Entrevista a David Forer, Master of Wine

“Los vinos españoles tiene un gran potencial pero la comunicación y distribución son muy tradicionales”

El consultor y Master of Wine canadiense David Forer tiene un currículum sorprendente, el de un profesional que trabajó durante veinte años en la industria farmacéutica y que un día decidió que iba a dedicarse al mundo del vino. Pero antes de meterse de lleno en este negocio, quiso adquirir todos los conocimientos posibles y se preparó para pasar las pruebas de Master of Wine. Lo consiguió en 2017. Hoy en día, este apasionado del Riesling alemán y de los vinos de la Ribeira Sacra vive en Barcelona, tiene un viñedo en el Priorat y trabaja sólo en aquellos proyectos que le transmiten pasión.  Probablemente, en este David Forer de 2020 aún queda mucho de aquel chaval de 17 años que disfrutó por primera vez de un vino en un bistró francés de Toronto.

Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y, desde hace unos años, España. ¿Qué le han aportado los países donde ha vivido?

Es difícil responder a la pregunta «¿de dónde eres?». En el fondo me siento canadiense. Aunque, en mi juventud, Canadá era un gran productor de vino, la multiculturalidad del país me animó a viajar. Trabajé en San Francisco durante 20 años. Es una ciudad preciosa con vinos y una gastronomía local increíbles, pero los últimos tres años que he pasado en España han sido de los mejores de mi vida. Ha sido genial experimentar una cultura totalmente diferente en España o, mejor dicho, muchas culturas únicas y diferentes, además de los excelentes vinos y gastronomía. Ahora tengo un viñedo aquí (en el Priorat), trabajo con empresas españolas y viajo mucho por Europa, pero me encanta volver a mi hogar en el casco antiguo de Barcelona. ¡No me quiero marchar!

Creo que su acercamiento al mundo del vino fue fruto de la casualidad. Cuénteme cómo un trabajador de la industria farmacéutica llegó a ser Master of Wine

Soy una persona a la que le gusta analizar y compartimentar las cosas para poder medirlas. Al fin y al cabo, ¡pasé 20 años trabajando como estadístico en ensayos clínicos para nuevos medicamentos contra el cáncer!

Lo que me gusta del vino es que se puede analizar cada botella: el nivel de acidez, si los taninos están verdes o maduros, etc. Pero lo mejor del vino es que, en el fondo, es una bebida que produce un sentimiento que no se puede medir. Un sentimiento de placer y alegría. Lo que me llevó a convertirme en Master of Wine (MW) fue mi capacidad analítica y mi deseo de aprender más sobre esta bebida que me encanta. 

¿Cuándo decidió prepararse para obtener esta distinción y con qué objetivo?

Me di cuenta de que quería meterme de lleno en el negocio de los vinos, pero primero quería aprender más sobre el vino. Ingenuo de mí, pensé «puedo ser Master of Wine primero y después meterme en el negocio de los vinos». Tras haber cumplido los requisitos previos del WSET, haber obtenido el título correspondiente y ser MW, ¡10 años después aquí estoy!

Solo uno de cada diez candidatos a MW supera las pruebas, ¿qué fue lo más difícil para usted?

Buena pregunta. Lo más difícil fue la cata porque no consiste simplemente en decir «oh, esto claramente es un Chardonnay». También tienes que justificar/explicar por qué crees que es un Chardonnay y excluir/eliminar otras posibilidades.

Lo que me gustó mucho del examen de cata fue la variedad, la diversidad de vinos. Como dice el dicho «se llama Master of Wine, no Master of Wine de vinos finos». Y eso es porque muchos de los vinos que se toman en el mundo son para saciar la sed, para formar parte de la comida. Claro, a todos nos gustan los buenos vinos, pero el negocio de los vinos va mucho más allá. Así que me encantó ver que el examen de cata incluía un Borgoña Grand Cru y un rosado barato de consumo general. 

¿Cuáles fueron los primeros vinos que le conquistaron?

El primer vino que me conquistó no era un vino de gran calidad. Ni siquiera me acuerdo de cuál era. Tenía unos 17 años, mi hermano había venido a casa porque estaba de vacaciones en la universidad y fuimos con mi madre a comer a un bistró francés. Era el Toronto de los años 80 y no había mucha gastronomía internacional en ese momento, así que un bistró francés era un lujo. Mi hermano pidió un vino, probablemente un vino blanco de Burdeos barato, pero recuerdo que cambió totalmente la atmósfera en la mesa. Los tres nos relajamos, empezamos a charlar y todos estuvimos a gusto. ¡Fue en ese momento en el que me di cuenta de que el vino es una parte importante de cualquier comida! 

Ahora mismo, ¿qué perfil de vinos son los que más le gustan?

Siempre he sido, y sigo siendo, un amante del Riesling alemán. De hecho, ocupa más de la mitad de mi bodega personal. Llevo coleccionando este tipo de vino desde hace más de 20 años y ahora tengo vinos de todos los niveles de Prädikat en su punto justo de madurez y listos para tomar. 

