Entrevista con Terio Carrera, periodista deportivo

“Cuando supe que Teresa Portela había ganado la medalla de plata, me eché a llorar”

 

Que una entrevista vaya bien o mal, no depende tanto del acierto en las preguntas como de la generosidad del entrevistado a la hora de abrirse a compartir sus recuerdos, vivencias y sentimientos. Cuando esto sucede -no es muy frecuente, la verdad- es un placer para el periodista, porque lo que empieza siendo trabajo al final se convierte en una agradable charla en la que descubres facetas desconocidas de una persona a la que realmente aprecias y admiras. Terio Carrera, la cara del deporte en la TVG, hacepara Cepas y Vinos el balance de su vida profesional, más de treinta años después de su primer directo “a pie de campo” en Balaídos. Pero en esta entrevista no sólo hay deporte, hay pasión, vulnerabilidad y un gran tipo que hace dos años se enamoró del vino en Negueira de Muñiz.

 

 

Antes de periodista deportivo fue aficionado. Y creo que su padre tuvo mucho que ver

Obviamente, cuando hay pasión por el deporte en casa, eso se transmite. En los años 70, mi padre fundó el Club Ciclista Ponteareas y también colaboraba con los equipos de fútbol de la zona. De hecho, antes de fundar el club, apoyó mucho a Álvaro Pino y a varios ciclistas locales que no tenían ni en qué ir a las pruebas los fines de semana.  Había un chico, Pepe Teixeira, que hoy es masajista profesional, que trabajaba con mi padre de albañil. Tenía, creo, 15 o 16 años y Teixe empezó a decirle que había otro ciclista bastante bueno pero que no tenían forma de desplazarse a las carreras, así que mi padre los metía en un Land Rover que tenía que era bastante grande y los llevaba por toda Galicia, sin ningún tipo de interés más allá de ayudarles. Y yo si me despertaba a tiempo, iba con ellos, con 6 o 7 años. También recuerdo ir con él los domingos a ver al Areas y al Juvenil de Ponteareas. Y, en ocasiones, a Balaídos a ver al Celta.

Por aquella época yo tenía dos sueños. Uno era jugar en el Athletic Club, aunque lo de nacer en Ponteareas me perjudicó un poco (risas). Y el otro era narrar los partidos como hacían en la radio y para eso ensayaba en casa. Así empezó todo. Heredé ese respeto que tenía mi padre por todos los deportistas, a los que ayudaba en todo lo que podía.

Tras esos ensayos en casa, empezó en la radio, pero parece que el medio en el que está más cómodo es la televisión.

No sé si se me ve más cómodo en la tele, pero te puedo decir que, de los tres medios, porque también hice mis pinitos en prensa, en Atlántico Diario, el más bonito, quizás porque fue el primero, es la radio. La radio no tiene comparación con nada. Es cierto que la tele te da cierta repercusión, te pone en el mapa, te da la posibilidad de ser conocido, pero la radio es incomparable. Y creo que para cualquier periodista de deportes compatibilizar la radio y la televisión es lo máximo y yo lo hice en alguna época. Llevo 36 años de relación con la CRTVG, empecé en la radio y ahora llevo 34 en la tele. Y creo que me pasa un poco como los actores cuando dicen que trabajar en el cine o en alguna serie está muy bien, pero que su prioridad es el teatro. Pues para mí, el medio más importante, el más bonito y el que más me gusta es la radio.

Estudió Filología en Santiago, ¿cuándo se dio cuenta que lo suyo era el periodismo?

Yo empecé a trabajar en Radio Noroeste con 15 años, en la emisora de Ponteareas. Ya hacía mis pinitos anunciando los partidos en Ponteareas. También estaba metido en teatro. En todos los tinglados que había de ese estilo, yo estaba metido. Un día, cuando llegué a casa de Vigo, donde estudiaba, me estaban esperando los de Radio Noroeste porque estaban buscando a alguien para Deportes y las fuerzas vivas de Ponteares, el alcalde, el cura, el notario… les hablaron de mí. Y fui allí. El director era Gerardo Rodríguez y trabajaban Alfredo Estévez, Pedro Pablo Gutiérrez, Maika Aguado… Y ahí empezó todo. Cuando terminé COU, me vine para Santiago y, como no había Periodismo, me matriculé en Filología, pero ya estaba trabajando en ese momento en la Radio Galega.

¿Se acuerda de la primera vez que lo reconocieron en la calle?

