Enoturismo en la red, Tradición y apuesta de futuro

Somos un país de vino, de producción y de consumo de vinos de calidad. Asociamos tomar un vino con un momento social de reunión de amigos, de reunión familiar, de celebración e incluso tomamos un vino al inaugurar una exposición o cualquier otro tipo de evento cultural. Aunque el consumo de vino está unido a nuestra vida y a nuestra historia, surge en los últimos años un interés creciente por entender de vino, por conocer en detalle aquello que estamos bebiendo. Se puede decir, sin riesgo a equivocarse, que el vino es uno de los sectores productivos del que todos hablamos con cierto conocimiento, pues tenemos interés en aprender sobre el. En este sentido se dispone de una importante oferta relacionada con cursos de formación en viticultura y enología, aunque principalmente destacan por su demanda aquellos relativos a la cata, servicio y maridaje. Cursos que despiertan interés tanto en profesionales como en aficionados.

El mundo del vino y de las grandes bodegas, pertenecientes a zonas vitícolas de renombre, siempre ha sido considerado como elitista, un poco cerrado, tradicional, de clases sociales altas, lo que todavía aporta, si cabe, más glamur a cada botella de vino. Junto con estas bodegas tradicionales, surgen nuevos productores que se apoyan en el diseño y la arquitectura para descartar la idea de fábrica de elaboración de vino y darles a sus bodegas una orientación casi de museo. Se apuesta por la imagen para despertar en el visitante la idea de lujo, de exclusividad y disfrute en un paraje rodeado de viñedos que llega incluso a enmascarar el concepto en sí de lo que es una bodega.  De este modo ya se crea una predisposición positiva en el consumidor, que es parte importante del éxito final.

No hay que enseñar máquinas ni depósitos, solo viña, uva y la gente que está detrás de cada elaboración. De ahí que cada vez más bodegas y zonas vitivinícolas apuesten por el enoturismo. Éste se ha convertido en una herramienta indispensable para comunicar nuestro producto y para acercar el mundo del vino a la sociedad. Surgió en parte por la necesidad de salir de ese mundo cerrado y permitir que los consumidores conociesen de primera mano lo que hay dentro de cada botella de vino, así el disfrute podrá ser incluso mayor. La oferta enoturística se completa en muchos casos con oferta hotelera y servicio de restauración donde se pueden degustar los vinos maridados con gastronomía de la zona. De este modo la visita a bodega se convierte en una experiencia sensorial completa.

No menos importante que la bodega es la imagen que se pretende proyectar, por lo que detrás de cada botella hay expertos diseñadores de etiquetas, cajas, bolsas y estuches. Imágenes más modernas o clásicas, diseñadas con la finalidad de posicionarse en determinado segmento de mercado para llegar a un grupo poblacional concreto.

En resumen, el mundo del vino claramente ha dado un importante giro en los últimos años hacia el diseño y la comunicación, ganando terreno aquellas bodegas que se han sabido reinventar frente a las bodegas tradicionales.

 

La nueva realidad

Y de repente, llegó el COVID.  Siempre pedimos un momento para parar un poco, o bajar de marcha o de velocidad, pero de golpe frenamos. Todo se paró y el sector del vino también. El cierre de la hostelería hacía presagiar una crisis económica sin precedentes para la industria enológica. El vino no solo no salía de bodega a los canales de distribución de la hostelería, sino que además se producían devoluciones.

Todo lo que se había avanzado para abrirse al consumidor ahora no podía dejarse morir por lo que era necesario buscar rápidamente una vía de salida que permitiese seguir comercializando los vinos.

La salvación del sector fue, sin lugar a duda, la venta online de vino en bodegas y vinotecas. Parecía impensable que en una situación como la que estábamos viviendo animase a la gente a comprar vino fuera del supermercado, pero ha sido todo lo contrario.

Las bodegas se dieron cuenta de que internet se convertía en una herramienta imprescindible para seguir trabajando. Había que plantearse seguir acercándose al consumidor.

Desde las bodegas el enoturismo se reorientó hacia visitas y catas online, lo que antes parecía impensable. Para poder participar se programaba la cata y desde la bodega se enviaba el vino para que el día señalado se pudiese participar de modo activo en la misma, pero desde casa. Además, con las catas online se perdió el miedo a hablar de vino. No porque todos de repente entendamos un montón, sino porque al no ser en directo, el temor a meter la pata con un descriptor que no se correspondía con esa añada en concreto ya no existía. Desde casa todo es diferente. Recibimos el vino perfectamente conservado y nos dan el link y las indicaciones para conectarnos un determinado día y a una hora concreta en la que tendremos la gran suerte de probarlo con alguien de la bodega. Un responsable de enoturismo, el propietario e incluso el enólogo nos contará las características del vino, de su elaboración, sus peculiaridades, el maridaje recomendado… Un lujo total que sin internet sería una fantasía inalcanzable para muchos.

El uso de internet y las redes sociales ha permitido conectar zonas vitícolas de distintas partes del mundo con sus clientes y potenciales clientes. El enoturismo, creado para conocer una zona vitícola, sus viñedos y sus vinos a través de visitas guiadas, experiencias gastronómicas en la bodega y catas comentadas, se reconfiguró para adaptarse a la nueva situación y las consecuencias fueron mucho mejor de las esperadas. Utilizando internet como herramienta se nos ha permitido entrar a los amantes del vino al lujo de visitar bodegas y conocer vinos que nunca se nos habrían pasado por la cabeza ni en nuestros mejores sueños.

Esta pandemia nos ha abierto las puertas a viajar enológicamente sin movernos de casa, con nuestras copas, nuestra libreta para tomar notas y con muchísima ilusión de aprender y probar vinos de variedades y zonas que desconocíamos hasta qué posición tenían en el mapa.

