Entrevista con Jorge Pereira, copropietario de Adega Terras Mancas

“Terras Mancas es un vino hecho con corazón”

Lo que empezó como un hobby para los hermanos Jorge y Javier Pereira, de la mano de Camilo Castiñeiras, ha desembocado en un proyecto empresarial de éxito con un solo vino en el mercado, “Terras Mancas”. Elaborado con cuatro modalidades autóctonas de uva blanca -Treixadura, Albariño, Godello y Loureira-, una producción minuciosa y una vendimia lenta, este caldo habla de una bodega ejemplo de lo que uno puede llegar a hacer si siente pasión por la tierra, la historia y el vino. Ubicada en el pueblo de Soutomanco, en la parroquia de Trasalba, en Adega Terras Mancas el buen hacer del enólogo Pablo Estévez y la ilusión de tres emprendedores han puesto en el mapa vinícola de Galicia al concello de Amoeiro. Y esto no ha hecho más que empezar.

Hábleme de Adegas Terras Mancas, ¿cómo nació el proyecto y quiénes lo conforman?

El origen del proyecto es una zona histórica de viñedos en un pueblo que pertenece al ayuntamiento de Amoeiro. En 2013 se hizo aquí una cooperativa que, por la zona, podría entrar en la D.O. Ribeiro. Al final no fue así y el proyecto no salió adelante. Años más tarde, mi hermano Javier, Camilo, que es de de Soutomanco, y yo decidimos trabajar las viñas para hacer un buen vino para casa. Empezamos por recuperar zonas, desbrozamos mucho, limpiamos todo lo que había que limpiar y así nació Terras Mancas en 2017. Empezamos un poco por hobby, como quien va a jugar al fútbol, y fue ese año cuando realmente decidimos dar el salto, buscamos un nombre, una etiqueta para el vino y así empezó todo.

¿Alguno se dedicaba ya al mundo del vino de forma profesional?

Mi hermano Javier y yo teníamos terrenos que eran de nuestros abuelos y Camilo nos invitó a colaborar en este proyecto y nos sumamos encantados. Camilo fue el que nos metió el gusanillo, él fue el promotor de esta historia. Por ahora, seguimos con nuestra actividad profesional porque para nosotros esto del vino es como un hobby.

Un hobby que da mucho trabajo.

Bueno, yo siempre digo que hay que soñar y un sueño es una pasión. Hay que luchar por algo y esto que estaba como quien dice prácticamente abandonado, ahora tiene vida. La gente que vive aquí está muy contenta con este proyecto porque el pueblo se está dando a conocer y por eso todos echan una mano siempre que los necesitamos.

¿Cómo es su vino?

Para hablar de nuestro vino, tenemos que hablar de Pablo Estévez. Yo digo que somos los cuatro mosqueteros: Javier, Camilo, Pablo y yo. Pablo es el que nos guía para hacer algo bueno, que siempre fue nuestra intención. Para los que no conocen el vino, les diría que lo prueben, que está hecho con el corazón.

¿Y a nivel de cata?

Es fresco, con intensidad aromática y mucho frescor. Muy intenso, muy floral, muy elegante. A nivel de boca, tiene acidez y persistencia y tener tantas variedades de distintas zonas, aunque predominan el Albariño y la Treixadura, lo convierten en un vino único. Elaborarlo requiere mucho trabajo porque es fruto de una vendimia lenta: recogemos cada variedad en su punto adecuado. Pero el esfuerzo vale la pena. Fue elegido el Mejor Blanco de Galicia entre las bodegas que están fuera de denominación de origen. Un galardón que nos anima a seguir trabajando como hasta ahora.

Forman parte de la IXP Val do Miño. ¿Cómo fue el proceso de incluirse en esta Indicación Geográfica Protegida?

Estamos justo en el límite con el Ribeiro. Incluso tenemos una parte de viñedo que está dentro de la D.O., pero el resto forma parte de la Indicación Xeográfica Protexida Val do Miño. De esta IXP salen unos 23.000 litros anuales, de los que más de 16.000 son de nuestra bodega.

¿Dónde venden su vino?

Lo que elaboramos se queda, fundamentalmente, en España, pero también exportamos a Polonia, China, estamos empezando en Alemania… Tenemos claro que esto es un proyecto a largo plazo, pero estamos muy contentos con las críticas que estamos teniendo. A la gente le gusta mucho el vino.

¿De qué forma les ha afectado la pandemia?

Nos afectó bastante porque empezamos un poco tarde a sacar la cosecha y sí que notamos un parón, principalmente debido al cierre de la hostelería. Todavía lo estamos notando porque nuestro producto no se vende en el supermercado, todo va por distribuidores y a la restauración, así que te puedes imaginar.

¿Se han replanteado el modelo de negocio?

De momento, no. Estaremos equivocados pero pensamos que si tienes un producto de calidad, la gente lo va a comprar.  Por ahora, no nos planteamos vender a través de tienda online. Preferimos centrarnos en lo que nos gusta, que es la elaboración.

Terras Mancas cuenta con ocho hectáreas de viñedo distribuidas en cinco zonas, ¿qué tal llevaron el confinamiento?

Trabajamos muchísimo. Nos dedicamos a plantar, a adecentar la viña, a mejorar zonas… La verdad es que no nos aburrimos, no paramos ni un minuto.

Por ahora, sólo tienen un vino en el mercado, ¿saldrá alguno más?

Tenemos muchos sueños, pero hay que ir poco a poco. Queremos hacer un tinto y alguna elaboración especial.