Perfectamente y, además, es una anécdota muy bonita. Entré en la tele un 12 de diciembre, empecé a presentar informativos un 20 de diciembre y un 27 o 28 de diciembre fue el partido de homenaje a Alvelo. Ese día fui a trabajar y estaba a pie de campo. En un momento del partido, hubo una entrada muy brusca de Gustavo a un jugador de la selección española y Luis Suárez, que en aquel momento era el seleccionador, saltó del banquillo a protestar. Cuando volvía a sentarse, me fui hacia él y le dije algo así como “qué pena de entrada en un partido amistoso”. Todo esto en directo, claro. Suárez se me quedó mirando y me dijo: “Anda, niño, déjame ver el partido”. Me quedé cortado un rato porque ya te puedes imaginar, uno de mis primeros partidos, en directo… Al día siguiente, y aquí viene el motivo de contarte esta anécdota, me fui a un supermercado de Santiago a hacer la compra y me viene una señora y me dice: “Mira, filliño, no te preocupes, ese Luis Suárez es un maleducado”. Creo que esa fue la primera vez que me di cuenta de la popularidad que da la televisión.

A lo largo de su carrera has recibido varios reconocimientos, ¿de quién o quiénes se acuerda especialmente cuando le premian?

Me siento un privilegiado porque, cuando participo en cualquier evento, percibo el cariño de la gente y eso es el mayor reconocimiento que puedo tener. Y me acuerdo de mi padre, que era una persona muy generosa. Tenía frases antológicas y él siempre decía que lo más importante de la vida era sentirse querido. Cuando yo vivía ya en Santiago e iba a Ponteareas se preocupaba de que fuera a visitar a la familia, de que fuera a casa de fulanito porque me había visto en la tele y sabía que le iba a hacer ilusión. Y lo cierto es que yo me siento súper querido, excesivamente querido muchas veces.

Lleva casi toda su vida profesional vinculado a la TVG, ¿le han tentado alguna vez desde Madrid?

Una vez, a principios de los noventa, pero me dio vértigo. Además, me pilló en una época de mi vida en la que me lo pasaba genial con la vida que tenía, estaba muy cómodo en Santiago. Lo cierto es que no me arrepiento, creo que tomé la mejor decisión.

¿Qué cualidades hacen falta para ser un buen comunicador?

Lo primero que hay que tener es pasión por lo que haces y, a la hora de comunicar, ser natural. Yo admiro, por ejemplo, a esos deportistas que humanizan los errores y creo que los periodistas a veces tenemos demasiado miedo en ese sentido. Para conectar con la gente, hay que hablar desde la normalidad, sin grandes alardes, pero realmente no sé qué decirte. A mí me sale así y hay mucha gente a la que le gusta y habrá mucha otra a la que no. Tampoco me he preocupado mucho por ese tipo de cosas. Me he equivocado y me seguiré equivocando, eso lo tengo claro, así que lo que intento poner de mi parte es la pasión que siento y tratar a los temas y a la gente con cariño. He trabajado al lado de gente con muchísimo talento y yo era el más matado del mundo. Pero ahí sigo, más de treinta años después, y pienso que en parte es porque soy un enamorado de mi trabajo, porque respeto mi oficio profundamente y porque, junto a mis hijos, es lo más importante que he tenido.

¿Recuerda algún halago en especial?

Uno de los mejores halagos que me han hecho ha sido recientemente en una gala para niños con discapacidad de la asociación Avelaíña, en Tomiño. Al terminar el evento, me vino un padre y me dio las gracias por el cariño con el que había tratado a los chavales, con los que, por otra parte, me lo pasé fenomenal.

¿Sigue siendo el ciclismo su niña bonita?

Sí, posiblemente. Aunque también me gusta mucho el hockey y todos los deportes en general. Pero el ciclismo lo mamé en casa, con mi padre, con Álvaro Pino, y me gusta mucho. Pero bueno, a mí no me verás encima de una bicicleta. Y eso que cuando mi padre fundó el club ciclista, empecé y participé en tres carreras. En la primera fui el último, en la segunda el penúltimo y en la tercera, el antepenúltimo, Así que puedes decir que dejé el ciclismo en el mejor momento de mi carrera deportiva (risas). Todos los deportes son duros, pero el ciclismo es más que eso.

En estos años, ha vivido muchos enfrentamientos Celta-Depor, ¿con qué partido se quedaría?

Hay uno que no se me olvidará jamás y fue el segundo partido que iba a Riazor con la Radio Galega. Fue aquel partido en que la gente empezó a tirar ladrillos desde la grada. Cuando Díaz Vega pitó un penalti a Alvelo que no fue, que metió Baltazar y ganó el Celta 0-1, hundiendo en ese momento al Deportivo. Ese día fue el de la famosa imagen que sacó el Faro de Vigo de Paco Vázquez haciendo la peineta y la contestación de Leri al cabo de unos días… Aquel día pasé miedo. Era un crío y estaba en las pistas de atletismo que rodeaban el campo y nos tiraban piedras enormes. No lo olvidaré jamás.

¿Cuál ha sido la noticia que hubiera preferido no dar?

