de las dunas de la playa de A Barra. Sin duda, la etapa que más me gustó.
3ª ETAPA: Ponteceso – Laxe
En la salida, cruzamos el Anllóns hasta “a outra banda”, nombre con el que los habitantes del lugar llaman al grupo de casas que hay al otro lado del río. Resulta curioso ver el camino ya andado desde el otro lado y la duna de Monte Branco desde aquí resulta más espectacular.
Pero esta etapa llama la atención porque por primera vez perdemos de vista el mar con la intención de mostrarnos la Costa da Morte desde sus primeiros pobladores: los restos arqueológicos del Castro A Cibda y el Dolmen de Dombate.
El reencuentro con la costa nos dejará sin respiración: el mirador de Castelo de Lourido, el punto más alto do Camiño dos Faros, nos dará una de las vistas más espectaculares: una panorámica de 360º sobre la ría de Corme y Laxe.
4ª ETAPA: Laxe-Arou
Se trata de la etapa más corta del Camiño, pero que para mi tuvo dos sorpresas inesperadas. Apenas a unos 3 quilómetros de salir de Laxe descubrimos la Playa dos Cristais, de la que nunca habíamos oído hablar. ¿Y de que se trata? Pues nada más y nada menos que de los cristales de botellas y otros recipientes que la gente tiraba en un vertedero de la zona y que el mar pulió con su oleaje y devolvió a esta pequeña cala.
Pero mi mayor asombro fue encontrar a mi doble: Man de Camelle. La historia de Manfred Gnädinger daría para otro artículo, así que os invito a que os deis una vuelta por el museo en su honor en Camelle y conozcáis un poco más la vida y obra de este alemán que murió en diciembre del 2002, dicen que de pena por lo sucedido tras el Prestige.
5ª ETAPA: Arou- Camariñas
Regresamos de nuevo a la costa solitaria y las leyendas de naufragios, con lugares como o Cementerio dos Ingleses. Un tramo sin dificultades, salpicada de playas salvajes y solitarias, como la de Trece o las playas de Reira, donde es habitual el paso de cetáceos. Nosotros estuvimos de suerte: vimos un delfín supergrande nadando en ellas.
Dicen los trasnos que esta etapa es el corazón do Camiño dos Faros, y quizás gran culpa de ello la tenga el faro que la corona y que me causó gran impacto: el de cabo Vilán. Quizás por eso tuvimos claro que sería aquí donde hacer la presentación de nuestro vino sobre el Camiño. El enclave, el patio de piedra descubierto en el propio interior del edificio que alberga el faro. Y música, y risas, y amigos trasnos. Un gran día. Un gran momento Cunqueiro.
6ª ETAPA: Camariñas – Muxía
La más larga de todas y una vez más una etapa con muchos contrastes. Llaman la atención las playas, menos abruptas y con arenales más suaves como el de Lago. Pero lo que más recuerdo de esta ruta no tiene nada que ver con sus paisajes. ¡Casi perdemos toda la documentación grabada cuando se nos cayó la tarjeta de memoria de la cámara entre las tablas de una pasarela de la playa!
7ª ETAPA: Muxía-Nemiña
Quizás sea una de las etapas más duras y escarpadas. Arrancamos ya con una subida importante, pero que no acaba: una vez alcanzada la cima del monte Cachelmo bajamos para volver a subir… y así hasta una tercera vez. Atravesar por la Furna da Buserana o Punta da Buitra te transporta a otro lugar. Pero lo que consigue hacerte sentir en otra dimensión es lo que está un poco más allá del final: disfrutar de la puesta de sol en Lires.
8ª ETAPA: Nemiña-Fisterra
Es la etapa con la que comenzó todo, pero esta vez la hice en la dirección que debe ser…
Me gustó tanto como la segunda, aunque no pude quitarme de la cabeza que el final de algo que tanto me gustaba estaba a la vuelta de la esquina. A pesar de la tristeza, lo pasé genial acompañado de amigos que se animaron a hacerla conmigo.
Y si la primera vez en la playa de Rostro tuve claro que tenía que recorrer esa costa, ese día también supe que volveré al Camiño dos Faros.
* La que escribe es Marta Amado, narrando en primera persona las vivencias de César Fernández en su experiencia en el Camiño dos Faros.