EL VINO EN LA PROVINCIA DE A CORUÑA

Basta hacer una pequeña encuesta entre los habitantes de la Provincia de para darse cuenta de lo ajena que resulta la historia del vino en A Coruña para sus habitantes y la poca o nula afinidad que tienen los ciudadanos con esa tradición vinícola. Quizás Betanzos mantuvo su “fama” de zona de elaboración de vinos, pero era una fama de vinos peleones y ácidos que nada tiene que ver con la realidad actual, aunque persiste en la memoria general de muchos Coruñeses.

A Coruña sin embargo es una tierra que estuvo, como casi todo el resto del territorio gallego, bañada en un mar de viñas. Pensemos que entre los siglos XII y XVII el vino no era un artículo de disfrute y ocio, era un alimento necesario para toda la población del estrato social que fuese dado que el agua transmitía enfermedades y en la mayoría de los casos no se podía beber.

En este artículo tomaremos como referencia histórica los datos de lo que aún a día de hoy es uno de los escritos más completos acerca de la historia del vino en Galicia, “Vignobles et Vins du Nord-Ouest de L’Espagne” de Alain Huetz de Lemps, esta es su tesis de doctoramiento escrita a mediados de la década de los 60.

La historia vinícola de A Coruña, al igual que la del resto de Galicia, empieza a estar bien documentada a partir de la Encuesta del Marqués de la Ensenada, que es muy precisa y permite reconstruir la extensión de viñedo por parroquias. Para poder hacernos una idea de la importancia en esa época del vino basta con pensar que en la zona de As Mariñas Coruñesas la plantación de viñedo se extendía desde Arteixo-Culleredo hasta Xubia y A Gándara en Ferrol, recorriendo Bergondo, Sada, Miño, Pontedeume, Ferrol y por supuesto Paderne y Betanzos, en estas dos poblaciones en los años 1571-1572 el vino cubría 3.800 ha. , cuando hoy apenas llega a las 100 ha.

A finales del S. XVI Betanzos es prácticamente monocultivo de vid, siendo una zona descrita como “Tierra de mucho vino” en 1551. Pero además es una zona de vinos de muy alta calidad, a la altura de los auténticos “reyes” del vino gallego, los famosos mundialmente “vinos de Ribadavia”. Como dato histórico en 1569, cuando un terrible incendio arrasa la ciudad, el vino corre por las calles en verdaderos regueros y se abren las cubas apropósito para intentar salvar la madera de las llamas.

El cultivo de vino en los alrededores de A Coruña tuvo su gran desenvolvimiento a lo largo del siglo XV llegando en 1499 a las 1.500 cubas (1 cuba son 500l. aprox.) y que permitía en ese momento abastecer el consumo local. Tengamos en cuenta que la ciudad de A Coruña en ese momento histórico no tenía la extensión actual, sino que se limitada a lo que hoy conocemos como la “zona vieja” en los alrededores de la Torre de Hércules. En esta época, al igual que pasaba en casi todas las zonas de Galicia, los vinos del exterior y particularmente los vinos de Ribadavia no se podían comprar por ley hasta que se terminase la producción del vino local, para proteger la venta de los productores de la zona de la alta calidad de esos vinos “Ribeirenses”. Desgraciadamente el vino de los alrededores de A Coruña es bastante ligero y no se conserva más allá del mes de mayo, además es poco apreciado por los extranjeros que vienen al Gran Puerto.

Otra zona importante de la Provincia en esta época es el concello de Touro donde hay vino en abundancia, vino blanco calificado por Mahoz de excelente, con una producción estimada en 1607 de 100 pipas. La península del Caramiñal no es muy vinícola a comienzos del siglo XVII y “el vino no es muy allá”. Al norte de Noia se encuentran viñas aisladas, por ejemplo, en Outes, también en Zas (Lamas y Loroño) y Coristanco (Xaviña) tienen algo de viña pero en 1607 el cardenal del Hoyo dice que en la comarca de Bergantiños no hay ningún vino, seguramente porque las viñas plantadas eran para el consumo de la fruta.

La relación de A Costa da Morte con el vino tiene mucho que ver con la importación y no con la elaboración, en 1558 los habitanes de Noia consumen 3.413 Moios a 60 azumes por moio (132 litros) y a 20 marabedís el azume, lo que supone 4.095.000 marabedís.