Desde que me mudé a España, me he dado cuenta de que hay todo un mundo de Jerez que no se exporta. Vinos de gran calidad de pequeña producción. Soy miembro de un club de vinos estupendo que se llama Club Contubernio y selecciona vinos de Jerez impresionantes. De hecho, ¡creo que me voy a beber uno esta noche!

Sigue viviendo en Barcelona, ¿por qué eligió esta ciudad?

Hay muchas ciudades estupendas en España, pero para nosotros la elección estaba entre las dos ciudades cosmopolitas más grandes: Madrid y Barcelona. Pero, ya sabes, Barcelona tiene playa.

Además de consultor y asesor, ha invertido en varias bodegas y forma parte de otras a través de sus consejos de administración. ¿Qué faceta profesional le llena más?

Al vivir en España, veo el gran potencial de los vinos del país, pero tanto la comunicación como la comercialización son muy tradicionales. Para tener éxito, las empresas tienen que abrirse a cambiar la forma en la que han estado haciendo las cosas. La faceta que más me llena es trabajar con empresas innovadoras y desafiar las normas. Si se siguen haciendo las cosas de la misma forma que los demás, es difícil diferenciarse de la competencia. 

¿Cómo elige los proyectos en los que participa?

Lo que más importa es la gente. Las personas con una gran energía, actitud positiva y que trabajan duro para conseguir sus objetivos conectarán mucho mejor conmigo. La energía es muy importante. Por ejemplo, una bodega tiene que mostrar su entusiasmo a la hora de transmitir por qué su vino es tan bueno. Si no tienen la energía para eso, no quiero formar parte de ello.

En alguna entrevista ha hablado de la Ribeira Sacra. ¿Conoce esta zona, qué opina de sus vinos?

La zona de la Ribeira Sacra tiene una gran labor por delante. Es una de las zonas claves de España para enseñar al resto del mundo lo buenos que pueden ser los vinos españoles. Vinos del lugar, vinos elaborados con variedades autóctonas, vinos distinguidos y de alta calidad… ¡La Ribeira Sacra lo tiene todo!

Si se juntasen la Ribeira Sacra y otras zonas con vinos de calidad del noroeste, Priorat y Empordà en el noreste, Gredos y otras zonas de moda en España, podríamos hacer que el resto del mundo se olvidase del vino barato de La Mancha que se vende en grandes cantidades, así como del Rioja de poca o baja calidad. Es una gran labor, pero creo que la Ribeira Sacra tiene la capacidad para conseguirlo. 

¿Conoce otras zonas de Galicia? ¿Qué le parecen los llamados vinos atlánticos?

Sí, por supuesto. Galicia tiene una gran variedad de vinos y están ganando popularidad. No solo el Albariño, sino también otros vinos. Me alegra mucho.

¿Se plantearía colaborar con alguna bodega gallega?

Nunca he colaborado con una bodega gallega, ¡pero sería divertido! Tengo un asesor de Galicia para mi propia bodega, Dominique Roujou de Boubee, y siempre está hablando de su último descubrimiento en Galicia. Es una zona con una gastronomía impresionante, así que sería divertido embarcarme en algún proyecto con alguien de allí.

Para mí, el desafío en Galicia es la viticultura. Con el clima de la zona, es difícil que sea ecológica, algo muy importante para mí. Algunos viticultores han tenido éxito, como Adega Pombal en el valle del Salnés y Bernardo Estévez. Me encantaría ver una transición hacia la viticultura ecológica, aunque sea sin certificación.

¿Cómo le ha afectado la COVID-19, ha tenido que posponer algún proyecto?

¡A todo el mundo le ha afectado el 2020! Ha sido una locura. En 2019 me subí a unos 70 aviones diferentes. Este año, ¡solamente a 9! Los clientes y el trabajo se han cancelado, pospuesto o se ha movido al terrible Zoom. Como muchos en la industria de los vinos, no empecé este trabajo para estar delante del ordenador en una videollamada. El vino implica interacción social y compartir. ¡Tengo muchísimas ganas de volver a la normalidad!

Ha vivido en varios países, ¿a su juicio dónde se bebe mejor y dónde se cultiva mejor?

Me encanta el vino de muchos lugares del mundo, pero, en mi opinión, los mejores sitios del mundo para beber vino son los que tienen acceso a una gran variedad de vinos. Nunca he vivido en Londres, pero probablemente tenga el panorama más efervescente del mundo en cuanto a vinos se refiere, así que me encanta ir de visita. De hecho, aunque vivo en Barcelona, soy miembro de un club social dedicado a los vinos que se llama Pall Mall. Es mi segunda casa.

Si tuviese que escoger un sitio que tenga una gran variedad de vinos y en el que también se haga vino, creo que es difícil encontrar una ciudad mejor que San Francisco. Viví allí cuando empecé a aprender de vinos y es el lugar ideal. Suelo ir de visita varias veces al año y siempre me aseguro de sacar tiempo para un viaje a Napa.