No cabe ninguna duda de que el mundo está interconectado y que, en época de pandemia, la única herramienta que nos permite continuar es internet. Fue a través de videollamadas como saludamos a todos nuestros familiares y amigos a diario y fue también internet la vía que utilizamos para compartir un vino con ellos.

Las bodegas y vinotecas han sabido aprovechar este revés para modernizarse y dar impulso a sus redes sociales y a sus tiendas online. Actualmente si seguimos una bodega en una red social podemos conocer su día a día, la evolución de la uva, el trabajo de viña, el proceso de elaboración y la cara de cada una de las personas que están detrás de la botella de vino que hemos adquirido.

Desde los clubs de vinos y vinotecas se ha comprobado que el cliente adquiere el vino la primera vez porque le llama la atención la etiqueta, la zona e incluso el precio, pero que a partir de la segunda compra se ven claramente influenciados por la imagen de la bodega que lo elabora. El privilegio de poder contactar con el enólogo para resolver alguna cuestión sobre el vino es muy alabada y agradecida. De ahí que las ventas online de clubs de vinos, vinotecas y bodegas hayan aumentado considerablemente en época de pandemia.

Ferias, concursos y guías

Las ferias de vino siempre han sido un escaparate para las bodegas donde dan a conocer sus productos a profesionales y a wine lovers que se acercan a charlar con enólogos y bodegueros, probar las nuevas cosechas y conocer nuevos productos. Las ferias no se traducen en un incremento directo en ventas para la bodega, pero si en posicionarla en el mapa enológico.

En el mundo se celebran en torno a 230 ferias de vino, siendo Alemania, Francia e Italia, en ese orden, los países que albergan anualmente un mayor número de ellas. La llegada del COVID-19 coincidió con el inicio de Prowein, feria de vino internacionalmente conocida que se celebra anualmente en Dusseldorf (Alemania) y que, finalmente tuvo que ser suspendida. Lo mismo ocurrió con el resto de ferias que habrían de celebrarse en 2020 y 2021 y, que, por motivos de aforo, fueron canceladas. Aunque todo parece estar mejorando es difícil pensar en un futuro cercano con el mismo tipo de ferias y de concursos. Todo hace presagiar que en futuras ediciones los stands tengan público restringido, por lo que nuevamente internet se convertirá en una pieza imprescindible para dar a conocer las nuevas cosechas y acercar los productores al consumidor.

Si las ferias son muchas, el número de guías existentes sobre vinos ya es un número imposible de concretar. Con enfoques diferentes todas pretenden aportar información sobre vinos al consumidor o profesional para aconsejarle en su compra. Muchas de estas guías ya se encuentran disponibles para su consulta online y están traducidas a distintos idiomas lo que facilita enormemente su consulta.

Cada vez adquieren también más importancia los blogs de vino. En el blog un experto o varios exponen su opinión, su sugerencia sobre un tema relacionado con la enología. Ese formato más cómodo y breve tiene una gran aceptación y acerca el mundo del vino a expertos y aficionados.

 

Redes Sociales

Las redes sociales adquirieron un papel fundamental en esta crisis en todo el sector del vino y, afortunadamente parece que vinieron para quedarse.

La pregunta es, ¿alguien tenia alguna duda de que una red social como Instagram seria beneficiosa para el vino? Pues igual la pregunta habría que habérsela hecho antes. Por supuesto que supone un beneficio importante para cualquier sector y el mundo del vino no podía ser ajeno.

¿Qué hay más instagrameable que cualquier momento, viaje, paisaje, puesta de sol, acompañada de una copa de vino? ¿Quién no quiere ser protagonista de esa foto? Algunas bodegas ya se habían dado cuenta antes de la pandemia y el resto descubría ahora que el futuro estaba claramente ahí, en internet y en las redes sociales.

Instagram es una de las redes sociales más usadas en el mundo, permite conectar personas a través de aficiones comunes con un perfil similar. Es una red muy gráfica que basa su contenido fundamentalmente en imágenes. El mundo del vino también ha aglutinado en esta red a un importante número de wine lovers que siguen a unos determinados instagramers que publican fotos de vinos, de viñedos, de bodegas, de viajes enológicos, en resumen, la nueva forma de enoturismo. Es importante resaltar que bajo el hashtag wine hay cerca de 40 millones de publicaciones, lo que indica la gran importancia que esta red representa en el mundo del vino. Hoy en día, la mayoría de las bodegas tienen publicaciones en su perfil de algún post relacionado con la cultura del vino. Instagram permite además transmisiones en directo por lo que en pandemia fue una de las redes sociales más utilizadas para llevar a cabo presentaciones de vinos y catas en directo.

La nueva realidad no ha resultado ser tan mala para el sector enológico en lo que a proyección en la red se refiere. Se ha constatado la importancia del enoturismo, aunque sea virtual, para seguir dando a conocer el mundo del vino. En una sociedad altamente globalizada, el uso de internet y de las redes sociales permite mantener y ampliar el mercado del vino en el exterior a través de presentaciones y ventas online. Todo hace presagiar que, en un futuro cercano, las ferias tendrán un aforo más limitado y de ese modo habrá una mayor seguridad de que los asistentes serán realmente profesionales o wine lovers. Durante la pandemia y, gracias a catas online y presentaciones, se han podido conocer nuevas zonas enológicas, nuevas variedades, nuevas bodegas, nuevos vinos e incluso a sus enólogos, lo que resultó en muchos casos una fidelización del consumidor. El interés creciente en este tema hace vaticinar que, en cuanto se pueda, recuperaremos el enoturismo de a pie y, mientras tanto podremos seguir disfrutando de la experiencia del enoturismo en la red.