En cuanto a los pequeños puertos de Fisterra, Corcubión, Camariñas, Laxe o Corme deben traer todo el vino que consumen de fuera, bien el tinto de las Mariñas o bien el blanco de Ribadavia. En Corme una lancha lleva cerámica a Vigo y Pontevedra y regresa con Maiz y Vino necesarios para el consumo local. En 1843 Corcubión recibe 17.762 arrobas de vino, Camariñas 7.131 y en 1845 Muros importa 5.791 arrobas, según Mahoz.

Santiago de Compostela, el gran centro de peregrinación de la edad Media, está en esta época en decadencia, ya que hay otros lugares santos que atraen más al peregrino. Además, la población de Santiago se ve muy mermada por las principales epidemias de la mitad del siglo XVI matando a unas 8.000 personas y dejando la estimación de población en 1571 en 1.100 vecinos. Esto es un golpe duro para los vendedores de vino, en ese momento agrupados en el “gremio de tratantes de vino” y que hacen una solicitud en 1578 de que se “hiciese información por médicos para acreditar que la ciudad está sana”. Se obtiene un certificado obviamente falso y la población no deja de descender hasta los 700 vecinos en 1597, la peste desaparecerá entre 1598-1600. Sin embargo, a lo largo de los siguientes siglos la población de Santiago va creciendo de nuevo y llega a los 4.500 vecinos, convirtiéndose en un mercado importante para el vino.

LA ACTUALIDAD

Tras este breve repaso por algunas de las zonas y épocas más importantes llegamos a hoy en día, una época y un cambio que viene marcado por una fecha, 1850, cuando el Mildiu llega a Europa a través de Portugal y penetra en Galicia por Ourense. El descubrimiento del Azufre permite tratarlo y detener los estragos y comienza en 1865 un período de prosperidad ligado a la crisis de la Filoxera en Francia, por lo que los precios crecen de forma vertiginosa. A partir de 1884 el Mildiu y las grandes fluctuaciones de los precios empiezan a hacer la situación muy difícil para el sector y finalmente la llegada de la filoxera en los últimos años del siglo XIX cierra este período de inestabilidad y genera una crisis en el viñedo sin precedentes.

La pérdida de las cosechas durante una decena de años y el incremento de los gastos con las prácticas del azufrado llevaron a muchos campesinos de las zonas costeras a abandonar el cultivo de la vid, cambiando el modelo productivo a Verduras, Hortalizas y cereal. En contra de la opinión generalizada, es el Oidio y no la Filoxera lo que provoca en el Noroeste de España el retroceso más importante. Tras años de dudas, los agricultores acaban eliminando prácticamente en su totalidad el cultivo de viñedo, quedando solo alrededor de Betanzos algo de plantación.

Actualmente en la Provincia tenemos dos zonas con viñedo y producción de vino, Betanzos, con I.X.P. y que comprende básicamente las zonas de Betanzos, Paderne, Pontedeume, Abegondo, Sada y Carral; y la zona de Barbanza e Iria, también con I.X.P. y que tiene como zonas principales Pobra do Caramiñal, Boiro, Rianxo, Padrón e Iria Flavia. Las dos zonas con extensiones de viñedo muy lejos de las históricamente comentadas y con apenas 5 o 6 pequeñas bodegas en cada zona y con producciones muy pequeñas.

La variedad por excelencia en esta provincia es la Branca Lexítima, una variedad muy bien adaptada a las condiciones del terreno y climáticas y que produce vinos de muy alta calidad. Esta variedad destaca por su carácter afrutado y su buena acidez, dando vinos complejos y aromáticos y con mucho potencial de envejecimiento. En Barbanza, aparte de la Branca Lexítima, cuentan con una plantación importante también de Albariño, mientras que en Betanzos predominan más la Godello y la Agudelo. En tintos la Mencía y la Merenzao son las predominantes.

Como conclusión diría que los vinos de A Coruña son vinos por descubrir, apreciados por los mejores enólogos de este país y cada día con más presencia en los mejores restaurantes y más aprecio por parte de los clientes. Sin duda el futuro les depara grandes éxitos, solo hace falta proteger a los productores para que no decaigan en el empeño.

Reportaje Elaborado por Alberto Choiva