El accidente de Alvelo me marcó mucho porque yo tenía una relación muy buena con Jose. Y   también fue tremendo dar la noticia del asesinato de Quinocho, al que le estaré eternamente agradecido por cómo se comportó con aquel niñato de Ponteareas que empezaba. En los últimos tiempos, también lo he pasado muy mal con el fallecimiento de José Luis (Vara), que había sido capitán del Deportivo, y con la muerte de Genaro Borrás, que es uno de mis ídolos. Creo que esas han sido las noticias más duras que he tenido que dar como periodista, sí.

¿Y la que más ha disfrutado dando?

Probablemente, la victoria de Álvaro Pino en la Vuelta a España. O, también, la de Óscar Pereiro en el Tour de Francia. Y de la época de los ladrillazos en Riazor, recuerdo el ascenso del Celta en Sestao, donde disfruté tanto como con los títulos del Liceo. Y, recientemente, en Tokio con Teresa Portela. Me levanté a las seis y pico de la mañana para irme a la tele y lo primero que hice fue encender el ordenador para ver cómo había quedado. Y cuando leí que había ganado la plata, me eché a llorar porque es una tía a la que admiro tanto… Para mí es un símbolo del deporte en todos los sentidos y fue una noticia que me encantó dar.

¿Qué le diría el Terio Carrera de hoy al que empezó en este mundo hace ya 30 años?

Yo sólo me arrepiento de una cosa en la vida: de no haber disfrutado más de mi padre porque era un tipo espectacular del que me acuerdo todos los días, aunque el año que viene hará 20 años de su muerte. En ese momento, cuando se fue, todo el mundo me hablaba de cosas que habían vivido con él, mi familia, la gente de Ponteareas, que lo quería con locura, y me queda el rollo ese de no haber estado ahí. Así que al Terio de hace 30 años le diría que la vida es muy bonita, pero que disfrutase más de mis padres, que eran unos fenómenos y tenía que haber estaba más cerca de ellos de lo que estuve. Me faltaron muchas cosas, no me porté bien como hijo.

¿Alguna de sus hijos apunta maneras?

No, las niñas son muy ‘titiriteiras’ pero no las veo yo en el mundo del periodismo. No sé la pequerrecha, pero el resto, no. Una quiere ser médico, como su otro abuelo, otra quiere ser profe y el mayor hizo Económicas y es entrenador de baloncesto, así que no creo que sigan mis pasos.

Para ir terminando y yendo al tema de esta revista, ¿le gusta el vino?

Me gusta el vino desde hace poco tiempo. Tengo un gran amigo que es un erudito de todo este mundo, que es Ezequiel Mosquera, el ciclista, que es el que me está introduciendo en esto. De hecho, cuando mi padre falleció en 2002, para animarme un poco un grupo de amigos me organizó una visita a La Rioja y estuve en varias bodegas: en la de Heredad Ugarte, que me encantó; en Barón de Ley y en Torremilanos, en Aranda del Duero. Me gustó mucho la experiencia, pero no le pillé el truquillo. Pero en 2019 cambió todo. Me invitaron, por mediación de Ezequiel, a leer el pregón del vino de Negueira de Muñiz, Y allí viví una experiencia antológica cuando, por primera vez en mi vida, participé en una cata de vinos que impartía Luis Paadín. Y no te puedes imaginar cómo me puse. Es más, esa noche cambié el pregón que tenía preparado para el día siguiente, introduciendo mi experiencia en la cata de vinos, aconsejándoles que si alguna vez les invitaban a alguna, que llevasen patatillas y aceitunas porque de comer en las catas ponían poco (risas). Pero, a partir de ahí, empecé a beber vino y la verdad es que me está encantando. Sobre todo, me gustan los tintos. Hace poco probé un vino de Aragón con la variedad Garnacha y me pareció impresionante, así que cuando estoy con Ezequiel siempre pruebo vinos nuevos. Y en casa, también me estoy aficionando. Me sientan bien y me he dado cuenta de que los buenos vinos no emborrachan.

Si tuviera que elegir una comida y un vino, ¿cuál sería su elección?

Un chuletón o un arroz con bogavante con un Rioja, de la bodega Heredad Ugarte, por ejemplo.

Y ya para terminar, ¿qué se ve haciendo en unos años?

Nunca me he preocupado en exceso por el futuro, la verdad. Si tengo salud, me gustaría seguir divirtiéndome como lo hago cada día y poco más, no soy yo de grandes deseos. Me gustaría ver crecer a mis hijos y, sobre todo, que haya salud y trabajo para todo el mundo, que es lo más bonito y lo que da libertad.

¿Y a nivel profesional?

No me gustaría estar en la tele dentro de 10 años haciendo el telexornal, ¿qué si me veo haciendo otra cosa? Tendría que ser fuera de Deportes y, por cambiar de registro, me apetecería presentar un día un concurso o un programa de noche, variado, con entrevistas. Me gustaría trasmitir alegría, que es muy necesaria hoy y siempre.